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Schop. 603/56
Nr 3
65/16584
[p.3] EXCELENTISSIMONo tanto solicita este Oracu-
lo prudencial
el
amparo de V.E.
quanto su autoridad; no
la fortuna, aunque
gran-
de, sino el merecimiento,
que
es mayor. Pretende
no parecer impossible en
copia de preceptos, à
vi-
sta de su original, en exe-
cuciones. Cifra un Va-
ron de prendas, y descifra
las que en V.E. venerò,
y
de la que fue primero
[p.4] admiracion, haze Arte.
Sea escusa de su altivo de-
satino à los pies
de V.E.
la que fue lisonja yà al
grande Macedon. Pre-
sentavanle privilegio de
Ciudadano suyo
los de la
Culta Corinto, y pare-
ciendo
ridiculo el servi-
cio al Conquistador de
todo el mundo, doraron
el hecho con este dicho:
que con ninguno
avian
usado de aquel genero de
obsequio, sino con Her-
cules, y con el. Seame
escusa, que
estas Obras à
nadie les he consagra-
[p.5] do, sino al Rey nuestro
Señor, al Principe, y à
V.E. à quien depreco
con propiedad el Catoli-
co. Vale.
D. VICENCIO IVAN DE LASTANOSA
[p.6] AL LETORNi al Justo Leyes, ni al Sabio
Consejos; pero ninguno supo
bastantemente para si. Vna
cosa me has de perdonar, y
otra agradecer.
El llamar Oraculo à este
Epitome de aciertos del vivir, pues lo es
en
lo sentencioso, y lo conciso. El ofre-
certe
de un rasgo todos los doze Gracia-
nes, tan
estimado cada uno, que el dis-
creto apenas se
vio en España, quando se
logrò en Francia, traduzido en su lengua,
y
impresso en su Corte. Sirva este de me-
morial
à la razon en el banquete de sus
sabios, en que registre los platos
pruden-
ciales, que le iran sirviendo en
las de-
mas obras, para distribuir el gusto
genial-
mente.
APROBACION
del PADRE
ALONSO MVÑOS
DE OTALORA,
de los Clerigos
Menores, Calificador
de la Suprema.
Este libro Oraculo Manual, y Arte de
Prudencia, sucinta recopilacion de
las obras de Lorenço Gracian,
y
ingenioso aliño de don Vicencio Iuan
de Lastanosa, de orden de
vuestra Al-
teza he visto, y hallo el modo de
gover-
narse un Politico prudente, no solo
pa-
ra conservarse en el puesto, y
assegurar
los aciertos en el, sino para evitar los
riesgos; y caso de
aver sucedido los
daños, el reparo dellos. Es tan ceñi-
do estilo, que viene a ser de mayor esti-
macion la brevedad en el dezir, que
grangea aun de aplauso el concepto por
la grande gracia, que admirò
Erasmo
en sus adagios por muy singular de los
Lacedemonios,
Horum autem praecipua gra-
tia, ut
paucissimis verbis plurimum sententiae
complectantur. Dezir
mucho y bueno en
pocas palabras, tanto tiene de gracia en
el componer,
como de viveza en el dis-
currir. Vno y otro
hallo en entrambos
[p.8] Autores, con que aviendose dado
la
mano en el delgado del pensar, y en lo
breve del escrivir, han
razonado de to-
das maneras el gusto de los
que leen,
para que tenga empleo superior en que
cebarle el
entendimiento, y halle con el
arte la instruccion de dezirlo todo, aun-
que parezca aver dexado mucho: en-
señança que no disuena a nuestra Fè, an-
tes bien por tan conforme a razon, ani-
velada a sus verdades; con que no ay
donde peligre el letor, si donde halle
seguro puerto el discreto. Este es
mi
parecer. En nuestra Casa del Espiritu
Santo, de Clerigos Menores, a
14 de
Mayo de 1653.
Alonso Muños de Otalora,
de los Clerigos Menores.
1. Todo està ya en su pun-
to, y el ser persona en
el mayor: mas se re-
quiere oy para un sa-
bio, que antiguamen-
te para
siete: y mas es menester para
tratar con un solo hombre en estos
tiempos,
que con todo un pueblo
en los passados.
2. Genio, y Ingenio. Los dos exes
del
lucimiento de prendas: el uno
sin el otro, felicidad à medias: no bas-
ta lo entendido, desease lo genial:
infelicidad de necio, errar la voca-
[p.10] cion en el estado, empleo, region,
familiaridad.
3. Llevar sus cosas con suspension.
La
admiracion de la novedad, es esti-
macion de los
aciertos. El jugar à
juego descubierto, ni es de utilidad,
ni de gusto. El
no declararse luego
suspende, y mas donde la sublimidad
del empleo da
objecto à la universal
expectacion; amaga misterio en todo,
y con su misma
arcanidad provoca la
veneracion: aun en el darse a enten-
der se ha de huir la llaneza: assi co-
mo ni en el trato se ha de permitir el
interior à todos. Es el
recatado si-
lencio sagrado de la cordura. La
re-
solucion declarada nunca fue estima-
da; antes fe permite a la censura: y
si
saliere azar, serà dos vezes infeliz.
Imitese pues el proceder divino para
hacer esta⟨r⟩ a la mira, y al
desvelo.
4. El saber y el valor alternan gran-
deza: porque lo son, hazen
inmor
tales: tanto es uno quanto sabe, y
el sabio todo lo puede. Hombre
sin
noticias, mundo a escuras. Con-
sejo, y
fuerças, ojos; y manos;
[p.11] sin valor es esteril la
sabiduria.
5. Hazer depender. No haze el nu-
men el que lo dora, sino el que lo
adora:
el sagaz mas quiere necessi-
tados de si, que
agradecidos. Es ro-
barle à la esperança cortès,
fiar del
agradecimiento villano, que lo que
aquella es memoriosa, es este
ol-
vidadizo: Mas se saca de la depen-
dencia, que de la cortesia: buelve
luego
las espaldas à la fuente el satis-
fecho, y la
naranja esprimida cae del
oro al lodo: Acabada la dependen-
cia acaba la correspondencia, y con
ella la
estimacion. Sea licion, y de
prima en experiencia, entretenerla,
no
satisfazerla, conservando siem-
pre en necessidad
de si, aun al co-
ronado patron: pero no se ha de
lle-
gar al excesso de callar para que yer-
re, ni hazer incurable el daño ageno
por el
provecho proprio.
6. Hombre en su punto. No se nace
hecho: vase
cada dia perficionan-
do en la persona, en el
empleo, ha:-
sta llegar al punto del consumado
ser-
al complemento de prendas, de emi-
[p.12] nencias. Conocerse ha
en lo realça-
do del gusto, purificado del inge-
nio, en lo maduro del juizio, en lo
defecado de la voluntad. Algunos
nunca llegan a ser cabales, faltales
siempre un algo, tardan otros en
hazerse. El varon consumado, sa-
bio en dichos, cuerdo en hechos, es
admitido, y aun deseado del singular
comercio de los discretos.
7. Escusar vitorias del patron. Todo
vencimiento es odioso, y del due-
ño, ò necio, ò
faltal. Siempre la
superioridad fue aborrecida, quanto
mas de la misma
superioridad. Ven-
tajas vulgares suele disimular
la a-
tencion; como desmentir la belleza
con
el desaliño. Bien se hallarà quien
quiera ceder en la dicha, y en el ge-
nio; pero en el ingenio ninguno,
quando
menos una soberania: es este
el atributo Rey, y assi qualquier
crimen
contra èl fue de lesa Mage-
stad. Son soberanos, y
quieren
serlo en lo que es mas. Gustan de ser
ayudados de los Principes;
pero no
excedidos, y que el aviso haga antes
[p.13] viso
de recuerdo de lo que olvidava,
que de luz de lo que no alcançò. En-
señan nos esta sutileza los Astros con
dicha, que aunque hijos, y brillan-
tes, nunca se
atreven à los lucimien-
tos del Sol.
8. Hombre inapassionable, prenda
de la mayor
alteza de animo, su mis-
ma superioridad le redime
de la
suje
cion a peregrinas vulgares impressio-
52nes.1 No ay mayor señorio, que el
de si
mismo, de sus afectos, que lle-
ga a ser triumfo
del alvedrio; y quan-
do la passion ocupare lo
personal, no
se atreva al oficio, y menos quanto
fuere mas: culto modo de
ahorrar
disgustos, y aun de atajar para la
reputacion.
9. Desmentir los achaques de su na-
cion. Participa el agua de las calidades
buenas, ò
malas, de las venas por
donde passa; y el hombre las del cli-
ma donde nace. Deven mas unos
que otros a
sus patrias, que cupo
alli mas favorable el Zenit. No ay na-
cion que se escape de algun original
defecto, aun las mas cultas, que
[p.14] luego censuran los
confinantes, ò pa-
ra cautela, ò para consuelo.
Vito-
riosa destreza, corrigir, ò por lo
menos desmentir estos nacionales
desdoros: consiguese el plausible
credito
de unico entre los suyos, que
lo que menos se esperava, se estimò
mas. Ay
tambien achaques de la pro-
sapia, del estado, del
empleo, y de
la edad, que si coinciden todos en
un sujeto, y con la
atencion no se
previenen, hazen un monstruo intolerable.
10. Fortuna, y Fama. Lo que tiene
de inconstante la una,
tiene de fir-
me la otra. La primera para
vivir, la
segunda para despues: aquella con-
tra la invidia, esta contra el olvido:
la fortuna se desea, y
tal vez se ayu-
da, la fama se diligencia; deseo de
reputacion nace de la
virtud: fue,
y es hermana de Gigantes la Fama,
anda siempre por
estremos, ò mon-
struos, ò prodigios, de
abomina-
cion, de aplauso.
11. Tratar con quien se pueda apren-
der; sea el amigable trato escuela
de-
[p.15] erudicion, y la
conversaçion ense-
nança culta; un hazer de los
amigos
maestros, penetrando el util del
aprender, con el gusto del
conversar.
Alternase la fruicion con los enten-
didos, logrando lo que se dize, en el
aplauso con que se
recibe, y lo que se
oye en el amaestramiento, ordinaria-
mente nos lleva a otro la propria
conveniencia, aqui realçada
frequen-
ta el atento las casas de aquellos
He-
roes Cortesanos, que son mas tea-
tros de la Heroicidad, que palacios
de la
vanidad. Ay señores acredita-
dos de discretos,
que à mas de ser
ellos oraculos de toda grandeza con
su exemplo, y en su
trato, el corte-
jo de los que los assisten es una
Cor-
tesana Academia de toda buena, y
galante discrecion.
12. Naturaleza, y arte: materia, y
obra. No ay
belleza sin ayuda, ni
perfeccion que no dè en barbara, sin
el realce del
artificio; a lo malo so-
corre, y lo bueno lo
perficiona.
Dexanos comunmente a lo mejor la
naturaleza, acojamonos al
arte. El
[p.16] mejor natural es inculto sin ella, y
les
falta la mitad a las perfecciones, si
les falta la cultura. Todo hombre
sabe a tosco sin el artificio, y ha me-
nester
pulirse en todo orden de per-
feccion.
13. Obrar de intencion, ya segunda,
y ya
primera. Milicia es la vida del
hombre contra la malicia del hom-
bre, pelea la sagacidad con estrata-
gemas de intencion. Nunca obra lo
que indica, apunta si para deslum-
brar: amaga al
aire con destreza, y
executa en la impensada realidad,
atenta siempre a
desmentir. Echa
una intencion, para assegurarse de la
emula atencion, y
rebuelve luego
contra ella, venciendo por lo im-
pensado. Pero la penetrante inteli-
gencia, la previene con atenciones,
la azecha con reflexos: entiende
siempre lo contrario de lo que quiere
que entienda, y conoce luego qual-
quier intentar de falso: deja passar
toda
primera intencion, y està en es
pera a la segunda, y aun a la tercera.
Aumentase la simulacion al ver alcan-
[p.17] çado su artificio, y pretende enga-
ñar con la misma verdad: muda de
juego, por mudar de treta, y
haze ar-
tificio del no artificio; fundando
su
astucia en la mayor candidez. Acude
la observacion intendiendo su
per-
spicacia, y descubre las tinieblas re-
bestidas de la luz: descifra la inten-
cion mas solapada quanto mas sen-
cilla. Desta suerte combaten la cali-
dez de Piton, contra la candidez de
los
penetrantes rayos de Apolo.
14. La realidad, y el modo. No basta
la
substancia, requierese tambien la
circunstancia. Todo lo gasta un mal
modo, hasta la justicia, y razon; el
bueno todo lo suple, dora el no, en-
dulça la verdad, y afeita la misma ve-
jez: tiene gran parte en las cosas el
como,
y es taur de los gustos el mo-
dillo; un
velportarse es la gala del vi-
vir, desempeña
singularme todo
buen termino.
15. Tener ingenios auxiliares. Felici-
dad de poderosos; acompañarse de
valientes
de entendimiento, que le
saquen de todo ignorante aprieto,
[p.18] que le riñan las dependencias de la difi-
cultad. Singular grandeza servirse de
sabios: y que excede al
barbare gu-
sto de Tigranes, aquel que
afectava
los rendidos Reyes para criados.
Nuevo genero de señorio, en lo
me-
jor del vivir: hazer siervos por arte
de los que hizo la naturaleza supe-
riores. Ay
mucho que saber, y es
poco el vivir, y no se vive si no se sa-
be. Es pues singular destreza el estu-
diar sin que cueste, y mucho por mu-
chos sabiendo por todos. Dize de-
spues en un Consistorio por muchos,
ò por
su boca hablan tantos sabios,
quantos le previnieron: consiguien-
do el credito de Oraculo à sudor age-
no. Hazen aquellos primero elec-
cion de la licion: y sirvenle despues
en
quintes essencias el saber. Pero el
que no pudiere alcançar à tener la
sabiduria en servidumbre, logrela
en familiaridad.
16. Saber con recta intencion. Asse-
guran fecundidad de aciertos. Mon-
struosa violencia fue siempre un
buen
entendimiento casado con una
[p.19] mala voluntad. La
intencion male-
vola, es un veneno de las
perfeccio-
nes, y ayudada del saber malea
con
mayor sutileza: Infeliz eminencia la
que se emplea en la ruindad?
ciencia
sin seso, locura doble.
17. Variar de tenor en el obrar no
siempre de
un modo, para deslum-
brar la atencion, y mas si
es emula. No
siempre de primera intencion, que le
cogeran la uniformidad,
previnien-
dole, y aun frustrandole las
accio-
nes. Facil es de matar al buelo el
ave que le tiene seguido; No assi la
que le tuerce. Ni siempre de segun-
da intencion, que le entenderan a
dos vezes
la treta. Està a la espera la
malicia, gran sutileza es menester
para
desmentirla; nunca juega el taur
la pieza que el contrario presume, y
menos la que desea.
18. Aplicacion, y Minerva. No ay
eminencia sin
entrambas, y si con-
curren excesso. Mas consigue
una
mediania con aplicacion, que una
superioridad sin ella. Comprase la
reputacion a precio de trabajo; poco
[p.20] 44
vale lo que poco cuesta.2 Aun para
los
primeros empleos se deseò en al-
gunos la
aplicacion; raras vezes des-
mienten al genio. No
ser eminente
en el empleo vulgar, por querer ser
mediano en el sublime,
escusa tiene
de generosidad; pero contentarse
con ser mediano en el
ultimo, pu-
diendo ser excelente en el
primero,
no la tiene. Requierense pues natu
raleza y arte, y sella la
aplicacion.
19. No entrar con sobrada expecta-
cion: ordinario desaire de todo lo
muy celebrado
antes, no llegar de-
spues al excesso de lo
concebido:
nunca lo verdadero pudo alcançar à
lo imaginado: porque el
fingirse las
perfecciones, es facil, y muy dificul-
toso èl conseguirlas: casase la imagi-
nacion con el deseo, y concibe siem-
pre mucho mas de lo que las cosas
son. Por grandes que sean las
exce-
lencias, no bastan a satisfacer el
con-
cepto, y como le hallan engañado
con
la exorbitante expectacion, mas
presto le desengañan, que le admi-
ran. La esperanza es gran falsifica-
[p.21] dora de la verdad, corrijala la
cordu-
ra, procurando que sea superior la
fruicion al deseo: unos principios
de credito sirven de despertar la cu-
riosidad, no de empeñar el objeto:
mejor
sale quando la realidad excede
al concepto, y es mas de lo que se
creyo.
Faltarà esta regla en lo malo,
pues le ayuda la mesma exageracion,
desmientela con aplauso, y aun llega
a parecer tolerable, lo que se temio
extremo de ruin.
20. Hombre en su siglo. Los sujetos
eminentemente raros dependen de
los tiempos. No todos tuvieron el
que
merecian, y muchos aunque le
tuvieron no acertaron a lograrle.
Fueron dignos algunos
de mejor si-
glo, que no todo lo bueno
triunfa
siempre; tienen las cosas su vez, has-
ta las eminencias, son al uso; pero lleva
una ventaja lo
sabio, que es eterno;
y si este no es su siglo, muchos
otros
lo seran3
21. Arte para ser dichoso. Reglas ay
de
ventura, que no toda es acasos pa-
ra el sabio;
puede ser ayudada de la
[p.22] industria. Contentanse algunos
con
ponerse de buen aire a las puertas de
la fortuna, y esperan à que ella
o⟨a⟩bre:
mejor otros passan adelante, y va-
lense de la cuerda audacia, que en
alas de su virtud, y valor,
puede dar
alcance a la dicha, y lisonjearla efi-
cazmente. Pero bien filososado, no
ay otro arbitrio sino el de
la virtud,
y atencion; por que no
ay mas di-
cha, ni mas desdicha, que
prudencia,
ò imprudencia.
22. Hombre de plausibles noticias. Es
municion
de discretos la cortesana
gustosa erudicion: un platico saber
de todo lo
corriente, mas a lo noti
cioso, menos a lo vulgar: tener una
sazonada copia
de sales en dichos,
de galanteria en hechos, y saberlos
emplear en su
ocasion: que saliò a
vezes mejor el aviso en un chiste, que
en el mas
grave magisterio. Sabidu-
ria conversable,
valioles mas a algu-
nos, que todas las siete, con
ser tan
liberales.
23. No tener algun desoro. El sino
de la
perfeccion pocos viven sin
[p.23] achaque, assi en lo moral,
como en
lo natural, y se apassionan por ellos,
pudiendo curar con
facilidad. Lasti-
male la agena cordura, de que
tal
vez a una sublime universalidad de
prendas, se le atreva un minimo
de-
fecto, y basta una nube a eclipsar
todo un Sol. Son lunares de la re-
putacion, donde
para luego, y aun
repara la malevolencia. Suma destre-
za seria convertirlos en realces. Desta
suerte supo Cesar
laurear el natural
desaire.
24. Templar la
imaginacion: unas ve-
zes
corrigiendola, otras ayudando
la, que es el todo para la felicidad;
y
aun ajusta la cordura; da en tirana,
ni se contenta con la especulacion,
si-
no que obra, y aun suele
señorearse
de la vida, haziendola gustosa, ò
pesada, segun la necedad
en que dà;
porque haze descontentos, ò satis-
fechos de si mismos: representa a u-
nos continuamente penas, hecha
verdugo casero de necios:
propone
a otros felicidades y aventuras con
alegre
desvanecimiento. Todo esto
[p.24] puede sino la enfrena la
prudentissima
sinderesis.
25. Buen
entendedor. Arte era de ar-
tes el saber discurrir; ya no basta, me-
nester
es adivinar, y mas en desen-
gaños. No puede ser
entendido el
que no fuere buen entendedor. Ay
zahories del coraçon, y
linces de las
intenciones: las
verdades que mas
nos importan, vienen siempre a me-
dio dezir, recibanse del atento a to-
do entender: en lo favorable tiran-
t⟨rl⟩e4 la rienda a la
credulidad, en lo
odioso picarla.
26. Hallarle su torcedor a cada uno.
Es el
arte de mover voluntades; mas
consiste en destreza que en resolu-
cion; un saber por donde se le ha de
entrar
a cada uno: no ay voluntad
sin especial aficion, y diferentes se-
gun la variedad de los gustos. Todos
son
idolatras, unos de la estimacion,
otros del interes, y los mas del de-
leite; la maña està en conocer estos
idolos
para el motivar,⟨;⟩ conocien-
dole a cada uno su eficaz
impulso: es
como tener la llave del querer
age-
[p.25] no: hase de ir
al primer mobil, que
no siempre es el supremo: las mas
vezes el infimo,
porque son mas en
el mundo los desordenados, que los
subordinados. Hasele
de prevenir el
genio primero, tocarle el verbo,
despues cargarle con la
aficion, que
infaliblemente dara mata al alvedrio.
27. Pagarse mas de intensiones, que
de
extensiones. No consiste la per-
feccion en la cantidad, sino en la
calidad. Todo lo muy bueno fue
siempre poco, y raro, es de descredi-
to lo
mucho. Aun entre los hombres
los Gigantes
suelen ser los verdade-
ros Enanos.
Estiman algunos los li
bros por la corpulencia, como si se
escribiessen
para exercitar antes los
braços, que los ingenios. La exten-
sion sola nunca pudo exceder de me
diania, y
es plaga de hombres uni-
versales, por querer
estar en todo,
estar en nada. La
intencion dà emi-
nencia, y heroica, si en
materia sub-
lime.
28. En nada
vulgar. No en el gusto.
O gran sabio! el que se
desconten-
[p.26] tava
de que sus cosas agradassen a los
muchos: hartazgos de aplauso co-
mun, no satisfacen a los
discretos.
Son algunos tan camaleones de la
popularidad, que
ponen su fruicio⟨n⟩,
no en las
mareas suavissimas de Apo-
lo, sino en el aliento
vulgar. Ni en
el entendimiento, no se pague de
los milagros del vulgo,
que no pas-
san de espanta⟨=⟩ ignorantes, admi-
rando la necedad comun, quando
desengañando la advertencia
singu
lar.
29. Hombre de entereza. Siempre de
parte de la
razon, con tal teson de
su proposito, que ni la passion vul-
gar, ni la violencia tirana le obliguen
jamas a pisar la raya de la razon. Pero
quien serà este Fenix de la equi-
dad? que tiene pocos finos la en-
tereza. Celebrandola
muchos, mas
no por su casa: siguenla otros hasta
el peligro;⟨,⟩ en èl los
falsos la niegan,
los politicos la disimulan,⟨:⟩ no repa-
ra ella en encontrarse con la amistad,
con el poder, y aun con
la propria
conveniencia, y aqui es el aprieto del
[p.27] desconocerla. Abstrahen los astutos
con metafisica
plausible, por no a-
graviar, ò la razon superior,
ò la
de estado: pero el constante varon juzga
por especie de traicion el
disi-
mulo, preciase mas de la tenacidad,
que de la sagacidad: hallase donde
la verdad se halla, y si dexa los suje-
tos, no es por variedad suya, sino
dellos
en dexarla primero.
30. No hazer profession de empleos
desautorizados: mucho menos de
quimera, que sirve mas de
solicitar
el desprecio, que el credito. Son
muchas las sectas del
capricho, y de
todas ha de huir el varon cuerdo. Ay
gustos exoticos, que
se casan siem-
pre con todo aquello que lo
sabios
repudian, viven muy pagados de to-
da
singularidad: que aunque los ha-
ze muy conocidos,
es mas por mo-
tivos de la risa, que de la
reputacion.
Aun en profession de sabio no se ha
de señalar el atento:
mucho menos en
aquellas que hazen ridiculos a sus
afectantes: ni se
especifican, porque
las tiene individuadas el comun des-
credito.
[p.28] 31. Conocer los afortunados, para la
eleccion, y los
desdichados para la
fuga. La
infelicidad es de ordinario
crimen de necedad, y de participan-
tes no ay contagion tan
apegadiza:
nunca se le ha de abrir la puerta al me-
nor mal, que siempre vendran tras
èl otros
muchos, y mayores en ce-
lada. La mejor treta del juego, es
saberse descartar: mas importa la
menor carta del triunfo que
corre,
que la mayor del que passò. En du-
da,
acierto es llegarse a los sabios,
y prudentes, que tarde, ò temprano
topan
con la ventura.
32. Estar en opinion de dar gusto;
para los
que goviernan gran credi-
to de agradar; realce de
sobera-
nos para conquistar la gracia uni-
versal. Esta sola es la ventaja del
mandar,
poder hazer mas bien que
todos: aquellos son amigos que ha-
zen amistades. Al contrario estan
otros
puestos en no dar gusto, no
tanto por lo cargoso, quanto por
lo maligno,
opuestos en toda à la di-
vina comunicabilidad.
33. Saber abstraer que si es gran li-
cion del vivir el
saber negar, mayor 525
sera
saberse negar à si mismo; a los
negocios, a
los personages: ay ocu-
paciones estrañas, polillas de precio-
so
tiempo: y peor es ocuparle en lo
impertinente, que hazer nada; no
basta para atento no ser entremetido,
mas es menester, procurar que no
le
entremetan. No ha de ser tan de to-
dos,
que no sea de si mismo, aun de
los amigos no se ha de abusar, ni
quiera
mas dellos, de lo que le con-
cedieren; todo lo
demasiado es vi-
ciofo, y mucho mas en el trato:
con
esta cuerda templança se conserva
mejor el agrado con todos, y la
esti-
macion, porque no se roza la precio-
sissima decencia: tenga pues libertad
de
genio, apassionado de lo selecto;
y nunca peque contra la fee de su
buen
gusto.
34. Conocer su realce Rey. La pren-
da relevante, cultivando aquella, y
ayudando a las demas. Qualquiera
huviera conseguido la eminencia en
algo,
si huviera conocido su ventaja;
[p.30] observe el atributo
Rey, y cargue la
aplicacion: en unos excede el juizio,
en otros el valor.
Violentan los mas
su Minerva, y assi en nada consiguen
superioridad: lo
que lisonjea presto
la passion, desengaña tarde el tiem-
po.
35. Hazer concepto, y mas de lo que
importa mas: no pensando se pier-
den todos los necios: nunca
conci-
ben en las cosas la mitad; y
como no
perciben el daño, ò la conveniencia,
tampoco aplican la
diligencia.⟨,⟩ Ha-
zen algunos mucho caso de lo que
importa
poco, y poco de lo que mu-
cho, ponderando
siempre al reves.
Muchos por faltos de sentido, no le
pierden.
Cosas ay que se devrian
observar con todo el conato, y con-
servar en la profundidad de la mente.
Haze
concepto el sabio de todo,
aunque con distincion⟨;⟩ caba donde
ay fondo, y reparo; y piensa tal
vez
que ay mas de lo que piensa; de suer-
te
que llega la reflexion adonde llegò
la aprehension.
36. Tener tanteada su fortuna: para
[p.31] el proceder, para el empeñarse; im-
porta mas, que la observacion del
temperamento, que si es necio
el que
ha quarenta años llama a Hipocrates
para la salud; mas el que à
Seneca pa-
ra la cordura. Gran arte saberla re-
gir, ya esperandola, que tambien ca-
be la espera en ella, yà lograndola
que
tiene vez, y contingente: Si bien
no se le puede coger el tenor, tan
anomalo es su proceder. El que la
observò favorable, prosiga con de-
spejo, que suele apassionarse por los
osados; y aun como vizarra por los
jovenes. No obre el que es infeliz,
retirese: ni le dè lugar de dos infe-
licidades
adelante el que le predo-
mna
37. Conocer, y saber usar de las varil-
las. Es el punto mas sutil del huma-
no trato. Arrojanse para tentativa
de los
animos, y hazese con ellas la
mas dissimulada y penetrante tienta
del
coraçon. Otras ay maliciosas,
arrojadizas, tocadas de la yerva de
la
invidia, untadas del veneno de la
passion: rayos imperceptibles para
[p.32] derribar de la gracia, y de la estima-
cion. Cayeron muchos de la pri-
vança superior y inferior, heridos
de un
leve dicho destos: a quien es
toda una conjuracion de murmura-
cion vulgar, y malevolencia singular,
no
fueron bastantes à causar la mas
leve trepidacion. Obran otras al
contrario por favorables, apoyando,
y confirmando con la reputacion.
Pero
con la misma destreza que
las arroja la intencion, la ha de reci-
bir la cautela, y esperarlas la aten-
cion: porque està librada la defensa
en el
conocer, y queda siempre fru-
strado el tiro
prevenido.
38. Saberse dexar ganando con la for-
tuna: es de taures de reputacion:
tanto importa una bella retirada, co-
mo una
vizarra acometida: un poner
en cobro las hazañas quando fueren
bastantes,
quando muchas. Conti-
nuada felicidad fue siempre
sospe-
chosa; mas segura es la
interpolada,
y que tenga algo de agridulce, aun
para la fruicion: quanto
mas atropel-
landose las dichas corren mayor
ries-
[p.33] go de deslizar,
y dar altraste con to-
do: recompensase tal vez la
brevedad
de la duracion con la intencion del
favor. Cansase la fortuna de
llevar a
uno a cuestas tan a la larga.
39. Conocer las cosas en su punto, en
su
sazon, y saberlas lograr. Las obras
de la naturaleza todas llegan al com-
plemento de su perfeccion; hasta alli
fueron ganando, desde alli perdien-
do. Las de
Arte raras son las que
llegan al no poderse mejorar. Es
eminencia de un
buen gusto, gozar de
cada cosa en su complemento: no
todos pueden, ni los
que pueden sa-
ben. Hasta en los frutos del
enten-
dimiento ay esse punto de madurez;
importa conocerla para la estima-
cion, y el
exercicio.
40. Gracia de las gentes. Mucho es
conseguir
la admiracion comun; pe-
ro mas la aficion; algo
tiene de
estrella lo mas de industria, comien-
za por aquella, y prosigue por esta:
No basta la eminencia de prendas,
aunque se supone, que es facil de ga-
nar el
afecto, ganado el concepto.
[p.34] Requierese pues para la
benevolen-
cia la beneficencia: hazer bien à
to-
das manos; buenas palabras, y mejo-
res obras, amar para ser amado, la
cortesia
es el mayor hechizo politico
de grandes personages. Hase de
alargar la
mano primero a las ha-
zañas, y despues a las
plumas, de la
hoja a las hojas, que ay gracia de
Escritores, y es eterna.
41. Nunca
exagerar: gran assunto de
la atencion, no hablar por
superlati-
vos, ya por no exponerse à
ofender
la verdad, yà por no desdorar su cor-
dura. Son las exageraciones, prodi-
galidades de
la estimacion, y dan in-
dicio de la cortedad del
conocimien-
to, y del gusto. Despierta vivamente
a la
curiosidad la alabança, pica el
deseo, y despues sino corresponde el
valor al precio, como de ordinario
acontece; rebuelve la expectacion
contra el engaño, y despicase en el
menosprecio de lo celebrado, y del
que celebrò. Anda pues el cuerdo
muy detenido, y quiere mas
pecar
de corto, que de largo. Son raras las [p.35]
eminencias, templese la estimacion.
El encarecer es ramo de mentir;
y
pierdese en ello el credito de buen
gufto, que es grande, y el de
enten-
dido, que es mayor.
42. Del natural Imperio. Es una se-
creta fuerça de superioridad: no ha
de
proceder del artificio enfadoso,
sino de un imperioso natural. Suje-
tansele todos sin advertir el como,
reconociendo el secreto vigor de la
conatural autoridad. Son estos Ge-
nios señoriles, Reyes por merito, y
Leones
por privilegio inato, que co-
gen el coraçon, y
aun el discurso a
los demas, en fe de su respeto: si las
otras prendas
favorecen, nacieron
para primeros mobles politicos, por-
que executan mas con un amago,
que otros con una prolixidad.
43. Sentir
con los menos y hablar con
los mas. Querer ir contra el
cor-
riente, es tan impossible al
desengaño,
quanto facil al peligro. Solo un So-
crates
podria emprenderlo: tienese
por agravio el disentir, porque es
condenar el juizio ageno: multipli-
[p.36] canse los disgustados, yà por el suge-
to censurado, yà del que lo aplaudia;
la verdad es de pocos,
el engaño es
tan comun como vulgar. Ni por el
hablar en la plaça se ha
de sacar el sa-
bio, pues no habla alli con su
voz,
sino con la de ⟨la⟩ necedad
comun, por
mas que la estè desmintiendo su in-
terior. Tanto huye de ser contradi-
cho el cuerdo como de contradezir:
lo que es pronto a la
censura es de-
tenido a la publicidad della.
El sen-
tir es libre, no se puede ni
debe vio-
lentar; retirase al sagrado de su silen-
cio; y si tal vez se permite, es à som-
bra de pocos y cuerdos.
44. Sympatia con los grandes varo-
nes. Prenda es de Heroe el convinar
con Heroes:
prodigio de la natura-
leza por lo oculto, y por
lo ventajo-
so. Ay parentesco de coraçones y
de genios: y son sus efetos los que la
ignorancia vulgar achaca bevedizos.
No para en sola estimacion, que ade-
lanta
benevolencia, y aun llega a pro-
pension; persuade
sin palabras, y
consigue sin meritos. Aila activa, y
[p.37] la ay passiva; una y otra felizes,
quanto mas sublimes: gran
destreza el
conocerlas, distinguirlas, y saberlas
lograr, que no ay
porfia, que baste
sin este favor secreto.
45. Vsar, no abusar de las reflexas. No
se han
de afectar, menos dar a enten-
der: toda arte se
ha encubrir,
que es sospechosa: y mas la de caute-
la, que es odiosa. Vsase mucho el-
engaño, multipliquese el rezelo;
sin darse a conocer, que ocasionaria
la desconfiança: mucho desobliga,
y provoca a la vengaça despierta
el mal,
que se imaginò. La
reflexion en el proceder, es gran
ventaja en el obrar:
no ay mayor
argumento del discurso. La ma-
yor perfeccion de las acciones està
afiançada del señorio con que se exe-
cutan.
46. Corregir su antipatia. Solemos
aborrecer
de grado, y aun antes de
las previstas prendas: y tal vez se
atreve esta
inata vulgarizante aversion
a los varones eminentes. Corrijala la
cordura,
que no ay peor descredito,
[p.38] que aborrecer a los mejores: lo que
es de
ventaja la simpatia con Heroes,
es desdoro de la antipatia.
47. Huir los empeños. Es de los pri-
meros assuntos de la prudencia. En
las
grandes capacidades siempre ay
grandes distancias hasta los ultimos
trances: ay mucho que andar de un
extremo a otro, y ellos siempre se
estàn
en el medio de la cordura, lle-
gan tarde al
rompimiento. que es
mas facil hurtarle el cuerpo a la oca-
sion, que salir bien della. Son ten-
taciones de juizio, mas seguro el
huirlas,
que el vencerlas. Trae un
empeño otro mayor, y esta muy al
canto del
despeño. Ay hombres oca-
sionados por genio y por aun por
nacion:
faciles de meterse en obligaciones:
pero el que camina a la luz de
la ra-
zon, siempre va muy sobre el caso.
Estima por mas valor el no empeñar-
se, que el
vencer, y yà que aya un
necio ocasionado, escusa que con
el no sean dos.
48. Hombre con fondos, tanto tiene
de persona.
Siempre ha de ser otro
[p.39] tanto mas lo interior, que lo
exte-
rior en todo. Ay sugetos de sola fa-
chada, como casas por acabar, por-
que faltò el caudal, tienen la entra-
da de palacio, y de choza la habita-
cion: no ay en estos donde parar, o
todo para, porque
acabada la pri-
mera salutacion, acabò la
conversa-
cion. Entran por las primeras
cor-
tesias, como cavallos Sicilianos,
y
luego paran en silenciarios, que se
agotan las palabras, donde no ay pe-
renidad de concepto. Engañan
estos
facilmente a otros, que tienen tam-
bien la vista superficial; pero no à la
astucia, que como mira
por dentro
los halla vaciados, para ser fabula de
discretos.
49. Hombre juizioso, y notante. Se-
ñorease èl de los objetos, no los ob-
jetos dèl. Sonda luego el fondo de
la mayor
profundidad: sabe hazer
anotomia de un caudal con perfec-
cion. En viendo un personage, le com-
prehende, y lo censura por essencia.
De raras observaciones,
gran desci-
frador de la mas recatada interiori-
[p.40] dad. Nota acre cocibe
sutil, infie-
re juizioso; todo lo descubre,
advier-
te, alcança, y comprehende.
50650. Nunca perderse el respeto à si mis-
mo, ni se ros⟨ç⟩e consigo à solas: sea
su misma entereza norma propia de
su rectitud, y deva mas à la severidad
de su dictamen, que a todos les ex-
trinsecos
preceptos. Dexe de hazer
lo indecente, mas por el temor de su
cordura,
que por el rigor de la age-
na autoridad: llegue a
temerse, y no
necessitarà del ayo imaginario de Se-
neca.
51751. Hombre de buena eleccion.
Lo
mas se vive della: supone el buen gu-
sto,
y el rectissimo dictamen, que no
bastan el estudio, ni el ingenio. No
ay
perfeccion donde no ay delecto:
dos ventajas incluye, poder escoger,
y lo
mejor. Muchos de ingenio fe-
cundo, y sutil, de
juizio acre, estu-
diosos y noticiosos, tambien en
lle-
gando al elegir se pierden: casanse
siempre con lo peor, que parece afe-
ctan el
errar, y assi este es uno de los
dones maximos de arriba.
[p.41] 52. Nunca descomponerse, gran as-
sunto de la cordura, nunca desba-
ratarse: mucho hombre arguye, de
coraçon coronado,
porque toda
magnanimidad es dificultosa de co-
moverse. Son las passiones los humo-
res del animo, y qualquier excesso en
ellas causa
indisposicion de cordura; y
si el mal saliere a la boca,
peligrara
la reputacion. Sea pues tan señor de
si, y tan grande, que ni en
lo mas pros-
pero, ni en lo mas adverso pueda
al-
guno censurarle perturbado, si ad-
mirarle superior.
53. Diligente, y Inteligente. La di-
ligencia executa presto lo que la inte-
ligencia prolixamente piensa. Es pas-
sion de necios la prisa, que como no
descubren el tope, obran sin reparo: al
contrario, los sabios
suelen pecar de
detenidos; que del advertir nace el
reparar:
malogra tal vez la inefica-
cia de remission lo
acertado del di-
ctamen. La presteza es madre de la
dicha.
Obrò mucho el que nada
dexò para mañana. Augusta empre-
sa correr a espacio.
[p.42] 54. Tener brios a lo cuerdo.
Al Leon
muerto hasta las liebres le repelan, no
ay burlas con el
valor; si cede al pri-
mero, tambien avrà de
ceder al se-
gundo, y desde modo hasta el
ulti-
mo: la misma dificultad avrà de
ven-
cer tarde, que valiera mas desde
lue-
go. El brio del animo excede al
del
cuerpo: es como la espada, ha de ir
siempre embainado en su
cordura,
para la ocasion. Es el resguardo de
la persona: mas daña el
descaecimi-
ento del animo, que el del
cuerpo.
Tuvieron muchos prendas eminen-
tes, que por faltarles este aliento del
coraçon parecieron muertos,
y aca-
baron sepultados en su dexamiento,
que
no sin providencia juntò la natu-
raleza acudida
la dulçura de la miel
con lo picante del aguijon en la abe-
ja: nervios y huessos ay en el cuer-
po, no sea el animo todo blandura.
55. Hombre de espera, arguye gran
coraçon con ensanches de sufrimien-
to; nunca apresurarse, ni
apassionar-
se. Sea uno primero señor de si, y
lo
serà despues de los otros; hase de ca-
[p.43] minar por los espacios del tiempo al
centro de la
ocasion. La detencion
prudente sazona los aciertos y ma-
dura
los secretos. La muleta del
tiempo es mas obradora que la aze-
rada clava de Hercules. El mismo
Dios no castiga con baston, sino con
sazon: gran dezir el tiempo, y yo, à
otros
dos.de
Filippo28 La
misma Fortuna premia
el esperar con la grandeza del galar-
don.
56. Tener buenos repentes: nacen de
una
prontitud feliz: no ay aprietos
ni acasos para ella en fe de su vivaci-
dad y despejo. Piensan mucho algu-
nos para errarlo todo despues; y
otros lo aciertan todo sin
pensarlo
antes. Ay caudales de antiparistasi,
que empeñados
obran mejor; sue-
len ser monstros, que de pronto
to-
do lo aciertan, y todo lo yerran de
pensado; lo que no se les ofrece lue-
go, nunca,
ni ay que apelar⟨⸥⟩a despues.
Son
plausibles los prestos, porque
arguyen prodigiosa capacidad, en
los
conceptos sutileza, en las obras
cordura.
[p.44] 57. Mas seguros son los pensados⟨:⟩ har-
to presto, si bien: lo que luego se ha-
ze,
luego se deshaze; mas lo que ha
de durar una eternidad, ha de tardar
otra
en hazerse: no se atiende sino a
la perfeccion; y solo el acierto
permanece. Entendimiento con fondos
logra eternidades, 20lo que mucho va-
le, mucho cuesta9 , que aun el mas
pre-
cioso de los metales es el mas
tardo,
y mas grave.
58. Saberse atemperar: No se ha de
mostrar
igualmente entendido con
todos; ni se han de emplear mas
fuerças de las
que son menester; no
aya desperdicios, ni de saber ni de
valer: no echa a
la presa el buen
cetrero mas rapiña de la que ha me-
nester, para darle caça: no estè siem-
pre de ostentacion, que al otro dia
no admirarà. Siempre ha de
aver
novedad con que luzir, que quien
cada dia descubre mas, mantiene
siempre la expectacion, y nunca lle-
gan a
descubrirle los terminos de su
gran caudal.
59. Hombre de buen dexo. En casa
[p.45] de la Fortuna si se entra por la puerta
del plazer, se sale por la del
pesar: y
al contrario; atencion pues al aca-
bar, poniendo mas cuidado en la fe-
licidad de la salida, que en el aplau-
so de la entrada. Desaire comun es
de afortunados, tener
muy favorables
los principios, y muy tragicos los
fines. no està el
punto en el vulgar
aplauso de una entrada, que essa to-
dos las tienen plausible; pero si en el
general sentimiento de una salida,
que son raros los deseados,
pocas
vezes acompaña la dicha a los que
salen; lo que se muestra de
cumplida
con los que vienen, de descortes con
los que van.
60. Buenos dictamenes. Nacense al-
gunos prudentes: entran con esta
ventaja de
la sinderesis conatural en
la sabiduria, y assi tienen la mitad an-
dada para los aciertos: con la edad,
y la
experiencia viene a sazonarse del
todo la razon, y llegan a un juizio
muy
templado: abominan del todo
capricho, como de tentacion de la
cordura, y
mas en materias de esta-
[p.46] do, donde por la suma importancia,
se requiere la total seguridad. Mere-
cen estos la assistencia al governalle,
ò
para exercicio, o para consejo.
61. Eminencia en lo mejor. Vna gran
singularidad entre la pluralidad de
perfecciones. No puede aver Heroe
que
no tenga algun extremo subli-
me. Las median⟨i⟩as no son assunto
del aplauso. La
eminencia en rele
vante empleo saca de un ordinario
vulgar, y levanta a
categoria de raro.
Ser eminente en profession, humilde
es ser
algo en lo poco: lo que tiene
mas de lo deleitable, tiene menos de
lo glorioso. El excesso
en aventaja-
das materias, es como un
caracter
de soberaria, solicita la admiracion,
y concilia el
afecto.
62. Obrar con buenos instrumentos.
Quieren
algunos que campee el ex-
tremo de su sutileza en
la ruindad de-
los instrumentos: peligrosa
satisfa-
cion merecedora de un fatal
castigo.
Nunca la bondad del ministro des-
minuyò la grandeza del Patron: an-
tes toda la
gloria de los aciertos re-
[p.47] cae despues sobre la causa principal,
assi como al contrario el
vituperio.
La fama siempre va con los prime-
ros; nunca dize: aquel tuvo buenos,
ò malos ministros, sino aquel fue
buen, ò mal artifice. Aya pues elec-
cion, aya
examen, que se les ha de
fiar una inmortalidad de reputacion.
63. Excelencia de primero, y si con
eminencia
doblada: gran ventaja ju-
gar de mano, que gana en
igualdad.
Huvieran muchos sido Fenix en los
empleos, à no irles
otros delante: al-
çanse los primeros con el
mayoraz-
go de la fama, y quedan para los
se-
gundos pleiteados alimentos:
por
mas que suden, no pueden purgar el
vulgar achaque de
imitacion. Sutile-
za fue de prodigiosos, inventar
rum-
bo nuevo para las eminencias; con
tal, que assegure primero la cordura
los empeños. Con la novedad de
los
assuntos se hizieron lugar los sa-
bios en la
matricula de los heroicos.
Quieren algunos mas ser primeros
en segunda
categoria, que ser segun-
dos en la primera.
[p.48] 64. Saberse escusar
pesares, es cordura
provechosa, ahortar de disgustos.
La
prudencia evita muchos, es Luci-
na de la
felicidad, y por esso del con-
tento. Las odiosas
nuevas no darlas,
menos recebirlas: hanseles de vedar
las entradas, si no
es la del remedio.
A unos se les gastan los oides de oir
mucho dulce en
lisonjas; a otros de
escuchar amargo en chismes: y ay
quien no sabe vivir
sin algun cotidia-
no sinsabor: como ni Mitridates
sin
veneno.
Tan poco es regla de con-
servarse, querer
darle a si un pesar de
toda la vida, por dar plazer una vez
a otro,
aunque sea el mas propio:
nunca se ha de pecar contra la dicha
propia,
por complazer al que acon-
seja, y se queda
fuera: y en todo
acotecimiento, siempre que se en-
contraren el hazer plazer a otro,
con el hazerse a si
pesar, es licion de
conveniencia, que vale mas que el
otro se disguste
aora, que no tu des-
pues, y sin
remedio.
65. Gusto relevante. Cabe cultura en
el, assi
como en el ingenio: realça la
[p.49] excelencia del entender
el apetito del
desear, y despues la fruicion del pos-
seer. Conocese la altura de un cau-
dal por la elevacion del afecto: mu-
cho objeto
ha menester para satisfa-
cerse una gran
capacidad: assi como
los grandes bocados son para gran-
des
paladares: las materias sublimes
para los sublimes genios. Los mas
valientes objetos le temen; y las mas
seguras perfecciones desconfian:
son
pocas las de primera magnitud, sea
raro el aprecio. Peganse
los gustos
con el trato, y se heredan con la con-
tinuidad: gran suerte comunicar con
quien le tiene en su punto.
Pero no
se ha de hazer profession de desagra-
darse de todo, que es uno de los ne-
cios
extremos, y mas odioso quando
por afectacion, que por destemplan-
ça. Quisieran algunos, que criara
Dios otro
mundo, y otras perfeccio-
nes, para satisfacion de
su extrava-
gante fantasia.
66. Atencion a que le salgan bien las
cosas. Algunos
ponen mas la mira
en el rigor de la direccion, que en la
[p.50] felicidad del conseguir intento: pe-
ro mas prepondera siempre el descre-
dito de la infelicidad, que el abono
de
la diligencia. El que vence, no
necessita de dar satisfaciones. No
perciben los mas la puntualidad de
las circunstancias, sino los buenos,
ò
los ruines sucessos: y assi nunca se
pierde la reputacion, quando se
consi-
gue el intento. Todo lo dora
un
buen fin, aunque lo desmientan los
desaciertos de los medios. Que
es
arte ir contra el arte, quando no se
puede de otro modo conseguir
la
dicha de salir bien.
67. Preferir los empleos plausibles.
Las mas
de las cosas dependen de la
satisfacion agena: es la estimacion
para las
perfecciones, lo que el Fa-
bonio para las flores,
aliento, y vida.
Ay empleos expuestos a la aclama-
cion universal: y ay otros aunque
mayores, en nada
expectables:
aquellos, por obrarse a vista de todos,
captan la
benevolencia comun: estos
aunque tienen mas de lo raro, y pri-
moroso, se quedadn en el secreto de
[p.51] su imperceptibilidad; venerados, pe-
ro no aplaudidos. Entre los Princi-
pes, los vitoriosos son los celebra-
dos; y por
esso los Reyes de Aragon
fueron tan plausibles por guerreros,
conquistadores, y magnanimos. Pre-
fiera el varon
grande los celebres em-
pleos, que todos perciban,
y partici-
pen todos, y a sufragios comunes
quede inmortalizado.
68. Dar entendimiento, es de mas pri-
mor, que el dar memoria: quanto es
mas,
unas vezes se ha de acordar, y
otras advertir. Dexan algunos de
hazer
las cosas, que estuvieran en su
punto, porque no se les ofrecen,
ayude
entonces la advertencia ami-
gable a concebir las
conveniencias.
Vna de las mayores ventajas de la
mentes es el ofrecersele lo que
impor-
ta: por falta desto dexan de
hazerse
muchos aciertos. dè luz el que
la alaça, y solicitela
el que la mendi-
ga, aquel con detencion, este
con
atencion: no sea mas que dar pie; es
urgente esta sutileza, quando
toca en
utilidad del que despierta: conviene
[p.52]
mostrar gusto, y passar a mas quando
no bastare: yà se tiene el no, vayase
en busca del si, con destreza, que las
mas vezes no se configue, porque no
se intenta.
69. No rendirse a un vulgar
humor.
Hombre grande, el que
nunca se suje-
ta a peregrinas impressiones10 . Es li13-
cion de advertencta la reflexion so-
bre si: un conocer su disposicion
actual y prevenirla: y aun decantar-
se
al otro extremo para hallar, entre
el natural, y el arte, el fiel de la
sinde-
resis. Principio es de corregirse
el
conocerse; que ay monstruos de la
impertinencia, siempre estan de al-
gun humor, y varian afectos con el-
los, y arrastrados eternamente desta
destemplança civil, contraditoria-
mente se
empeñan, y no solo gasta la
voluntad este excesso, sino que se
atreve al
juizio, alterando el querer,
y el entender.
70. Saber
negar. No todo se ha de
conceder, ni a todos: tanto
importa
como el saber conceder; y en los que
mandan es atencion
urgente; aqui
[p.53] entra el modo. Mas se estima
el no
de algunos, que el si de otros; por-
que un no dorado, satisfaze mas
que un si a secas. Ay muchos, que siem-
pre tienen en la boca el no: con que
todo
lo desazonan. El no es siempre
el primero en ellos, y aunque despues
todo
lo vienen a conceder, no se les
estima, porque precediò aquella pri-
mera desazon. No se han de negar
de rondon las cosas, vaya
a tragos el
desengaño: ni se ha de negar del to-
do, que seria desahuciar la dependen-
cia: queden siempre algunas reli-
quias de esperança, para que tem-
plen lo amargo del negar: Llene la
cortesia el vacio del
favor, y suplan
las buenas palabras la falta de las
obras. El no y el
si son breves de
dezir, y piden mucho pensar.
71. No ser desigual: de proceder ano-
malo, ni por natural, ni por afecta-
cion. El varon cuerdo siempre fue el
mismo
en todo lo perfecto, que es
credito de entendido: dependa en su
mudança de
la de las causas, y meri-
tos; en materia de
cordura la varie-
[p.54] dad es
fea. Ay algunos, que cada
dia son otros de si, hasta el entendi-
miento tienen desigual, quanto mas
la
voluntad, y aun la ventura: el que
ayer fue el blanco de su si, oy es el ne-
gro de su no; desmintiendo siempre
su
propio credito, y deslumbrando
el ageno concepto.
72. Hombre
de resolucion: menos
dañosa es la mala execucion, que
la
irresolucion: no se gastan tanto los
materias quando corren, como
si
estancan. Ay hombres indetermina-
bles,
que necessitan de agena premo-
cion en todo: y à
vezes no nace tan-
to de la perplexidad del
juizio, pues
lo tienen perspicaz, quanto de la in-
eficacia. Ingensioso suele ser el difi-
cultar; pero mas lo es el hallar salida
a los inconvenientes.
Ay otros que
en nada se embaraçan, de juizio gran-
de, y determinado, nacieron para
sublimes empleos, porque su
despe-
jada comprehension facilita el acier-
to, y el despacho: todo se lo hallan
hecho,
que despues de aver dado ra-
zon a un mundo, le
quedò tiempo a
[p.55] uno destos para otro; y quando
estan
afiançados de su dicha, se empeñan
con mas seguridad.
73. Saber usar del desliz. Es el des-
empeño de los cuerdos: con la ga-
lanteria de un donaire suelen salir del
mas
intrincado laberinto. Hurtasele
el cuerpo airosamente con un sonri-
so a la mas dificultosa contienda. En
esto
fundava el mayor de los grandes
Capitanes su valor. Cortés treta del
negar, mudar el
verbo, ni ay mayor
atencion que no darse por entendi-
do.
74. No ser intratable. En lo mas po-
blado estan las fieras verdaderas. Es
la
inaccesibilidad vicio de descono-
cidos de si, que
mudan los humores
con los honores: no es medio a pro-
posito para la estimacion començar-
enfandando. Que es de ver uno de-
stos
monstruos intratables siempre a
punto de su fiereza impertinente?
entran a
hablarles los dependientes
por su desdicha, como a lidiar con ti-
gres: tan armados de tiento, quanto
de
rezelo. Para subir al puesto agra-
[p.56] daron a todos, y en estando en el, se
quieren
desquitar con enfadar a to-
dos. Aviendo de ser de
muchos por
el empleo, son de ninguno por su
aspereza, ò entono. Cortesano
ca-
stigo para estos, dexarlos estar, hur-
tandoles la cordura con el trato.
75. Elegir Idea Heroica, mas para la
emulacion, que para la imitacion.
Ay exemplares de grandeza, textos
animados de la reputacion: propon-
gase cada uno
en su empleo los pri-
meros, no tanto para seguir,
quanto
para adelantarse. Llorò Alexandro,
no a Aquiles sepultado, sino a
si mis-
mo, aun no bien nacido al lucimien-
to. No ay cosa que assi solicite am-
biciones en el animo, como el clarin
de la
Fama agena. El mismo que
atierra la invidia, alienta la generosi-
dad.
76. No estar siempre de burlas; cono-
cese la prudencia en lo serio, que està
mas
acreditado que lo ingenioso. El
que siempre està de burlas, nunca es
hombre de veras. Igualamoslos a
estos con los mentirosos, en no dar-
[p.57] les credito; a los unos
por rezelo de
mentira, a otros de su fisga. Nunca
se sabe quando hablan en
juizio, que
es tanto como no tenerle. No ay
mayor desaire, que el continuo
do-
naire. Ganan otros fama de dezido-
res, y pierden el credito de cuerdos.
Su rato ha de
tener lo jovial, todos
los demas lo serio.
77. Saber hazerse a todos. Discreto
Proteo,
con el docto docto, y con el
santo santo: gran arte de ganar a to-
dos: porque la
semejança concilia la
benevolencia. Observar los
genios,
y templarse al de cada uno: al serio,
y al jovial
seguirles el corriente, ha-
ziendo politica
transformacion: ur-
gente a los que dependen.
Requiere
esta gran sutileza del vivir un gran
caudal: menos dificultosa al
varon
universal de ingenio en noticias, y de
genio en gustos.
78. Arte de intentar. La necedad
siempre entra de
rondon, que todos
los necios son audazes. Su misma
simplicidad, que les
impide primero
la advertencia para los reparos, les
[p.58] quita despues el sentimiento para los
desaires. Pero la
cordura entra con
grande tiento; son sus bastidores la
advertencia, y el recato: ellos van
descubriendo, para proceder sin pe-
ligro: todo arrojamiento està conde-
nado por la discrecion a despeño,
aunque
tal vez lo absuelva la ventura.
Conviene ir detenido donde se teme
mucho
fondo. Vaya intentando la
sagacidad, y ganando tierra la pru-
dencia: ay grandes baxios oy en el
trato
humano, conviene ir siempre
calando sonda.
79. Genio Genial. Si con templança,
prenda es,
que no defecto. Vn gra-
no de donosidad todo lo
sazona.
Los mayores hombres juegan tam-
bien
la pieza del donaire, que conci-
lia la gracia
universal; pero guardan-
do siempre los aires a la
cordura, y
haziendo la salva al decoro. Hazen
otros de una gracia atajo al
desem-
peño, que ay cosas que se han de to-
mar de burlas, y a vezes las que el
otro toma mas de veras. Indica apa-
cibilidad, garavato de coraçones.
80. Atencion al
informarse. Vivese lo
mas de informacion; es lo menos
lo
que vemos: vivimos de fe agena; es
el oida la puerta segunda de la
ver-
dad, y principal de la mentira.
La
verdad ordinariamente se vè, extra-
vagantemente se oye: raras vezes lle-
ga en
su elemento puro, y menos
quando viene de lexos, siempre trae
algo de
mixta, de los afectos por
donde passa: tiñe de sus colores la
passion
quanto toca, ya odiosa, ya fa-
vorable: tira
siempre a impressionar,
gran cuenta con quien alaba, mayor
con quien
vitupera. Es menester to-
da la atencion en
este punto, para
descubrir la intencion en el que ter-
cia, conociendo de antemano de que
pie
se moviò. Sea la reflexa contraste
de lo farto, y de lo falso.
81. Usar el renovar su lucimiento. Es
privilegio de
Fenix, suele envejecerse
la excelencia, y con ella la fama, la
costumbre desminuye la admiracion,
y una mediana novedad suele
vencer
a la mayor eminencia envejecida:
Vsar pues del renacer en
el valor, en
[p.60] el ingenio, en la dicha, en todo. Em-
peñarse con novedades de bizarria,
amaneciendo muchas vezes como el
Sol: variando teatros
al lucimiento,
para que en el uno la privacion, y en
el otro la
novedad, soliciten aqui el
aplauso, si alli el deseo.
82. Nunca
apurar, ni el mal, ni el bien,
a la moderacion en todo
reduxò la
sabiduria toda un sabio. El sumo de-
recho se haze tuerto, y la naranja,
que mucho se estruja,
llega a dar lo
amargo: aun en la fruicion nunca se
ha de llegar a los
extremos. El mis-
mo ingenio se agota si se
apura, y sa-
carà sangre por leche, el que
esquil-
mare a lo tirano.
83. Permitirse algun venial desliz;
que un descuido suele ser
tal vez la
mayor recomendacion de las pren-
das. Tiene su
ostracismo la invidia,
tanto mas civil, quanto mas crimi-
nal: acusa
lo muy perfecto de que
peca en no pecar: y por perfecto en
todo, lo
condena todo. Hazese Ar-
gos en buscarle
faltas à lo muy bue-
no para consuelo
siquiera. Hiere la
[p.61] censura, como el rayo,
los mas em-
pinados realces. Dormite, pues,
tal vez Homero, y
afecte algun des-
cuido en el ingenio, ò en el
valor;
pero nunca en la
cordura, para
sossegar la malevolencia, no rebien-
te ponçoñosa: sarà como un echar
la capa al toro de
la invidia, para sal-
var la inmortalidad.
84. Saber usar de los enemigos. To-
das las cosas se han de saber tomar,
no por
el corte que ofendan, sino
por la empuñadura que defiendan:
mucho mas la emulacion.
Al varon
sabio mas le aprovechan sus enemi-
gos, que al necio sus amigos. Suele
allanar una
malevolencia montañas
de dificultad, que descofiara de em-
prenderlas a favor. Fabricaronles a
muchos su grandeza sus
malevolos.
Mas fiera es la lisonja, que el odio,
pues remedia
este eficazmente las ta-
chas, que aquella
dissimula. Haze
el cuerdo espejo de la ojeriza, mas
fiel, que el de la
aficion, y previe-
ne a la detraccion los
defectos, ò los
emienda, que es grande el recato,
[p.62]
quando se vive en frontera de una
emulacion, de una malevolencia.
85. No ser
malilla; achaque es de to-
do lo excelente,
que su mucho uso
viene a ser abuso: el mismo codiciar-
lo todos,
viene a parar en enfadar a
todos: grande infelicidad ser para
nada, no
menor querer ser para todo:
vienen a perder estos por mucho ga-
nar, y son despues tan aborrecidos,
quanto
fueron antes deseados. Ro-
zanse destas malillas
en todo genero
de perfecciones, que perdiendo
aquella primera estimacion
de raras,
consiguen el desprecio de vulgares.
El unico remedio de todo lo
extre-
mado es guardar un medio en el luci-
miento, la demasia ha de estar en la
perfeccion, y la templança en la
ostentacion, quanto mas luce una
antorcha, se consume mas, y dura
menos: escasezes de
apariencia, se
premian con logros de estimacion.
86. Prevenir las malas voces. Tiene el
vulgo muchas
cabeças, y assi muchos
ojos para la malicia, y muchas lenguas
para el
descredito. Acontece correr
[p.63] en èl alguna
mala voz, que desdora
el mayor credito; y si llegare a ser
apodo vulgar
acabarà con la reputa-
cion: dasele pie comunmente
con
algun sobresaliente desaire, con ri-
diculos defetos, que son plausible
materia a sus hablillas. Si bien ay des-
doros echadizos de la emulacion
especial, a
la malicia comun; que ay
bocas de la malevolencia, y arruinan
mas presto
una gran fama con un chi-
ste, que con un
descaramiento. Es
muy facil de cobrar la siniestra fama,
porque lo
malo es muy creible, y
cuesta mucho de borrarse. Escuse
pues el
varon cuerdo estos desaires,
contrastando con su atencion la vul-
gar insolencia, que es mas facil el pre-
venir, que el remediar.
87. Culturo, y aliño. Nace barbaro
el hombre, redimese
de bestia cul-
tivandose. Haze personas la
cultura,
y mas quanto mayor. En fe della pu-
do Grecia llamar barbaro a todo el
restante universo. Es muy
tosca la
ignorancia: no ay cosa que mas cul-
tive, que el saber. Pero aun la mis-
[p.64] ma sabiduria fue grossera, si desali-
ñada. No solo ha de ser aliñado el
entender, tambien el querer,
y mas
el conversar. Hallanse hombres na-
turalmente aliñados, de gala interior,
y exterior, en concepto, en
palabras,
en los arreos del cuerpo, que son co-
mo la corteza, y en las prendas del
alma, que son el fruto.
Otros ay al
contrario tan grosseros, que todas
sus cosas, y tal vez
eminencias las
deslucieron con un intolerable bar-
baro desaseo.
88. Sea el trato por mayor, procuran-
do la sublimidad en èl. El varon gran-
de no deve
ser menudo en su proce-
der. Nunca
se ha de individuar mu-
cho en las cosas, y
menos en las de
poco gusto: porque aunque es ven-
taja notarlo todo al descuido, no lo
es quererlo averiguar
todo de propo-
sito. Hase de proceder de
ordinario
con una hidalga
generalidad, ramo
de galanteria. Es gran parte del re-
gir el dissimular; hase de dar passa-
da a las mas de las cosas, entre
fami-
liares, entre amigos, y mas entre
ene-
[p.65] migos.
Toda nimiedad es enfadosa,
y ⟨mas⟩ en la condicion pesada. El ir, y
venir a un
disgusto, es especie de ma-
nia, y comunmente
tal sera el mo-
do de portarse cada uno,
qual fuere
su coraçon, y su capacidad.
89. Comprehension de si. En el genio,
en el ingenio, en
dictamenes, en
afectos. No puede uno ser señor de
si, si primero no se
comprehende.
Ay espejos del rostro, no los ay del
animo: sealo la discreta
reflexion so-
bre si, y quando se olvidare de
su
imagen exterior, conserve la interior
para emendarla, para mejorarla.
Co-
nozca las fuerças de su cordura, y
sutileza, para el emprender: tantee
la irascible para el empeñarse; ten-
ga medido su fondo, y pesado su cau-
dal para todo.
90. Arte para vivir mucho. Vivir bien.
Dos cosas acaban
presto con la vida,
la necedad, ò la ruindad. Perdieron-
la unos por no saberla guardar, y
otros por no querer. Assi como la
virtud es premio de si misma, assi el
vicio es castigo de si mismo: quien
[p.66] vive aprisa en el
vicio, acaba presto
de dos maneras: quien vive aprisa en
la virtud, nunca
muere. Comunica-
se la entereza del animo al
cuerpo,
y no solo se tiene por larga la vida
buena en la intension, sino
en la mis-
ma extension.
91. Obrar siempre sin
escrupulos de
imprudencia. La sospecha de des-
acierto en el que executa, es
eviden-
cia ya en el que mira, y mas si fuere
emulo. Si ya al calor
de la passion
escrupulea el dictamen, condenarà
despues desapassionado
a necedad de-
clarada. Son peligrosas las acciones
en duda de prudencia, mas segura se-
ria
la omission. No admite probabi-
lidades la cordura: siempre camina al
medio dia de la luz de
la razon. Co-
mo puede salir bien una empresa,
que
aun concebida la està ya condendando
el rezelo! y si la resolucion mas
gra-
duada con el nemine discrepante in-
terior, suele salir infelizmente, que
aguarda la que començò titubean-
te en la razon, y
mal agorada del di-
ctamen?
92. Seso transcendental, digo en to-
do; Es la primera y suma regla del
obrar, y
del hablar; mas encargada,
quanto mayores y mas altos los em-
pleos: mas vale un grano de cordu-
ra, que arrobas de sutileza. Es un
caminar
a lo seguro, aunque no tan a
lo plausible; si bien la reputacion de
cuerdo
es el triumfo de la fama: ba-
starà satisfazer a
los cuerdos, cuyo
voto es la piedra de toque a los
aciertos.
93. Hombre universal. Conpuesto de
toda
perfeccion, vale por muchos.
Haze felicissimo el vivir, comunican-
do esta fruicion a la familiaridad. La
variedad con perfeccion, es entrete-
nimiento de
la vida. Gran arte, la de
saber lograr todo lo bueno: y pues le
hizo la
naturaleza al hombre un
compendio de todo lo natural, por
su eminencia,
hagale el arte un uni-
verso por exercicio, y
cultura del
gusto, y del entendimiento.
94. Incomprehensibilidad de caudal.
Escuse el varon atento
sondarle el
fondo, ya al saber, ya al valer, si
[p.68] quiere que le veneren todos: permi-
tase al
conocimiento, no a la compre-
hension. Nadie
le averigue los ter-
minos de la capacidad por
el peligro
evidente del desengaño. Nunca dè
lugar a que alguno le
alcance todo:
mayores efectos de veneracion causa
la opinion, y duda
de adonde llega el
caudal de cada uno, que la evidencia
dèl, por
grande que fuere.
95. Saber entretener la expectacion:
irla
cebando siempre, prometa mas
lo mucho, y la mejor accion sea em-
bidar de mayores. No se ha de echar
todo el
resto al primer lance; gran
treta es saberse templar, en las fuer-
ças, en el saber, y ir adelantando el
desempeño.
96. De la
gran sinderesis; es el trono
de la razon, basa de la
prudencia, que
en fè della cuesta poco el acertar. Es
suerte del cielo, y
la mas deseada por
primera, y por mejor. La primera
pieza del arnes con
tal urgencia, que
ninguna otra que le falte a un hom-
bre, le denomina falto, notase mas su
menos. Todas las acciones
de la vi-
[p.69] da dependen de
su influencia; y todas
solicitan su calificacion, que todo ha
de ser con
seso. Consiste en una con-
natural propension a
todo lo mas
conforme a razon, casandose siempre
con lo mas acertado.
97. Conseguir y conservar la reputa-
cion, es el usufructo de la fama. Cue-
sta mucho, porque nace de las emi-
nencias, que son tan raras, quanto
comunes las medianias.
Conseguida
se conserva con facilidad. Obliga
mucho, y obra mas.
Es especie de
magestad, quando llega a ser venera-
cion;⟨,⟩ por la sublimidad de su causa,
y de
su esfera; pero la reputacion su-
stancial, es
la que valiò siempre.
98. Cifrar la
voluntad. Son las passio-
nes los portillos del animo. El mas
platico saber consiste en
dissimular.
Lleva riesgo de perder el que juega a
juego descubierto.
Conpita la de-
tencion del recato, con la
atencion
del advertido, a linces del discurso,
xibias de interioridad.
No se le sepa
el gusto, por que no se le prevenga,
unos para la
contradicion, otros para
la lisonja.
99. Realidad, y apariencia. Las cosas
no passan por lo que son, sino por lo
que parecen9011 ; son raros los que se miran
por
dentro, y muchos los que se pa-
gan de lo
aparente. No basta tener
razon con cara de malicia.
100. Varon
desengañado. Christiano
sabio. Cortesano filosofo, mas no
parecerlo, menos
afectarlo. Està
desacreditado el filosofar, aunque el
exercicio mayor
de los sabios. Vive
desautorizada la ciencia de los cuer-
dos. Introduxola Seneca en Roma;
conservòse algun tiempo cortesana,
ya es tenido por impertinencia. Pe-
ro siempre el desengaño fue pasto de
la
prudencia, delicias de la entereza.
101. La mitad del mundo se està riendo
de la otra
mitad, con necedad de to-
dos. O todo es
bueno, ò todo es
malo, segun votos; lo que este sigue,
el otro persigue.
Insufrible necio el
que quiere regular todo objeto por
su concepto. No
dependen las per-
fecciones de un solo agrado:
tantos
son los gustos, como los rostros, y
tan varios; no ay defecto sin
afecto,
[p.71] ni se ha de desconfiar
porque no
agraden las cosas a algunos, que no
faltaràn otros que las
aprecien: ni
aun el aplauso destos le sea materia al
desvanecimiento,
que otros lo con
denaràn. La norma de la verdadera
satisfacion, es la
aprovacion de los
varones de reputacion, y que tienen
voto en aquel
orden de cosas. No
se vive de un voto solo, de un uso,
ni de un siglo.
102. Estomago para grandes bocados
de la fortuna. En el
cuerpo de la pru-
dencia no es la parte
menos impor-
tante un gran buche, que de gran-
des partes se compone una gran ca-
pacidad. No se embaraça con las bue-
nas dichas, quien merece otras ma-
yores; lo que es ahito en unos, es
hambre
en otros. Ay muchos, que
se les gasta qualquier muy importan-
te manjar, por la cortedad de su na-
tural, no acostrumbrado, ni nacido
para tan
sublimes empleos; azedase-
les el trato, y con los
humos que se
levantan de la postiza honra, viene a
desvanecerseles la
cabeça, corren
[p.72] gran peligro en los lugares altos,
y
no caben en si, porque no cabe en
ellos la suerte. Muestre, pues, el
va-
ron grande, que aun le quedan en-
sanches para cosas mayores, y hul⟨hui⟩-
ga con especial cuidado de todo lo
que
puede dar indicio de angosto co-
raçon.
103. Cada uno la magestad en su modo.
Sean
todas las acciones, sino de un
Rey, dignas de tal, segun su esfera,
el
proceder Real dentro de los limi-
tes de su cuerda
suerte. Sublimidad
de acciones, remonte de pensami-
entos, y en todas sus cosas represen-
te un Rey por meritos, quando no
por realidad, que la verdadera
so-
berania consiste en la entereza de
costumbres; ni tendrà que invidiar a
la grandeza, quien pueda ser norma
della especialmente a los allegados
al trono, pegueseles algo de la ver-
dadera superioridad, participen antes
de
las prendas de la magestad, que de
las ceremonias de la vanidad, sin afe-
ctar lo imperfecto de la ⟨h⟩inchazon, si-
no lo
realçado de la sustancia.
104. Tener tomado el pulso a los em-
pleos. Ay su variedad en ellos, ma-
gistral conocimiento, y que neces-
ita de advertencia; piden unos va-
lor, y otros sutileza. Son mas faci-
les de manejar los que dependen de
la
rectitud, y mas dificiles los que del
artificio. Con un buen natural no es
menester mas para aquellos: para
estos no basta toda la atencion, y des-
velo. Trabajosa ocupacion gover-
nar hombre, y mas locos ò necios:
doblado seso es menester para con
quien no le tiene. Empleo intolera-
ble
el que pide todo un hombre, de
horas contadas, y la materia cierta,
mejores son los libres de fastidio,
juntando la variedad con la grave-
dad: porque la alternacio refresca
el
gusto. Los mas autorizados son
los que tienen menos, ò mas distan-
te la dependencia: y aquel es el peor,
que
alfin haze sudar en la residencia
humana, y mas en la divina.
105. No
cansar. Suele ser pesado el
hombre de un negocio, y el de
un
verbo. La brevedad es lisonjera, y
[p.74]
mas negociante; gana por lo cortès
lo que pierde por lo
corto. Lo bue-
no, si breve, dos vezes bueno; y
aun
lo malo, si poco, no tan malo.19912 Mas
obran quintas essencias, que farra-
gos: y es verdad comun, que
hombre
largo raras vezes entendido, no tan-
to en lo material de la disposicion,
quanto en lo formal del
discurso. Ay
hombres, que sirven mas de embara-
ço que de adorno al universo, al-
hajas perdidas que todos las desvian.
Escuse el discreto el embaraçar, y
mucho menos a grandes personajes,
que viven muy ocupados, y seria
peor
desazonar uno dellos, que to-
do lo restante del
mundo. Lo bien-
dicho se dize presto.
106. No afectar la fortuna. Mas ofen-
de el ostentar la dignidad que la per-
sona, hazer del hombre es odioso,
bastavale ser invidiado. La
estima-
cion se consigue menos,
quando se
busca mas, depende del respeto age-
no; y assi no se la puede tomar uno,
sino merecer la de los
otros, y aguar-
darla: los empleos grandes
piden
[p.75] autoridad ajustada a su exercicio
sin
la qual no pueden exercerse digna-
mente:
conserve la que merece para
cumplir con lo sustancial de sus obli-
gaciones: no estrujarla, ayudarla si,
y todos los que hazen
del hazenda-
do en el empleo, dan indicio de
que
no lo merecian, y que viene sobre
puesta la dignidad; si se huviere
de
valer, sea antes de lo eminente de sus
prendas, que de lo
adventicio; que
hasta un Rey se ha de venerar, mas
por la personal,
que la extrinse-
ca soberania.
107. No mostrar satisfacion de si. Viva
ni
descontento, que es poquedad,
ni satisfecho, que es
necedad. Na-
ce la satisfacion en los mas de
igno-
rancia, y pàra en una felicidad
necia,
que aunque entretiene el gusto, no
mantiene el credito. Como no
al-
cança las superlativas
perfecciones
en los otros, pagase de qualquiera
vulgar mediania en si.
Siempre fue util
a mas de cuerdo el rezelo, o para pre-
vencion de que salgan bien las
cosas,
ò para consuelo quando salieren mal;
[p.76] que
no se le haze de nuevo el desaire
de su suerte, al que ya se lo temia.
El
mismo Homero dormita tal vez,
y cae Alexandro de su estado, y de
su
engaño. Dependen las cosas de
muchas circunstancias; y la que tri-
unfò en un puesto, y en tal ocasion,
en
otra se malogra; pero la incorre-
gibilidad de lo
necio està en que se
convirtiò en flor la mas vana satisfa-
cion, y va brotando siempre su se-
milla.
108. Atajo para ser persona, saberse la-
dear. Es muy eficaz el trato, comu-
nicanse las costumbres, y los gustos:
pegase el genio, y aun el ingenio sin
sentir. Procure pues el pronto jun-
tarse con el reportado; y assi en los de-
mas genios, con este conseguirà la
templança sin violencia: es gran de-
streza
saberse atemperar. La alterna-
cion de
contrariedades hermosea el
universo, y le sustenta, y si causa
armonia en
lo natural, mayor en lo-
moral. Valgase desta
politica adver-
tencia en la eleccion de
familiares,
y de famulares, que con la comuni-
[p.77] cacion de los extremos, se ajustarà un
medio muy
discreto.
109. No ser acriminador. Ay hombres
de genio
fiero, todo lo hazen deli-
to, y no por passion,
sino por natura-
leza. A todos condenan, a
unos
porque hizieron, a otros porque ha-
ràn.
Indica animo peor que cruel,
que es vil, y acriminan con tal exage-
racion, que de los atomos hazen vi-
gas para sacar los ojos. Comitres en
cada
puesto, que hazen galera de lo
que fuera Elisio; pero si media la pas-
sion, de todo hazen estremos. Al
contrario
la ingenuidad, para todo
halla salida, si no de intencion, de in-
advertencia.
110. No aguardar a ser Sol, que se po-
ne. Maxima es de cuerdos, dexar
las cosas antes
de que los dexen. Sepa
uno hazer triumfo del mismo fene-
cer; que tal vez el mismo Sol a buen
lucir,
suele retirarse a una nube, por-
que no le vean
caer, y dexa en suspen-
sion de si se puso, ò no
se puso. Hur-
te el cuerpo a los acasos; para no
re-
bentar de desaires; no aguarde a
que
[p.78] le buelvan las espaldas, que le sepul-
taràn vivo para el sentimiento, y
muerto
para la estimacion: jubila
con tiempo el advertido al corredor
cavallo, y
no aguarda a que cayendo
levante la risa en medio la carrera:
rompa el
espejo con tiempo, y con
astucia la belleza, y no con impacien-
cia despues al ver su desengaño.
111. Tener amigos. Es el segundo ser.
Todo amigo es
bueno, y sabio para
el amigo: entre ellos todo sale bien;
tanto
valdrà uno, quanto quisieren
los demas; y para que quieran, se les
ha de
ganar la boca por el coraçon:
no ay hechizo como el buen servi-
cio; y para ganar amistades, el mejor
medio
es hazerlas: depende lo mas,
y lo mejor que tenemos, de los otros:
hase de vivir, ò con amigos, ò
con
enemigos, cada dia se ha de diligen-
ciar uno, aunque no
para intimo,
para aficionado, que algunos se que-
dan despues para confidentes, pas
sando por
el acierto del delecto.
112. Ganar la pia aficion; que aun la
primera,
y suma causa en sus mayo-
[p.79] res assuntos la previene, y la dispone.
Entrase por el afecto
al concepto:
algunos se fian tanto del valor, que
desestiman la
diligencia, pero la aten-
cion sabe bien que
es grande el ro-
deo de solos los meritos, so no se
ayudan del favor: todo lo facilita, y
suple la benevolencia, no
siempre su-
pone las prendas, sino que las
pone,
como el valor, la entereza, la sabidu-
ria, hasta la discrecion: nunca vè las-
las fealdades, porque no las querria ver:
nace de
ordinario de la correspon-
dencia material en genio,
nacion,
parentesco, patria, y empleo: la form-
mal es mas
sublime; en prendas,
obligaciones, reputacion, meritos;
toda la
dificultad es ganarla, que con
facilidad se conserva: puedese dili-
genciar, y saberse valer de ella.
113. Prevenirse en la fortuna prospera,
para la adversa.
Arbitrio es hazer en
el Estio la provision para el Invierno,
y
con mas comodidad; van baratos
entonces los favores, ay abundancia
de
amistades; bueno es conservar pa-
ra el mal
tiempo, que es la adversi-
[p.80] dad cara, y falta de todo. Aya reten
de amigos, y de agradecidos, que al-
gun fia harà aprecio, de lo que aora
no
haze caso. La villania nunca tie-
ne amigos en la
prosperidad??: porque
los desconoce en la adversidad, la
desconocen a
ella.
114. Nunca competir. Toda preten-
sion con oposicion daña el credito,
la
competencia tira luege a desdorar,
por desluzir. Son pocos los que ha-
zen
buena guerra, descubre la emula-
cion
los defectos que olvidò la cor-
tesia: vivieron
muchos acreditados,
mientras no tuvieron emulos. El
calor de la
contrariedad aviva, ò re-
sucita las infamias
muertas, desen-
tierra hediondezes passadas, y
ante-
passadas: comiençase la conpetencia
con manifiesto de desdoros, ayudan-
dose de quanto
puede, y no deve; y
aunque a vezes, y las mas no sean ar-
mas de provecho las ofensas, haze
dellas vil satisfacion a su
vengança, y
sacude esta con tal aire, que haze sal-
tar a los desaires el polvo del olvido.
Siempre fue pacifica la
benevolen-
[p.81] cia, y
benevola la reputacion
115. Hazerse a las malas condiciones
de los
familiares. Assi como a los
malos rostros es conveniencia donde
tercia dependencia: ay fieros genios,
que no se puede vivir con ellos, ni
sin
ellos. Es pues destreza irse acostum-
brando como a la fealdad, para que
no se hagan de nuevo en la terribili-
dad de la ocasion. La primera vez
espantan,
pero poco a poco se les
viene perder aquel primer horror,
y la reflexa
previene los disgustos, ò
los tolera.
116. Tratar siempre
con gente de obli-
gaciones: puede empeñarse con el-
los, y empeñarlos?. Su misma obli-
gacion es la mayor fiança de su trato,
aun para barajar, que obran como
quien son, y vale mas pelear con gen-
te de bien, que triunfar de gente de
mal; no ay buen trato con la ruin-
dad, porque
no se halla obligada a la
entereza; por esso entre ruines nunca
ay
verdadera amistad; ni es de buena
ley la fineza, aunque lo parezca, por-
que no es en fè de su honra;
reniegue
[p.82] siempre de hombre sin ella,
que
quien no la estima, no estima la vir-
tud, y es la honra el trono de la ente-
reza.
117. Nunca
hablar de si. O se ha de
alabar, que es desvanecimiento, ò
se
ha de vituperar, que es poquedad, y
siendo culpa de cordura en el que
di-
ze, es pena de los que oyen: si esto
se
ha de evitar en la familiaridad, mu-
cho
mas en puestos sublimes, donde
se habla en comun, y passa ya por ne-
cedad qualquier aparencia della. El
mismo
inconveniente de cordura tie-
ne el habla de los
presentes, por el
peligro de dar en uno de dos escollos
de lisonja, ò
vituperio.
118. Cobrar
fama de cortès, que basta
a hazerle plausible. Es la
cortesia la
principal parte de la cultura, especie
de hechizo, y assi concilia la gracia
de todos, assi como la descortesia el
desprecio, y enfado universal; si
esta
nace de sobervia, es aborrecible; si
de grosseria, despreciable. La
corte-
sia siempre ha de ser mas, que me-
nos, pero no igual, que degeneraria
[p.83] en injusticia: tienese por deuda entre
enemigos, para
que se vea su valor,
cuesta poco, y vale mucho, todo
honrador es honrado.
La galanteria,
y la honra tienen esta ventaja, que se
quedan, aquella en
quien la usa, esta
en quien la haze.
119. No
hazerse del mal querer. No se
ha de provocar la aversion,
que aun
sin quererlo, ella se adelanta. Mu-
chos ay que aborrecen de valde, sin
saber el como, ni por que: previene
la malevolencia a la
obligacion: es
mas eficaz, y pronta para el daño la
irascible, que la
concupiscible para el
provecho: Afectan algunos ponerse
mal con
todos, por enfadoso, ò por
enfadado genio; y si una vez se apo-
dera el odio, es como el mal conce-
pto, dificultoso de borrar. A los
hombres juiziosos los
temen, a los
maldicientes aborrecen; a los presu-
midos asquean, a los fisgones abomi-
nan, a los singulares los dexan. Mue-
stre, pues, estimar para ser estimado;
y el
que quiere hazer casa, haze caso.
120. Vivir a lo platico. Hasta el saber
[p.84] ha de ser al uso, y donde no se usa, es
preciso saber
hazer del ignorante,
mudanse a tiempos el discurrir, y el
gustar: no se ha
de discurrir a lo vie-
jo, y se ha de gustar a lo
moderno. El
gusto de las cabeças haze voto en ca-
da orden de cosas. Esse se ha de se-
guir por entonces, y adelantar a emi-
nencia: acomodese el cuerdo a lo
presente, aunque le parezca
mejor lo
passado, assi en los arreos del alma,
como del cuerpo. Solo en la
bon-
dad no vale esta regla de vivir, que
siempre se ha de platicar la virtud:
desconocese ya, y parece cosa de
otros tiempo el dezir verdad: el
guardar palabra, y los varones bue-
nos parecen hechos al buen tiempo;
pero
siempre amados: de suerte, que
si algunos ay, no se usan, no se imitan.
O
grande infelicidad del siglo nue-
stro, que se
tenga la virtud por
estrañar, y la malicia por corriente.
Viva el discreto como
puede, sino
como querria. Tenga por mejor lo
que le concediò la suerte
que lo que
le ha negado.
121. No
hazer negocio del no nego-
cio. Assi como algunos todo lo ha-
zen cuento, assi
otros todo negocio:
Siempre hablan de importancia, to-
do lo toman de veras, reduziendolo
a
pendencia, y a misterio. Pocas
cosas de enfado se han de tomar de
proposito, que seria empeñarse sin
èl. Es trocar los puntos, tomar a pe-
chos lo que se ha de echar a las espal-
das. Muchas cosas que eran algo,
dexandolas fueron nada; y otras que
eran nada, por aver hecho caso del-
las fueron mucho: al principio es fa-
cil dar fin a todo, que despues no;
muchas vezes haze la enfermedad el
mismo remedio: ni es la peor regla
del vivir, el dexar
estar.
122. Señorio en el dezir, y en el hazer.
Hazese mucho lugar en todas partes,
y gana de antemano el respeto. En
todo
influye, en el conversar, en el
orar, hasta en el caminar, y aun el
mirar,
en el querer. Es gran vitoria,
coger los coraçones; no nace de una
necia
intrepidez, ni del enfadoso en-
tretenimiento si
en una decente au-
[p.86] toridad, nacida del genio superior, y
ayudada de los meritos.
123. Hombre desafectado. A mas
prendas menos afectacion,
que suele
ser vulgar desdoro de
todas. Es tan
enfadosa a los demas, quan penosa al
que la sustenta,
porque vive martir
del cuidado, y se atormenta con la
puntualidad;
pierden su merito las
mismas eminencias con ella, porque
se juzgan
nacidas antes de la artifi-
ciosa violencia,
que de la libre natu-
raleza, y todo lo
natural fue siempre
mas grato, que lo artificial. Los afe-
ctados son tenidos por estrangeros
en lo que afectan;
quanto mejor se
haze una cosa, se ha de desmentir la
industria, porque se vea que se cae de
su natural la perfeccion; ni por
huir
la afectacion, se ha de dar en ella afe-
ctando el no
afectar: nunca el discre-
to se ha de dar por
entendido de sus
meritos, que el mismo descuido des-
pierta en los otros la atencion. Dos
vezes es
eminente el que encierra to-
das las perfecciones
en si, y ninguna
en su estimacion, y por encontrada
[p.87] senda llega al
termino de la plausi-
bilidad.
124. Llegar a ser deseado. Pocos lle-
garon a tanta gracia de las gentes, y
si de
los cuerdos, felicidad: es ordi-
naria la tibieza
con los que acaban;
ay modos para merecer este premio
de aficion, la
eminencia en el empleo,
y en las prendas es segura, el agrado
eficaz,
hazese dependencia de la emi-
nencia, de modo que
se note, que
el cargo le huvo
menester a èl, y no
èl al cargo; honran unos los pue-
stos, a otros honran: no es venta-
ja que le haga bueno, el que sucedio
malo, porque
esso no es ser deseado
absolutamente, sino ser el otro abor-
recido.
125. No ser libro verde. Señal de te-
ner gastada la fama propia, es cui-
dar de la infammia agena: querrían al-
gunos con las manchas de los otros
dissimular, sino lavar las suyas, ò se
consuelan, que es el consuelo de
los
necios: hueleles mal la boca a estos,
que son los albañares de las
inmun-
dicias civiles: en estas materias
el
[p.88] que mas escarva, mas se enloda: po-
cos se escapan de algun achaque ori-
ginal, ò al derecho, ò al traves, no
son
conocidas las faltas en los poco
conocidos: huya el atento de ser
registro
de infamias, que es ser un
aborrecido padron, y aunque vivo,
desalmado.
126. No es necio el que haze la nece-
dad, sino el que hecha no la sabe en-
cubrir. Hanse de sellar los afectos,
quanto mas los defectos. Todos
los
hombre yerran, pero con esta di-
ferencia, que los sagazes desmienten
las hechas, y los necios mienten las-
por hazer. Consiste el credito en el
recato, mas que en el hecho, que si
no es uno casto, sea cauto: los des-
cuidos de los grandes hombres se ob-
servan mas como eclipses de las lum-
breras mayores. Sea excepcion de la
amistad el no
confiarla los defectos,
ni aun si ser pudiesse a su misma iden-
tidad; pero puedese valer aqui de
aquella otra regla del vivir, que es sa-
ber olvidar.
127. El despejo en todo. Es vida de las
[Unclear] [p.89] prendas, aliento del dezir, alma del
hazer, realce de los mismos
realces;
las demas perfecciones son ornato
de la naturaleza, pero el
despejo lo
es de las mismas perfecciones, hasta
en el discurrir se
celebra; tiene de
privilegio lo mas, deve al estudio lo
menos, que aun a
la disciplina es su-
perior; passa de facilidad, y
adelan-
tase a bizarria, supone desembara-
ço, y añade perfeccion; sin èl to-
da belleza es muerta y toda gracia
desgracia, es transcendental, al va-
lor, a la
discrecion, a la prudencia,
a la misma magestad. Es politico
atajo en el
despacho, y un culto sa-
lir de todo empeño.
128. Alteza de animo. Es de los prin-
cipales requisitos para Heroe, por-
que inflama a todo genero de gran-
deza: realça el gusto, engrandece el
coraçon, remonta el pensamiento, en-
noblece la
condicion, y dispone la
magestad: donde quiera que se halla
se descuella,
y aun tal vez desmentida
de la embidia de la suerte, rebienta
por campear,
ensanchase en la volun-
[p.90] tad, ya que en la possibilidad se vio-
lente:
reconocenla por fuente la
magnanimidad, la generosidad, y
toda heroica
prenda.
129. Nunca quexarse. La quexa siem-
pre trae descredito; mas sirve de
exemplar
de atrevimiento a la pas-
sion que de consuelo a
la compas-
sion; abre el passo a quien la oye
para lo mismo, y es la noticia
del agravio del primero, disculpa
del segundo: dan pie algunos
con
sus quexas de las ofensiones passadas
a la venideras, y pretendiendo
re-
medio, ò consuelo, solicitan la com-
placencia, y aun el desprecio: me-
jor politica es celebrar obligaciones
de
unos, para que sean empeños de
otros; y el repetir favores de los au-
sentes, es solicitar los de los presen-
tes, es vender credito de unos a
otros; y
el varon atento, nunca pu-
blique, ni desaires, ni
defectos, si
estimaciones, que sirven para tener
amigos, y de contener
enemigos.
130. Hazer, y hazer parecer. Las co-
sas no passan por lo que son, sino [p.91]
70por lo que parecen13 : valer, y saberlo
mostrar, es valer dos
vezes; Lo que no
se vè, es como si
no fuesse, no tiene
su veneracion la razon misma, donde
no tiene cara de tal;
son muchos mas
los engañados, que los advertidos:
prevalece el engaño,
y juzganse las
cosas por fuera; ay cosas que son
mui otras de lo que
parecen; la bue-
na exterioridad es la
mejor reco-
mendacion de la perfeccion inte-
rior.Adel
des Gemüths14
131. Galanteria de condicion. Tienen
su
bizarria las almas, gallardia del
espiritu, con cuyos galantes actos
queda
muy airoso un coraçon; no
cabe en todos, porque supone ma-
gnanimidad: primero asunto suyo
es hablar
bien del enemigo, y obrar
mejor: su mayor lucimiento libra en
los lances
de la vengança, no se los
quita, sino que se los mejora, convir-
tiendola quando mas vencedora, en
una
impensada generosidad. Es po-
litica tambien, y
aun la gala de la ra-
zon de estado, nunca afecta
venci-
mientos, porque nada afecta, y
[p.92] quando los alcança el merecimiento,
los dissimula la
ingenuidad.
132. Vsar
del reconsejo. Apelar a la re-
vista, es seguridad, y mas donde no
es evidente la satisfacion, tomar
tiempo, ò para conceder, ò para me-
jorarse.
Ofrecense nuevas razones
para confirmar, y corroborar el di-
ctamen; si es en materia de dar, se
estima
mas el don en fe de la cordu-
ra, que en el gusto
de la presteza;
siempre fue mas estimado lo desea-
do,⟨;⟩ si se ha de negar, que dà lugar al
modo, y para
madurar el no, que
sea mas sazonado, y las mas vezes
passado aquel primer
calor del de-
seo, no se siente despues a sangre
fria
el desaire del negar, a quien pide
aprisa, conceder tarde,
que es treta
para desmentir la atencion.
133. Antes loco con todos, que cuer-
do a solas; dizen politicos, que si
to-
dos lo son, con ninguno perderà; y si
es sola la cordura serà tenida por lo-
cura: tanto
importarà seguir la cor-
riente: es el mayor saber
a vezes, no
saber, ò afectar no saber, hase de
[p.93]
con otros, y los ignorantes son
los mas, para vivir a solas ha de te-
ner, ò mucho de Dios, ò todo de
bestia: mas
yo moderaria el aforis-
mo, diciendo: antes cuerdo
con
los demas, que loco a solas: algu-
nos
quieren ser singulares en las qui-
meras.
134. Doblar
los requisitos de la vida.
Es doblar el vivir, no ha de ser
uni-
ca la dependencia, ni se ha de estre-
char a una cosa sola, aunque singu-
lar; todo ha de ser doblado, y mas
las
causas del provecho, del favor,
del gusto. Es transcendente la mu-
tabilidad de la Luna, termino de la
permanencia, y mas las cosas,
que
dependen de humana voluntad, que
es quebradiza. Valga contra la
fragili-
dad el reten, y sea gran regla del
arte
del vivir, doblar las circunstancias del
bien, y de la comodidad,
assi como
doblò la naturaleza los miembros
mas importantes, y mas
arriesgados;
assi el arte los de la dependencia.
135. No
tenga espiritu de contrad-
icion, que es cargarse de necedad, y
[p.94]
de enfado, conjurarse ha contra èl
la cordura; bien puede ser ingenioso
el
dificultar en todo, pero no se es-
capa de necio lo
porfiado, hazen
estos
guerrilla de la dulce conversa-
cion, y assi son enemigos mas de
los familiares, que de los que no
les
tratan; en el mas sabroso bocado se
siente mas la espina que
se atraviesa,
y eslo la contradicion de los buenos
ratos; son necios,
perniciosos, que
añaden lo fiera, a lo bestia.
136. Ponerse bien en las materias, to-
mar el pulso luego a los negocios;
vanse
muchos, ò por las ramas de
un inutil discurrir, ò por las hojas
de una
cansada verbosidad, sin to-
par con la sustancia
del caso, dan
cien bueltas rodeando un punto, can-
sandose, y cansando, y nunca llegan
al centro de la
importancia, proce-
de de entendimientos confusos,
que
no se saben desembarazar, gastan el
tiempo, y la paciencia en lo que
avian
de dexar, y despues no la ay para lo
que dexaron.
137. Bastese a si mismo el sabio. El se [p.95]
era todas sus cosas, y llevandose a si
lo llevaba todo. Si un amigo
univer-
sal basta hacer Roma, y todo lo
re-
stante del universo: sease uno
esse
amigo de si propio, y podra vivirse à
solas: quien le podra hacer
falta si
no ay, ni mayor concepto, ni ma-
y⟨ej⟩or15 gusto que el suyo dependera de
si solo, que es felicidad
suma seme-
jar a la entidad suma. El que
puede
passar assi a solas, nada tendra de bru
to, sino mucho de sabio y todo de
Dios. Cumplido con
esa regla, sobran las demas
138. Arte de
dexar estar. Y mas quan-
do
mas rebuelta la comun mar, ò la
familiar. Ay torbellinos en el hu-
mano trato, tempestades de volun-
tad, entonces es cordura retirarse al
seguro puerto del dar vado: muchas
vezes empeoran los males con los
remedios, dexar hazer a la naturale-
za alli,
y aqui a la moralidad: tanto
ha de saber sabio Medico para re-
cetar, como para no recetar, y a veces
consiste el arte mas en el no apli-
car remedios; sea modo de sosse-
gar vulgares torbellinos el alçar ma-
[p.96] no, y dexar sossegar, ceder al tiem-
po aora, para vencer despues; una
fuente con poca inquietud se
entur-
bia, ni se bolverà a serenar procu-
randolo, sino dexandola: no ay
mejor
remedio de los desconciertos
que dexarlos correr , que assi caen
de si
propios.
139. Conocer el dia aziago: que los ay,
nada saldrà bien, y aunque se varie
el juego, pero no la mala suerte: a
dos lances convendra conocerla, y
retirarse, advirtiendo si està de dia,
ò no lo està. Hasta en
el entendi-
miento ay una vez, que ninguno supo a
todas
horas, es ventura acertar a
discurrir, como el escrivir bien
una
carta,⟨.⟩ todas las perfecciones depen-
den de sazon, ni siempre la belleza
està de vez,
desmientese la discre-
cion a si misma, y
cediendo: ya ex-
cendiendo: y todo para salir bien, ha
de estar de dia. Assi como en unos
todo sale mal, en otros
todo bien,
y con menos diligencias. Todo se
lo halla uno hecho, el ingenio
està
de vez, el genio de temple, y todo
[p.97] de
estrella
140. Topar
luego con lo bueno en ca-
da
cosa. Es dicha del buen gusto: va
luego la abeja a la dulçura
para el
panal, y la vivora a la amargura pa-
ra el veneno. Assi los gustos, unos
a lo mejor, y otros a lo peor: no
ay
cosa que no tenga algo bueno, y
mas si es libro, por lo pensado: es
pues
tan desgraciado el genio de al-
gunos, que entre
mil perfecciones
toparàn con solo un defecto que hu-
viere, y esse lo censuran, y lo cele-
bran, recogedores de las inmundi-
cias, de voluntades, y de entendi-
mientos,
cargando de notas de de-
fectos, que es mas
castigo de su mal
delecto, que empleo de su sutileza,
passan mala vida ,
pues siempre se
ceban de amarguras, y hazen pasto
de imperfecciones; mas
feliz es el
[p.98] gusto de otros, que entre mil defe-
ctos toparàn luego con una sola per-
feccion, que se le cayò a la ventura.
141. No
escucharse. Poco aprovecha
agradarse a si, si no contenta a
los de-
mas, y de ordinario castiga el despre-
cio comun la satisfacion particular;
devese
a todos el que le paga de si
mismo, querer hablar, y oirse, no
sale bien;
y si hablarse a solas, es
locura escucharse delante de otros,
serà
doblada. Achaque de señores es
hablar con el bordon del digo algo
y aquel,
è, que aporrea a los que es-
cuchan; a cada razon
orejan la apro-
vacion, ò la lisonja, apurando
la
cordura. Tambien los hinchados
hablan con eco, y como su conver-
sacion và en chapines de entono, a
cada
palabra solicita el enfadoso so-
corro del necio,
bien dicho.
142. Nunca por tema seguir el peor
partido, porque de
contrario se ade-
lantò, y escogiò el
mejor,⟨.⟩ ya co-
miença vencido, y
assi serà preciso
ceder desairado, nunca le se vengarà
bien con el mal;
fue astucia del con-
[p.99] trario anticiparse a lo mejor, y ne-
cedad suya
oponersele tarde con lo
peor: son estos porfiados de obra,
mas empeñados
que los de palabra,
quanto va mas riesgo del hazer al de-
zir:
vulgaridad de tematicos, no re-
parar en la
verdad, por contradezir,
ni en la utilidad, por litigar. El aten-
to siempre està de parte de la
razon,
no de la passion, ò anticipandose an-
tes, ò mejorandose despues, que si
es necio el contrario, por
el mismo
caso mudarà de rumbo, passandose
a la contraria parte, con que
empeo-
rará de partido; para echarle de
lo
mejor, es unico remedio abraçar lo
propio, que su necedad le hará de-
xarlo, y su tema le serà desempeño.
143. No dar en Paradoxo, por huir de
vulgar.
Los dos extremos son del
descredito. Todo assunto, que des-
dize de la gravedad, es ramo de ne-
cedad. Lo Paradoxo es un cierto en-
gaño plausible a los principios, que
admira
por lo nuevo, y por lo pican-
te; pero despues con
el desengaño
del salir tan mal, queda muy desai-
[p.100] rado. Es especie de embeleco, y en
materias politicas, ruina de los esta-
dos. Los
que no pueden llegar, ò
no se atreven a lo heroico por el ca-
mino de la virtud, echan por lo Pa-
radoxo, admirando necios, y sa-
cando verdaderos a muchos cuerdos:
arguye
destemplança en el dictamen,
y por eso tan opuesto a la prudencia;
y si
tal vez no se funda en lo falso,
por lo menos en lo incerto, con
gran
riesgo de importancia.
144. Entrar con la agena para salir con
la
suya. Es estratagema del conse-
guir;
aun en las materias del Cielo
encargan esta santa astucia los Chri-
stianos maestros. Es un importante
dissimulo, porque sirve de cebo la
concebida utilidad, para coger una
voluntad, parecele que va delante la
suya, y no es mas de para abrir ca-
mino a la pretension agena; nunca
se ha de
entrar a lo desatinado, y mas
donde ay fondo de peligro; tam-
bien con personas, cuya primera
palabra
suele ser el no, conviene
desmentir el tiro, porque no se ad-
[p.101] vierta la dificultad
del conceder, mu-
cho mas quando se presiente la
ver-
sion: pertenece este aviso a los de se-
gunda intencion, que todos son de la
quinta
sutileza.
145. No
descubrir el dedo malo; que
todo toparà alli, no quexarse
dèl,
que siempre sacude la malicia adon-
de
le duele a la flaqueza. No servirà
el picarse uno, sino de picar el gu-
sto al entretenimiento: va buscando
la mala
intencion el achaque de ha-
zer faltar, arroja
varillas para hallar-
le el sentimiento, harà la
prueva de
mil modos, hasta llegar al vivo. Nun-
ca el atento se dè por entendido, ni
descubra su mal, ò
personal, ò he-
redado, que hasta la fortuna se
del-
eita a vezes de lastimar, donde mas
ha de doler. Siempre mortifica en lo
vivo, por esto no se ha de descubrir,
ni lo que mortifica, ni lo que vivifi-
ca, uno
para que se acabe, otro para
que dure.
146. Mirar
por dentro. Hallanse de or-
dinario ser muy otras las cosas de lo
que parecian; y la ignorancia que
no
[p.102] passò de la corteza, se convierte en
desengaño, quando se penetra al in-
terior. La mentira es
siempre la pri-
mera en todo, arrastra necios
por
vulgaridad continuada: la verdad
siempre llega la ultima, y tarde
coxe-
ando con el tiempo, reservanle
los
cuerdos la otra mitad de la potencia,
que sabiamente duplicò la
comun
madre. Es el engaño muy superfi-
cial, y topan luego con èl los que lo
son. El acierto vive retirado
a su in-
terior para ser mas estimado de sus
sabios, y discretos.
147. No ser inaccessible. Ninguno ay
tan perfecto, que
alguna vez no ne-
cessite de
advertencia, es irremedia-
ble de necio el que no
escucha: el
mas esento ha de dar lugar al amiga-
ble aviso, ni la soberania ha de ex-
cluir la docilidad: ay hombres irre-
mediables por inaccessibles, que se
despeñan porque nadie osa
llegar a
detenerlos: el mas entero ha de tener
una puerta abierta a la
amistad, y se-
rà la del socorro; ha de tener
lugar
un amigo para poder con desemba-
[p.103] raço avisarle, y aun castigarle; la sa-
tisfacion le ha de poner en esta auto-
ridad, y el gran concepto de su fide-
lidad, y prudencia: no a todos se
les ha de
facilitar el respeto, ni aun
el credito; pero tenga en el retrete
de su
recato un fiel espejo de un con-
fidente a quien
deva, y estime la cor-
reccion en el desengaño.
148. Tener el arte de conversar, en que
se
haze muestra de ser persona. En
ningun exercicio humano se requiere
mas la
atencion, por ser el mas ordi-
nario del vivir,
aqui es el perderse,
ò el ganarse; que si es necessaria la
advertencia
para escrivir una carta,
con ser conversacion de pensado, y
por escrito;
quanto mas en la ordi-
naria, donde se haze examen
pronto
de la discrecion? toman los peritos
el pulso al animo en la lengua,
y en
fe de ella dixo el Sabio: habla si quie-
res que te conozca. Tienen algunos-
por arte en
la conversacion el ir sin
ella, que ha de ser holgada, como el
vestir;
entiendese entre muy amigos,
que quando es de respeto ha de ser
[p.104] mas sustancial, y que indique la mu-
cha sustancia de la persona: para a-
certarse se ha de
ajustar al genio, y
al ingenio de los que tercian; no ha
de afectar el ser
censor de las pala-
bras, que serà tenido por
gramati-
co; ni menos fiscal de las
razones,
que le hurtaràn todos el trato, y le
vendaran la
comunicacion. La discre-
cion en el hablar, importa mas que
la eloquencia.
149. Saber declinar a otro los males:
tener
escudos contra la malevolen-
cia, gran treta de
los que goviernan,
no nace de incapacidad, como la
malicia piensa, si de
industria supe-
rior tener en quien recaiga la
censu-
ra de los desaciertos, y el
castigo
comun de la murmuracion: no to-
do
puede salir bien, ni a todos se
puede contentar, aya pues un testa
de
yerros, terrero de infelicidades,
a costa de su misma ambicion.
150. Saber vender sus cosas. No basta
la
intrinseca bondad dellas, que no
todos muerden la sustancia, ni mi-
ran por dentro; acuden los mas
[p.105] adonde ay
concurso, van porque
vèn ir à otros. Es gran parte del ar-
tificio saber acreditar, unas vezes
celebrando, que la alabança es soli-
citadora del
deseo, otras dando buen
nombre, que es un gran modo de
sublimar,
desmintiendo siempre la
afectacion. El destinar para solos los
entendidos,
es picon general, por-
que todos se lo piensan, y
quando
no, la privacion espoleara el deseo:
nunca se han de acreditar de
faciles,
ni de comunes los assuntos, que mas
es vulgarizarlos, que
facilitarlos;
todos pican en lo singular por mas
apetecible, tanto al
gusto, como al
ingenio.
151. Pensar
anticipado: oy para ma-
ñana,
y aun para muchos dias; la
mayor providencia es tener horas
della: para prevenidos
no ay acasos,
ni para apercibidos aprietos: no se
ha de aguardar el
discurrir para el
ahogo, y ha de ir de antemano: pre-
venga con la madurez del reconsejo
el punto mas
crudo. Es la almoha-
da Sibila muda, y el dormir
sobre los
[p.106] puntos, vale mas que el desvelarse
debaxo dellos: algunos obran, y
despues piensan, aquello mas es bus-
car escusas, que consequencias: otros
ni
antes, ni despues, toda la vida ha
de ser pensar, para acertar el rumbo:
el reconsejo, y providencia dan
ar-
bitrio de vivir anticipado.
152. Nunca acompañarse con quien le
pueda
desluzir, tanto por mas, quan-
to por
menos: lo que excede en per-
feccion, excede en
estimacion: ha-
rà el otro el primer papel
siempre, y
èl el segundo: y si le alcançare algo de
aprecio, seràn las
sobras de aquel.
Campea la Luna mientras una entre
las Estrellas; pero en
saliendo el Sol,
ò no parece, ò desaparece: nunca se
arrime a quien le
eclipse, sino a quien
le realce. Desta suerte pudo parecer
hermosa la
discreta fabula de Mar-
cial, y lucio entre la
fealdad, ò el
desaliño de sus donzellas; tampoco
ha de peligrar de mal de
lado, ni hon-
rar a otros a costa de su credito,
pa-
ra hazerse vaya con los eminentes,
para hecho entre los medianos.
153. Huya de entrar a⟨⸥⟩llenar grandes va-
cios, y si se empeña, sea con segu-
ridad del excesso. Es menester do-
blar el valor
para igualar al del pass-
ado. Assi como es ardid,
que el que
se sigue sea tal, que le haga deseado;
alli es sutileza, que el
que acabò no
le eclipse. Es dificultoso llenar un
gran vacio, porque
siempre lo passa-
do pareciò mejor, y aun la
igualdad
no bastarà, porque està en possession
de primero. Es pues
necessario aña-
dir prendas para echar a otro de
su
possession en el mayor concepto.
154. No ser
facil, ni en creer, ni en
querer. Conocese la madurez
en
la espera de la credulidad: es
muy
ordinario el mentir, sea extraor-
dinario el creer. El que ligeramen-
te
se moviò, hallase despues corr-
do; pero no se ha
de dar a enten-
der la duda de la fè agena, que
passa
de descortesia a agravio, porque se
trata al que contesta de
engaña-
dor, ò engañado, y aun no es esse
el mayor inconveniente, quanto que
el no creer es indicio del mentir,
[p.108] porque el mentiroso tiene dos males,
que ni cree,
ni es creido. La suspen-
sion del juizio es cuerda
en el que
oye, y remitase de fè al autor aquel
que dize: Tambien es
especie de
imprudencia la facilidad en el que-
er, que si se miente con la palabra,
tambien con las cosas, y es mas per-
nicioso este engaño por la obra.
155. Arte en
el apassionarse. Si es pos-
ible prevenga la
prudente reflexion,
la vulgaridad del impetu; no le serà
dificultoso al que fuere prudente. El
primer passo del apassionarse, es ad-
vertir que se apassiona, que es en-
trar con señorio del afecto, tantean-
do la necessidad, hasta tal punto de
enojo,
y no mas; con esta superior
reflexa entre, y salga en una ira. Se-
pa parar bien, y a su tiempo, que lo
mas
dificultoso del correr, està en el
parar. Gran prueva de juizio, con-
servarse cuerdo en los trances de lo-
cura: todo excesso de passion dege-
nera de lo racional; pero con esta
magistral atencion
nunca atropellarà
la razon, ni pisarà los terminos de la
[p.109] sinderesis: para saber hazer mal
a una
passion, es menester ir siempre con
la rienda en la atencion, y serà
el
primer cuerdo a cavallo, si no el ul-
timo.
156. Amigos de eleccion. Que lo han
de ser a
examen de la discrecion, y a
prueva de la fortuna; graduados, no
solo de
la voluntad, sino del enten-
dimiento, y con ser
el mas impor-
tante acierto del vivir, es el
menos
assistido del cuidado; obra el entre-
metimiento en algunos, y el acaso
que puede proceder mas del buen ra-
to de su graciosidad, que de la con-
fiança de su capacidad; ay amista-
des legitimas, y otras adulterinas;
estas
para la delectacion, aquellas pa-
ra la fecundidad
de aciertos: hallan-
se pocos de la persona, y
muchos de
la fortuna. Mas
aprovecha un buen
entendimiento de un amigo, que
muchas buenas
voluntades de otros,
[p.110] aya pues eleccion, y
no suerte. Vn
sabio sabe escusar pesáres, y el necio
amigo los acerréa, ni
desearles mu-
cha fortuna, si no los quiere
perder.
157. No
engañarse en las personas, que
es el peor, y mas facil
engaño; mas
vale ser engañado en el
precio, que
en la mercaderia, ni ay cosa que mas
necessite de
mirarse por dentro: ay
diferencia entre el entender las cosas,
y conocer
las personas; y es gran fi-
losofia alcançar los
genios, y distin-
guir los humores de los
hombres:
tanto es menester tener estudiados
los sugetos, como los libros.
158. Saber usar de los amigos. Ay en
esto su arte de
discrecion; unos son
buenos para de lejos, y otros para
de cerca: y el
que tal vez no fue bue-
no para la
conversacion, lo es para la
correspondencia; purifica la distan-
cia algunos defectos, que eran into-
lerables a la presencia; no solo se
ha
de procurar en ellos conseguir el gu-
sto, sino la utilidad, que ha de te-
ner las tres calidades del bien, otros
dizen las del ente uno,
bueno, y ver-
[p.111] dadero;
porque el amigo es todas las
cosas; son pocos ⟨(⟩para⟨)⟩
buenos, y el
no saberlos elegir, los haze menos:
saberlos conservar es mas
que el ha-
zerlos amigos. Busquense tales,
que
ayan de durar, y aunque al principio
sean nuevos, baste para
satisfacion
que podràn hazerse viejos. Absolu-
tamente los mejores son los muy sa-
lados,
aunque se gane una hanega
en la experiencia. No ay desierto co-
mo vivir sin amigos; la amistad mul-
tiplica los bienes, y reparte los ma-
les; es unico remedio contra la ad-
versa fortuna, y un desahogo del al-
ma.
159. Saber sufrir
necios. Los sabios
siempre fueron mal sufridos,
que
quien añade ciencia, añade impacien-
cia; el mucho conocer es dificulto-
so de satisfazer.
La mayor regla del
vivir, segun Epicteto, es el sufrir, y
a esto
reduxo la mitad de la sabidu-
ria; si todas las
necedades se han de
tolerar, mucha paciencia serà mene-
ster: a vezes sufrimos mas de quien
mas⟨menos?⟩
dependemos, que importa pa-
[p.112] ra el
exercicio del vencerse; nace del
133sufrimiento la inestimable paz, que
es la
felicidad de la tierra, y el que
no se hallare con animo de sufrir,
apele al retiro de si mismo,
si es que
aun a si mismo se ha de poder tolerar.
160. Hablar de
atento, con los emulos
por cautela con los demas por
de-
cencia. Siempre ay tiempo para em-
biar la palabra pero no para bolver-
la, hase de hablar como en testamen-
to, que a menos palabras, menos
pleitos: en lo que no importa se ha
de ensayar uno para lo que importa-
re: la arcanidad tiene visos de divi-
nidad; el facil a hablar, cerca està de
ser vencido, y
convencido.
161. Conocer los defectos dulces. El
hombre mas perfecto
no se escapa de
algunos, y se casa, ò se amanceba
con ellos:
ailos en el ingenio, y ma-
yores en el mayor, ò se
advierten
mas, no
porque no los conozca el
mismo sugeto, sino porque los ama;
dos
males juntos, apasionarse, y por
vicios, son lunares de la perfeccion,
ofenden tanto a los de afuera quanto [p.113]
a los mismos
les suenan bien. Aqui
es el gallardo vencerse, y dar esta fe-
licidad a los de mas realces; todos
topan alli, y quando avian
de cele-
brar lo mucho bueno que admiran,
se detienen donde reparan, afeando
aquello por desdoro de las de mas
prendas.
162. Saber triunfar de la emulacion, y
malevolencia.
Poco es yà el despre-
cio, aunque
prudente, mas es la ga-
lanteria, no ay bastante
aplauso a
un dezir bien del que
dize mal; no ay
vengança mas heroica, que con me-
ritos, y prendas, que vencen, y
atormentan a la invidia:
cada felici-
dad es un apreton de cordeles al
mal
afecto, y es un infierno del emulo
la gloria del emulado; este
castigo se
tiene por el mayor, hazer veneno
de la felicidad: no muere
de una vez
el embidioso, sino tantas quantas vi-
ne a vozes de aplausos el embidiado,
compitiendo la
perenidad de la fama
del uno con la penalidad del otro;
es inmortal
este para sus glorias, y
aquel para sus penas. El clarin de la
[p.114] fama, que toca a
inmortalidad, al
uno⟨,⟩ publica muerte, para el otro⟨,⟩ sen-
tenciandole
al suspendio de tan em-
bidiosa
suspension.
163. Nunca por la compassion del infe-
liz se ha de incurrir en la desgracia
del afortunado. Es desventura para
unos, la que suele ser
ventura para
otros, que no fuera uno dichoso, si
no fueran muchos otros
desdicha-
dos: es propio de infelizes conse-
guir la gracia de las gentes, que quie-
re recompensar esta con su favor in-
util, los disfavores de la fortuna, y
viose tal vez, que el
que en la pro-
speridad fue aborrecido de
todos, en
la adversidad compadecido de todos:
trocòse la vengança de
ensalçado, en
compassion de caïdo. Pero el sagaz
atienda al
barajar de la suerte. Ay
algunos, que nunca van sino con los
desdichados,
ladean oy por infe-
liz, al que huyeron ayer por
afortu-
nado, arguye talvez nobleza del na-
tural, pero no sagacidad.
164. Echar al aire algunas cosas. Para
examinar la aceptacion, un ver como
[p.115] se reciben, y
mas las sospechosas de
acierto, y de agrado, assegurase el
salir bien, y
queda lugar, ò para el
empeño, ò para el retiro; tantean-
se las voluntades desta suerte, y sabe
el atento donde tiene
los pies, pre-
vencion maxima del pedir, del
que-
rer, y del governar.
165. Hazer buena guerra. Puedenle
obligar al cuerdo a
hazerla, pero no
mala; cada uno ha de obrar como
quien es, no como le
ogligan: es
plausible la galanteria
en la emula-
cion, ha de pelear, no solo para
ven-
cer en el poder, sino en el
modo.
Vencer a lo ruin, no es gloria, sino
rendimiento. Siempre
fue superio-
ridad la generosidad; el hombre de
bien
nunca se vale de armas vedadas,
y sonlo las de la amistad acabada, pa-
ra el odio començado, que no se
ha
de valer de la
confiança, para la ven-
gança; todo lo que
huele a traicion,
inficiona el buen nombre. En perso-
nages obligados se estraña mas qual-
quier atomo de baxeza, han de di-
star mucho la nobleza de la vileza.
[p.116] Preciese de que si la
galanteria, la ge-
nerosidad, y la fidelidad
se perdies-
sen en el mundo, se avian de
buscar en
su pecho.
166. Diferenciar el hombre de palabras
del de
obras. Es unica precision, assi
como la del amigo, de la persona,
ò
del empleo; que son muy diferen-
tes; malo
es no teniendo palabra bue-
na, no tener obra
mala; peor no te-
niendo palabra mala, no tener
obra
buena: ya no se como de palabras,
que son viento, ni se vive de
cortesias,
que es un cortès engaño; caçar las
aves con luz, es el
verdadero encan-
dilar: los desvanecidos se pagan
del
viento, las palabras han de ser pren-
das
de las obras, y assi han de tener
el valor; los arboles que no dan fru-
to, sino hojas, no suelen tener co-
raçon, conviene conocerlos, unos
para
provecho, otros para sombra.
167. Saberse ayudar. No ay mejor com-
pañia en los grandes aprietos, que un
buen coraçon; y
quando flaqueare
se ha de suplir de las partes que le
estàn cerca.
Hazensele menores los
[p.117] afanes a quien se
sabe valer. No se
rinda a la fortuna, que se le acabarà
de hazer
intolerable. Ayudanse po-
co algunos trabajos, y
doblan-
los con no saberlos llevar. El que ya
se
conoce, socorre con la considera-
cion a su
flaqueza, y el discreto, de
todo sale con vitoria, hasta de las
Estrellas.
168. No dar en monstruo de la nece-
dad.
Sonlo todos los desvanecidos,
presuntuosos, porfiados, capricho-
sos, persuadidos, extravagantes, fi-
gureros, graciosos, noveleros, pa-
radoxos, sectarios, y todo genero de
hombres destemplados; monstruos
todo de la impertinencia. Toda mon-
struosidad del animo es mas disfor-
me que la del cuerpo, porque desdi-
ze de la belleza superior. Pero quien
corregirà tanto desconcierto comun?
donde falta la sinderesis, no queda
lugar para la direccion; y la que avia
de ser observacion reflexa de la irri-
sion, es una mal concebida presun-
cion de aplauso imaginado.
169. Atencion a no errar una, mas que
[p.118] a acertar
ciento. Nadie mira al Sol
resplandenciente, y todos
eclipsado;
no le contarà la nota vulgar las que
acertare, sino las que
errare, mas co-
nocidos son los malos para
murmu-
rados, que los buenos para aplaudi-
dos; ni fueron conocidos muchos,
hasta que
delinquieron; ni bastan to-
dos los aciertos
juntos a desmentir
un solo, y minimo desdoro; y desen-
gañese todo hombre, que le seràn
notadas todas las malas, pero
ningu-
na buena de la malevolencia.
170. Vsar
del reten en todas las cosas.
Es assegurar la importancia,
no todo
el caudal se ha de emplear, ni se han
de sacar todas las fuerças
cada vez,
aun en el saber ha de aver resguardo,
que es un doblar las
perfecciones,
siempre ha de aver a que apelar en un
aprieto de salir mal;
mas obra el so-
corro, que el acometimiento,
por-
que es de valor, y de credito. El pro-
ceder de la cordura siempre fue al se-
guro, y aun en este sentido es verda-
dera aquella paradoxa picante: Mas
es la
mitad, que el todo.
171. No gastar el favor. Los amigos
grandes son para las
grandes ocasio-
nes; no se ha de emplear la
confian-
ça mucha en cosas pocas,
que seria
desperdicio de la gracia, la sagrada
ancora se reserva siempre
para el ulti-
mo riesgo. Si en lo poco se abusa
de
lo mucho, que quedarà para despues?
no ay cosa que mas valga que los
va-
ledores, ni mas preciosa oy que el
el
favor, haze y deshaze en el mundo;
hasta dar ingenio, ò
quitarlo. A los
sabios lo que les favorecieron natura-
leza, y fama, les embidiò la fortu-
na; mas es saber conservar las
perso-
nas, y tenerlas, que los averes.
172. No empeñarse con quien no tiene
que perder. Es reñir
con desigualdad,
entra el otro con
desembaraço: por-
que trae hasta la verguença
perdida,
rematò con todo, no tiene mas que
perder, y assi se arroja a
toda imper-
tinencia, nunca se ha de exponer
a
tan cruel riesgo la inestimable repu-
tacion: costò muchos años de gañar,
y viene a perderse en un punto de
un
puntillo; y el a un desaire mucho lu-
[p.120] çido sudor. Al hombre de obligacio-
nes hazele reparar el tener mucho
que
perder, mirando por su credito,
mira por el contrario, y como se
em-
peña con atencion, procede con tal
detencion, que dà tiempo a la pru-
dencia para
retirarse con tiempo, y
poner en cobro el
credito; ni con el
vencimiento se llegarà a ganar lo
que se perdiò yà
con el exponerse a
perder.
173. No ser
de vidrio en el trato, y me-
nos en
la amistad. Quiebran algu-
nos con gran
facilidad, descubrien-
do la poca consistencia,
llenanse à
si mismos de ofension, a las demas de
enfado; muestran tener la
condicion
mas niña, que las de los ojos, pues
no permite ser tocada, ni de
burlas,
ni de veras; ofendenla las motas, que
no son menester yà notas:
han de ir
con grande tiento los que los tratan,
atendiendo siempre a sus
delicadezas,
guardanle los aires, porque el mas
leve desaire les desazona;
son estos
ordinariamente muy suyos, esclavos
de su gusto, que por èl
atropellaràn
[p.121] con todo, idolatras de su
honrilla;
la condicion del amante tiene la mi-
tad de diamante en el durar, y en el
resistir.
174. No vivir aprisa. El saber repar-
tir las cosas, es saberlas gozar: a
muchos
les sobra la vida, y se les aca-
ba la felicidad,
malogran los conten-
tos, que no los gozan, y
querrian
despues bolver atràs, quando se hal-
lan tan adelante; postillones del vi-
vir, que a
mas del comun correr del
tiempo, añaden ellos su atropella-
miento genial. Querrian devorar en
un dia,
lo que apenas podràn dige-
rir en toda la vida;
viven adelanta-
dos en las felicidades, comense
los
años por venir, y como van con tan-
ta
priessa, acaban presto con todo;
aun en el querer saber ha de aver mo-
do para no saber las cosas mal sabi-
das; son mas los dias, que las di-
chas: en el gozar a espacio, en el
obrar a
prisa: las hazañas bien estan
hechas, los contentos mal acabados.
175. Hombre sustancial, y el que lo es,
no se
paga de los que no lo son. In-
[p.122] feliz es la eminencia que no se funda
en la sustancia: no todos
los que lo
parecen son hombres, ailos de em-
buste, que conciben de quimera, y
paren embelecos, y ay otros sus se-
mejantes, que los apoyan, y gustan
mas de
lo incierto, que promete un
embuste, por ser mucho, que de lo
cierto, que
assegura una verdad, por
ser pocos: al cabo sus
caprichos sa-
len mal, porque no tienen
fundamen-
to de entereza, sola la verdad
puede
dar reputacion verdadera, y la su-
stancia entra en provecho; un em-
beleco ha
menester otros muchos, y
assi toda la fabrica es quimera, y co-
mo se funda en el aire, es preciso ve-
nir a tierra: nunca llega a viejo un
desconcierto, el ver lo mucho que
promete, basta hazer lo sospechoso,
assi
como lo que prueva demasiado,
es impossible.
176. Saber, ò escuchar a quien sabe.
Sin
entendimiento no se puede vi-
vir, ò propio, ò
prestado, pero ay
muchos que ignoran que no saben, y
otros que piensan
que saben, no sa-
[p.123] biendo; achaques de
necedad son ir-
remediables, que como
los igno-
rantes no se conocen, tampoco bus-
can lo que les falta: serian sabios al-
gunos, si no creyessen que lo son,
con esto⟨,⟩ aunque son raros los oracu-
los de cordura, viven ociosos, por-
que nadie los consulta,⟨.⟩ no disminu-
ye la grandeza, ni contradize la ca-
pacidad el aconsejarse, antes el
aconsejarse bien les acredita: deba-
ta
en la razon, para que no le comba-
ta la desdicha.
177. Escusar llanezas
en el trato. Ni se
han de usar, ni se han de
permitir.
El que se allana, pierde luego la su-
perioridad que le dava su entereza, y
tras ella la
estimacion; los Astros, no
rozandose con nosotros, se conser-
van en su esplendor, la divinidad so-
licita decoro, toda humanidad faci-
lita
el desprecio, las cosas humanas
quanto se tienen mas, se tienen
en
menos: porque con la
comunicacion
se comunican las imperfecciones, que
se encubrian con el
recato; con na-
die es conveniente el
allanarse, no
[p.124] con los mayores, por el peligro,
ni
con los inferiores, por la indecen-
cia; menos con la villania, que es
atrevida por lo necio, y no recono-
ciendo el favor que se le haze, pre-
sume obligacion: la facilidad es ramo
devulgaridad.
178. Creer
al coraçon, y mas quando
es de prueva, nunca se
desmienta,
que suele ser pronostico de lo que
mas importa; oraculo casero:
pe-
recieron muchos de lo que se temian:
mas de que sirviò el temerlo, sin el
remediarlo. Tienen algunos muy
leal
el coraçon, ventaja del superior
natural, que siempre los previene, y
toca
a infelicidad para el remedio; no
es cordura salir a recibir los males,
pero si el salirles al encuentro, para
vencerlos.
179. La
retentiva es el sello de la capa-
cidad: pecho sin secreto, es carta
abierta; donde ay
fondo, estàn los
secretos profundos, que ay grandes
espacios, y
ensenadas, donde se hun-
den las cosas de
monta; procede de
un gran señorio de si, el el vencerse en
[p.125] esto, es el verdadero
triumfar: a tan-
tos pagan pecho, a quantos se
descu-
bre⟨n⟩; en la templança interior con-
siste la salud de la prudencia; los ries-
gos de la retentiva son, la agena ten-
tativa, el contradezir para torcer; el
tirar varillas, para
hazer saldra, aqui
el atento mas cerrado.
Las cosas que
se han de hazer, no se han de dezir,
y las que se han de
dezir, no se han de
hazer.
180. Nunca regirse por lo que el ene-
migo avia de hazer. El necio
nunca
harà lo que el cuerdo juzga, por-
que
no alcança lo que conviene; si es
discreto tampoco, porque querrà
desmentirle el intento penetrado, y
aun prevenido; hanse de discurrir las
materias por emtrambas partes, y
rebolverse por el uno y otro lado,
disponiendolas a dos vertientes; son
varios los dictamenes, estè atenta la
indiferencia, no tanto para lo que se-
rà, quanto
para lo que puede ser.
181. Sin mentir no dezir todas las ver-
dades; no ay cosa que requiera mas
tiento que la
verdad, que es un san-
grarse del
coraçon; tanto es menester
para saberla dezir, como para saber-
la callar; pierdese con sola una men-
tira todo el credito de la entereza, es
tenido el engaño por falto, y el en-
gañador por
falso, que es peor; no
todas las verdades se pueden dezir,
unas porque me
importan a mi, otras
porque al otro.
182. Vn grano de audacia con todo es
importante cordura.
Hase de mo-
derar el concepto de los
otros, para
no concebir tan altamente dellos,
que les tema, nunca
rinda la imagi-
nacion al coraçon; parecen
mucho
algunos, hasta que se tratan, pero
el comunicarlos , mas
sirviò de des-
engaño, que de estimacion; ningu-
no excede los cortos limites de hom-
bre, todos tienen su si no, unos en
el ingenio, otros en el genio. La
dignidad da
autoridad aparente, po-
cas vezes la acompaña
la personal;
que suele vengar la suerte la superiori-
dad del cargo en la inferioridad de
los meritos, la
imaginacion se ade-
lanta siempre, y pinta
las cosas mu-
[p.127] cho
mas de lo que son; no solo con-
cibe lo que
ay, sino lo que pudiera
aver: corrijala la razon tan desenga-
ñada a experiencias; pero ni la ne-
cedad ha de ser atrevida, ni la virtud
temerosa, y si a la simplicidad le va-
liò la
confiança, quanto mas al valer,
y al saber?
183. No
aprender fuertemente. Todo
necio es persuadido, y todo
persua-
dido necio, y quanto mas erroneo
su
dictamen, es mayor su tenacidad:
aun en caso de evidencia es ingenui-
dad el ceder, que no se ignora la ra-
zon que tuvo, y se conoce la galan-
teria que tiene; mas se pierde con el
arrimamiento, que se puede ganar
con el vencimiento, no es defender
la
verdad, sino la grosseria; ay cabe-
ças de hierro,
dificultosas de con-
vencer con extremo
irremediable,
quando se junta lo caprichose⟨o⟩ con lo
persuadido, cansanse indisoluble-
mente con la
necedad. El teson ha
de estar en la voluntad, no en el jui-
io zio. Aunque ay casos de
excepcion
para no dexarse perder, y ser vencido
[p.128]
dos vezes, una en el dictamen, otra
en la execucion.
184. No ser
ceremonial. Que aun en
un Rey la afectacion en esto fue
so-
lemnizada por singularidad. Es en-
fadoso el puntuoso, y ay naciones to-
cadas desta delicadeza. El vestido
de la
necedad se cose destos puntos,
idolatras de su honra, y que muestran
que
se funda sobre poco, pues se te-
men que todo la
pueda ofender; bue-
no es mirar por el respeto,
pero no
sea tenido por gran maestro de cum-
plimientos: bien es verdad, que el
hombre sin ceremonias necessita de
excelentes virtudes; ni se ha de afe-
ctar ni se
ha de despreciar la corte-
sia; no muestra ser grande, el que re-
para en puntillos.
185. Nunca exponer el credito a prue-
va de sola una vez, que si no sale
bien
aquella, es irreparable el daño. Es
muy contingente errar una, y
mas
la primera: no siempre està uno de
ocasion, que por esso se dixo estar
de
dia: afiance pues la segunda a la pri-
mera si se errare, y si se acertare
[p.129] fera la
primera desempeño de la se-
gunda siempre ha de a
ver recurso a
la mejoria, y apelacion a mas: depen-
den las cosas de contingencias, y de
muchas, y assi es rara la
felicidad del
salir bien.
186. Conocer los defectos, por mas au-
torizados que estèn. No desconoz-
ca la entereza el vicio aunque se re-
vista de brocado; coronase tal vez de
oro,
pero no por esso puede dissi-
mular el yerro; no
pierde la esclavi-
tud de su vileza, aunque se
desmien-
ta con la nobleza del sugeto;
bien
pueden estar los vicios realçados,
pero no son realces; vèn algunos
que
aquel Heroe tuvo aquel accidente,
pero no vèn que no fue Heroe
por
aquello. Es tan retorico el exemplo
superior, que aun las fealdades
per-
suade, hasta las del rostro afecto
tal
vez la lisonja, no advirtiendo, que si
en la grandeza se dissimulan,
en la
baxeza se abominan.
187. Todo lo favorable obrarlo por si,
todo lo
odioso por terceros. Con
lo uno se concilia la aficion, con lo
[p.130] otro se declina la malevolencia. Ma-
yor gusto es hazer bien, que recibir-
lo, para grandes hombres, que es
felicidad
de su generosidad: pocas
vezes se dà disgusto a
otro sin tomar-
lo, ò por compassion, ò por
repassion:
las causas superiores no obran sin el
premio, ò el
apremio; influya inme-
diatamente el bien, y
mediatamen-
te el mal: tenga donde den los
golpes
del descontento, que son el odio y
la murmuracion: suele ser la
rabia vul-
gar, como la canina, que descono-
ciendo la causa de su daño, rebuelve
contra
el instrumento, y aunque este
no tenga la culpa principal, padece
la pena
de inmediato.
188. Traer que alabar, es credito del
gusto,
que indica tenerlo hecho a lo
muy bueno, y que se le deve la esti-
macion de lo de acà; quien supo co-
nocer antes la perfeccion, sabrà esti-
marla despues, dà materia a la con-
versacion, y a la imitacion, adelan-
tando las plausibles noticias. Es un
politico modo de vender la corcesia a
las perfecciones presentes; otros,
al
[p.131] contrario, traen siempre que vitupe-
rar, haziendo lisonja a lo presente,
con el
desprecio de lo ausente; sale
les bien con los superficiales, que no
advierten la treta del dezir mucho
mal de unos con otros: hazen politi-
ca algunos de estimar mas las media-
nias de oy, que los estremos de ayer.
Conozca el atento estas sutilezas
del llegar, y no le cause desmayo la
exageracion del uno, ni engreimien-
to la lisonja del otro;
y entienda, que
del mismo modo proceden en las
unas partes, que en las
otras, true-
can los sentidos, y ajustanse
siempre
al lugar en que se hallan.
189. Valerse de la privacion agena: que
si
llega a deseo, es el mas eficaz tor-
cedor.
Dixeron ser nada los Filoso-
fos, y ser el todo
los Politicos. Estos
la conocieron mejor. Hazen grada
unos para alcançar
sus fines del deseo
de los otros. Valense de la ocasion,
y con la
dificultad de la consecucion,
irritanle el apetito. Prometense mas
del
conato de la passion, que de la ti-
bieza de la
possession; y al passo que
[p.132] crece la repugnancia, se
apassiona mas
el deseo: gran sutileza del conseguir el
intento, conservar
las dependencias.
190. Hallar el consuelo en todo. Hasta
de
inutiles lo es el ser eternos. No ay
⟨h⟩afan sin con⟨⸥⟩orte, los necios le tienen
en ser venturosos, y
tambien se dixo
ventura de fea. Para vivir mucho,
es arbitrio valer poco;
la vasija que-
brantada es la que nunca se acaba
de
romper, que enfada con su durar.
Parece que tiene embidia la
fortuna
a las personas mas importantes, pues
iguala la duracion con la
inutilidad
de las unas, y la importancia con la
brevedad de las otras.
Faltaràn quan-
tos importaren, y permanecerà
eter-
no el que es de ningun provecho, ya
porque lo parece, ya porque real-
mente es assi.
Al desdichado pare-
ce que se conciertan en
olvidarle la
suerte, y la muerte.
191. No pagarse de la mucha cortesia,
que es especie de
engaño. No neces-
sitan algunos para
hechizar de las
yervas de Tesalia, que con solo el
buen aire de una gorra
encantan ne-
[p.133] cios, digo
desvanecidos. Hazen pre-
cio de la honra, y pagan
con el vien-
to de unas buenas palabras.
Quien
lo promete todo, promete nada, y
el prometer es desliz para necios;
la
cortesia verdadera es deuda, la afe-
tada
engaño, y mas la desusada: no
es decencia, sino dependencia. No
hazen la
reverencia a la persona, sino
a la fortuna, y la lisonja, no a las
prendas
que reconoce, sino a las uti-
lidades que espera.
192. Hombre de gran
paz, hombre de
mucha vida, para vivir, dexar
vivir;
no solo viven los pacificos, sino que
reinan; hase de oir, y ver, pero cal-
lar; el dia sin pleito, haze la
noche
soñolienta: vivir mucho, y vivir con
gusto, es vivir por dos, y
fruto de la
112paz; todo lo tiene a quien no se le
da nada de lo que no le
importa; no
ay mayor desproposito, que tomar-
lo todo de proposito, igual necedad
que le passe el coraçon a
quien no le
toca, y que no le entre de los dien-
tes adentro a quien le importa.
193. Atencion al que entra con la age-
[p.134] na, por
salir con la suya. No ay re-
paro para la astucia,
como la adver-
tencia; al entendido un buen
enten-
dedor: hazen algunos ageno el ne-
gocio propio, y sin la contracifra de
intenciones se halla a cada passo em-
peñado uno
en sacar del fuego el
provecho ageno, con daño de su
mano.
194. Concebir de si, y de sus cosas cuer-
damente, y mas al començar a vivir.
Conciben
todos altamente de si, y
mas los que menos son: sueñase ca-
da uno su fortuna, y se imagina un
prodigio: empeñase desatinadamen-
te la
esperança, y despues nada cum-
ple la experiencia:
sirve de tormen-
to a su imaginacion vana, el
desenga-
ño de la realidad verdadera;
corrija
la cordura semejantes desaciertos, y
aunque puede desear lo
mejor, siem-
pre ha de esperar lo peor para
tomar
con equanimidad lo que viniere. Es
destreza assestar algo
mas alto para
ajustar el tiro, pero no tanto que sea
desatino al començar
los empleos,
es precisa esta reformacion de con-
[p.135] cepto, que suele desatinar la presun-
cion sin la experiencia; no ay medi-
cina mas universal para todas nece-
dades que el seso: conozca cada uno
la
esfera de su actividad, y estado, y
podrà regular con la realidad el con-
cepto.
195. Saber
estimar. Ninguno ay que
no pueda ser maestro de otro en
algo;
ni ay quien no exceda al que excede:
saber desfrutar a cada uno, es
util sa-
ber; el sabio estima a todos, porque
reconoce lo bueno en cada uno, y sa-
be lo que
cuestanlas cosas de hazerse
bien. El necio desprecia a todos por
ignorancia de lo bueno, y por elec-
cion de lo
peor.
196. Conocer su estrella. Ninguno tan
desvalido que no la tenga, y si es des-
dichado,
es por no conocerla. Tienen
unos cabida con Principes, y poder-
rosos, sin saber como, ni porque,
sino que
su misma suerte les facilitò el
favor; solo queda para industria
el
ayudarla; otros se hallan con la
gracia de los sabios: fue alguno mas
acepto en una nacion que en otra, y
[p.136] mas bien visto
en esta Ciudad que en
aquella; experimentase tambien mas
dicha en un
empleo, y estado, que
en los otros, y todo esto en igualdad,
y aun
identidad de meritos: baraja
como, y quando quiere la suerte;
conozca la
suya cada uno, assi como
su Minerva, que va el perderse, ò el
ganarse,
sepala seguir, y ayudar, no
las trueque, que seria errar el norte à
que le
llama la vezina vozina.
197. Nunca embaraçarse
con necios: es
lo el que no los conoce, y mas el
que
conocidos no los descarta, son peli-
grosos para el trato superficial, y per-
niciosos para la confidencia, y aun-
que algun
tiempo los contenga su re-
zelo propio, y el
cuidado ageno; al
cabo hazen la necedad, ò la dizen, y
si tardaron sue
para hazerla mas so-
lenne; mal puede
ayudar al credito
ageno quien no lo tiene propio, son
infelicissimos, que
es el sobrehuesio
de la necedad, y se pagan una y otra;
sola una cosa
tienen menos mala, y
es, que ya que à ellos los cuerdos no
les son de
algun provecho, ellos si
[p.137] de mucho à los sabios, ò
por noticia,
ò por escarmiento.
198. Saberse trasplantar. Ay naciones,
que
paravaler, se han de remudar, y
mas en puestos grandes. Son las pa-
trias madrastras de las mismas emi-
nencias: reina en ellas la embidia, co-
mo en tierra connatural, y mas se
acuerdan
de las imperfecciones con
que uno començo, que de la grandeza
a que ha
llegado: un alfiler pudo con-
se guir estimacion,
passando de un
mundo a otro, y un vidro puso en
desprecio al diamante,
porque se tras-
ladò; todo lo estraño es
estimado,
yà porque vino de lejos, yà porque
se logra hecho; y en su
perfeccion:
sugetos vimos, que yà fueron el des-
precio de su rincon, y oy son la hon-
ra del mundo, siendo estimados de
los propios, y estraños; de
los unos
porque los miran de lexos, de los
otros porque lexos; nunca bien
ve-
nerarà la estatua en el ara el que la
co-
nociò tronco en el huerto.
199. Saberse hazer lugar a lo cuerdo, no
a lo
entremetido. El verdadero ca-
[p.138] mino para la eltimacion, es el de los
meritos, y si la industria
se funda en
el valor, es atajo para el alcançar; so-
la la entereza no basta, sola la solici-
tud es indigna, que llegan tan enlo-
dadas las cosas, que son asco de la re-
putacion, consiste en un medio de
merecer, y de saberse
introduzir.
200. Tener que desear, para no ser fe-
lizmente desdichado, respira el cuer-
po y anhela el espiritu; si todo fuere
possession, todo
sera desengaño, y
descontento, aun en el entendimien-
to siempre ha de quedar que saber en
que se
ceve la curiosidad, la esperan-
ça alienta: los
hartazgos de felicidad
son mortales. En el premiar es des-
treza nunca satisfazer: si nada ay que
desear, todo es de
temer, dicha des-
dichada, donde acaba el
deseo, co-
mienca el temor.
201. Son ta⟨o⟩ntos todos los que lo pare-
cen, y la mitad de los que no lo
pa-
recen. Alçòse con el mundo la nece-
dad y si ay algo de sabiduria, es estul-
ticia con la del Cielo, pero el
mayor
necio es el que no se lo piensa, y a
[p.139]
todos los otros difine. Para ser sa-
bio, no basta
parecerlo, menos pa-
recerselo: aquel sabe, que
piensa que
no sabe; y aquel no vè, que no vè
que los otros vèn: con estar
todo el
mundo lleno de necios, ninguno ay
que lo piense, ni aun lo
rezele.
202. Dichos y hechos hazen a un varon
consumado. Hase de hablar lo muy
bueno, y obrar lo muy honroso, la
una es perfeccion de la cabeça, la
otra del coraçon, y entrambas nacen
de
la superioridad del animo; las pa-
labras son
sombra de los hechos, son
aquellas las hembras, estos los va-
rones; mas importa ser celebrado,
que ser
celebrador: es facil el dezir,
y dificil el obrar. Las hazañas son la
substancia del vivir, y las sentencias el
ornato; la eminencia en los hechos
vale
el
con
tra
riodure, en los dichos passa; las
accio-
nes son el fruto de las
atenciones, los
unos sabios, los otros hazañosos.
203. Conocer las eminencias de su si-
glo. No Son muchas; una Fenix en
todo un mundo, un gran
Capitan,
un perfecto Orador, un Sabio en to-
[p.140] do un siglo, un Eminente Rey en
muchos, las
medianias son ordina-
rias en numero, y aprecio,
las emi-
nencias raras en todo , porque piden
complemento de
perfeccion, y quan-
to mas sublime la
categoria, mas di-
ficultoso el extremo,
muchos los to-
maron los renombres de
Magnos a
Cesar, y Alexandro, pero en vacio,
que sin los hechos no es mas
la voz
que un poco de aire; pocos Senecas
ha avido, y un solo Apeles
celebrò la
fama.
204. Lo facil se ha de emprender como
dificultoso, y lo
dificultoso como fa-
cil, alli porque la
confiança no des-
cuide, aqui porque la
desconfiança
no desmaye, no es menester mas
para que no se haga la cosa,
que
darla por hecha: y al contrario, la
diligencia allana la
impossibilidad,
los grandes empeños aun no se han
de pensar, basta
ofrecerse, porque la
dificultad advertida no ocasione el
reparo.
205. Saber jugar al
desprecio. Es tre-
ta para
alcançar las cosas, despre
[p.141] ciarlas: no se hallan
comunmente
quando se buscan, y despues al descui-
do se vienen a la mano: como todas
las de acà son
sombra de las eternas,
participan de la sombra aquella pro-
piedad, huyen de quien las sigue, y
persiguen a quien las
huye. Es tam-
bien el desprecio la mas politica ven-
gança, unica maxima de sabios, nun-
ca defenderse con la pluma, que dexa
rastron, y viene a ser mas gloria de la
emulacion, que castigo del
atrevimien-
to; astucia de indignos
oponerse
a grandes hombres para ser celebra-
do por indirecta, quando no lo me-
recian de derecho: Que no cono-
cieramos a muchos, si no huvieran
hecho caso dellos los excelentes con-
trarios. No ay vengança como el
olvido,
que es sepultarlos en el polvo
de su nada. Presumen temerarios ha-
zerse eternos, pegando fuego a las
maravillas del mundo, y de los si-
glos; arte de
reformar la murmura-
cion, no hazer caso;
impugnarla,
causa perjuizio; y si credito descre-
dito, a la emulacion complacencia:
[p.142] que aun aquella sombra de desdoro
deslustra, yà que
no escurece del to-
do la mayor perfeccion.
206. Sepase que ay vulgo en todas par-
tes. En la misma Corinto. En la fa-
milia mas selecta. De las puertas
aden-
tro de su casa lo experimenta cada
uno; pero ay vulgo, y revulgo, que
es peor, tiene el especial las mismas
propiedades, que el comun, como
los pedaços del quebrado espejo, y
aun mas
perjudicial; habla a lo necio,
y censura a lo impertinente; gran di-
cipulo de la ignorancia, padrino de
la
necedad, y aliado de la hablilla; no
se ha de atender a lo
que dize, y me-
nos a lo que siente; importa
cono-
cerlo para librarse dèl, ò
como par-
te, ò como objeto: que qualquiera
necedad es vulgaridad,
y el vulgo se
compone de necios.
207. Vsar del reporte. Hase de estar
mas sobre el caso
en los acasos. Son
los impetus de las
passiones desliza-
deros de la cordura, y alli
es el riesgo
de perderse. Adelantase uno mas en
un instante de furor,
ò contento, que
[p.143] en muchas horas de
indiferencia.
Corre tal vez en breve rato, para
corerse despues toda
la vida. Traza
la agena astuta intencion estas tenta-
ciones de prudencia para descubrir
tierra ò
animo: valese de semejantes
torcedores de secretos, que suelen
apurar el
mayor caudal. Sea contra
ardid el reporte, y mas en las pron-
titudes; mucha reslexion es mene-
ster para que no se desboque una pas-
sion, y gran cuerdo el que acavallo
lo es; va con⟨⸥⟩tiento el que concibe
el peligro, lo que
parece ligera la pa-
labra al que la arroja,
le parece pesa-
da al que la recibe, y la
pondera.
208. No morir de achaque de necio.
Comunmente
los sabios mueren fal-
tos de cordura; al
contrario los ne-
cios hartos de consejo. Morir de
ne-
cio, es morir de discurrir sobrado;
unos mueren porque sienten, y otros
viven porque no sienten; y assi unos
son necios, porque no mueren de
sentimiento, y otros lo son, por-
que mueren dèl. Necio es el que
muere de
sobrado entendido: de
[p.144] suerte que unos mueren de
entende-
dores, y otros viven de no entendi-
dos; pero con morir muchos de ne-
cios; pocos necios mueren.
209. Librarse de las necedades comu-
nes, es cordura bien especial.
Estàn
muy validas por lo introduzido; y
algunos, que no se rindieron a la
ig-
norancia particular, no supieron es-
caparse de la comun, vulgaridad es
no estar contento
ninguno con ⟨su⟩ sue-
rte, aun la mayor, ni descontento de
su
ingenio, aunque el peor. Todos
codician con descontento de la
pro
pia, la felicidad agena. Tambien
alaban los de oy las cosas de ayer,
y
los de acà las de allende. Todo lo
passado parece mejor, y todo lo di-
stante es mas estimado. Tan necio
es el que
se rie de todo, como el que
se pudre de todo.
210. Saber jugar de la verdad. Es peli-
grosa, pero el hombre de bien no
puede
dexar de dezirla: ai mene-
ster el artificio, los
diestros Medicos
del animo intentaron el modo de en-
dulçarla, que quando toca en desen-
[p.145] gaño, es la quinta essencia de lo
amargo. El
buen modo se vale aqui
de su destreza, con una misma ver-
dad lisongea uno, y aporrea a otro;
hase de hablar a los presentes en los
passados. Con el buen entendedor
basta brujulear; y quando nada ba-
stare, entra el
caso de enmudecer.
Los Principes no se han de curar con
cosas amargas,
para esso es arte de
dorar los desengaños.
211. En el Cielo todo es contento. En
el
infierno todo es pesar. En el mun-
do, como un
medio, uno, y otro.
Estamos entre dos estremos, y assi se
participa de
entrambos. Alternanse
las fuertas, ni todo ha de ser felici-
dad, ni todo adversidad. Este mun-
do es un cero, a solas vale nada, jun-
tandolo con el Cielo, mucho: la in-
diferencia a su variedad es cordura,
ni es
de sabios la novedad. Vase em-
peñando nuestra
vida, como en Co-
media, al fin viene a
desenredarse;
atencion pues al acabar bien.
212. Reservarse siempre las ultimas tre-
tas del arte. Es de grandes
maestros,
[p.146] que se valen de su sutileza en el
mis-
mo enseñarña, siempre ha de que-
dar superior, y siempre maestro:
hase de ir
con arte en comunicar
el arte, nunca se ha de agotar la
fuente del
enseñar, assi como ni la
dal dar; con esso se converva la re-
putacion, y la dependencia. En el
agradar,
y en el enseñar se ha de ob-
servar aquella gran
licion de ir siem-
pre cebando la admiracion, y
ade-
lantando la perfeccion: el reten en
todas las materias fue gran regla de
vivir, de vencer, y mas en los em-
pleos mas sublimes.
213. Saber contradezir. Es gran treta
de
tentar, no para empeñarse, sino
para empeñar. Es el unico torcedor
el que
haze faltar los afectos, es un
vomitivo para los secretos la tibieza
en el
creer,⟨:⟩, llave del mas
cerrado
pecho⟨[unclear]⟩, hazese con
gran sutileza la
tentativa doble de la voluntad, y del
juizio,⟨;⟩ un desprecio
sagaz de la mi-
steriosa palabra del otro, dà caza
a
los secretos mas profundos, y valos
con suavidad bocadeando,
hasta
[p.147] traerlos a la lengua, y a que den en
las redes del artificioso engaño; la
detencion en el atento, haze arrojar-
se a la del otro en el recato, y descu-
bre el ageno sentir, que de otro mo-
do era el coraçon inescrutable: una
duda
afectada, es la mas sutil ganzua
de la curiosidad para saber quanto
quisiere,⟨.⟩ y aun para el aprender, es
treta del dicipulo contradezir al
maestro, que se empeña con mas co-
nato en la
declaracion, y fundamen-
to de la verdad; de
suerte, que la im-
pugnacion moderada dà ocasion a
la
enseñança cumplida.
214. No
hazer de una necedad dos. Es
muy ordinario para remendar
una,
cometer otras quatro; escusar una
impertinencia con otra mayor; es de
casta de mentira, ò esta lo es
de ne-
cedad, que para sustentarse una, ne-
cessita de muchas; siempre del mal
pleito
fue peor el patronicinio, mas
mal que el mismo mal, no saberlo
desmentir;
es pension de las imper-
fecciones, dar a censo
otras muchas:
un un descuido puede caer el mayor
[p.148] sabio, pero en dos no, y de passo, que
no de assiento.
215. Atencion al que llega de segunda
intencion. Es ardid del hombre ne-
gociante, descuidar la voluntad para
acometerla, que es vencida en
siendo
convencida; dissimulan el intento
para consegillo, y ponese
segundo,
para que en la execucion sea prime-
ro, assegurase el tiro en lo inadverti-
do. Pero
no duerma la atencion,
quando tan desvelada la intencion, y
si esta se
haze segunda para el dissi-
mulo, aquella primera
para el conocimi-
ento; advierta la cautela el artificio
con
que llega, y notele las puntas que
và echando, para venir a parar al pun-
to de su pretension; propone uno, y
pretende otro, y rebuelven con su-
tileza a dar en
el blanco de su inten-
cion; sepa pues lo que le
condece, y
tal vez convendrà dar a entender, que
ha entendido.
216. Tener la declarativa, es no solo
desembarazo, pero despejo en el con-
cepto.
Algunos conciben bien, y
paren mal, que sin la claridad no sa-
[p.149] len a luz los hijos
del alma, los con-
ceptos, y decretos; tienen
algunos
la capacidad de aquellas vasijas, que
perciben mucho, y comunican
poco:
al contrario, otros dizen aun mas de
lo que sienten; lo que es la
resolu-
cion en la voluntad, es la
explicacion
en el entendimiento, dos grandes
eminencias, los ingenios
claros son
plausibles, los confusos fueron vene-
rados por no entendidos; y tal vez
conviene la obscuridad, para
no ser
vulgar; pero como haràn concepto
los demas de lo que les oyen, si no
les corresponde concepto mental
a
ellos de lo que dizen?
217. No se ha de querer, ni aborrecer
para
siempre. Confiar de los amigos
oy, como enemigos mañana, y los
peores; y pues passa en la realidad,
passe en la prevencion; no se han de
dar armas a los transfugas de la ami-
stad, que
hazen con ellas la mayor
guerra; al contrario con los enemi-
gos, siempe puerta abierta a la re-
conciliacion, y sea la de la galanteria,
es
la mas segura: atormentò alguna
[p.150] vez despues la
vengança de antes, y
sirve de pesar el contento de la mala
obra que se le
hizo.
218. Nunca obrar por tema, sino por
atencion.
Toda tema es postema,
gran hija de la passion, la que nunca
obrò cosa a
derechas: ay algunos que
todo lo reduzen a guerrilla, vando-
leros del trato, quanto executan
querrian
que fuesse vencimiento: no
saben proceder pacificamente. Estos
para mandar
y regir son pernicio-
sos, porque hazen vando del
govier-
no, y enemigos de los que avian
de
hazer hijos: todo lo quieren dispo-
ner
con traza, y conseguir como fru-
to de su
artificio; pero en descubrien-
do el paradoxo
humor los demas,
luego se apunta con ellos, procu-
ranles estorvar sus quimeras, y assi
nada consiguen; llevanse
muchos
hartazgos de enfados, y todos les
ayudan al disgusto. Estos tienen
el
dictamen leso, y tal vez dañado el
coraçon: El modo de portars
econ
semenjantes monstruos, es huir a los
Antipodas, que mejor se llevarà
la
[p.151] barbaridad de aquellos, que la fiere-
za destos.
219. No ser tenido por hombre de arti-
ficio, aunque no se puede ya
vivir
sin èl. Antes prudente, que astuto:
es agradable a todos la lisura
en el
trato, pero no a todos por su casa.
La sinceridad no de en el
extremo
de simplicidad, ni la sagacidad de
astucia. Sea antes venerado por
sa-
bio, que temido reflexo; los since-
ros son amados, pero engañados.
El mayor
artificio sea encubrir lo
se tiene por engaño. Floreciò
en el siglo de oro
la llaneza, en este
de hierro la malicia. El credito de
hombre que sabe lo
que ha de hazer,
es honroso, y causa confiança, pero
el de artificioso, es
sofistico, y engen-
dra rezelo.
220. Quando no puede uno vestirse la
piel del Leon,
vistase la de la Vulpe-
ja. Saber ceder
al tiempo, es exce-
der: el que sale con su
intento, nun-
ca pierde reputacion, a falta de
fuer-
ça, destreza; por un camino, ò por
otro, ò por el real del valor, ò por
[p.152] el atajo del
artificio: mas cosas ha
obrado la maña, que la fuerça, y
mas vezes
vencieron los sabios a los
valientes, que al contrario; quando
no se puede
alcançar la cosa, entra el
desprecio.
221. 173No ser ocasionado16 , ni para empe-
ñarse, ni para empeñar. Ay tropie-
zos del decoro, tanto propio, co-
mo ageno, siempre a punto de nece-
dad: encuentranse con gran facili-
dad, y rompen con infelicidad; no
lo hazen al dia con
cien enfados, tie-
nen el humor al repelo, y assi
contra-
dizen a quantos, y quanto ay: cal-
çaronse el juizo al reves, y assi todo
lo repruevan. Pero los
mayores ten-
tadores de la cordura, son los que
nada hazen bien, y
de todo dizen
mal.
Que ay muchos monstruos en
el estendido pais de la impertinen-
cia.
222. Hombre detenido, evidencia de
prudente. Es fiera la
lengua, que si
una vez se suelta, es muy dificultosa
de poderse
bolver a encadenar: es el
pulso del alma, por donde conocen
[p.153] los sabios su disposcion; aqui pul-
san los atentos el movimiento del co-
raçon: el mal es, que el que avia de
serlo mas, es menos
reportado; es-
cusase el sabio enfados, y
empeños,
y muestra quan señor es de si. Pro-
cede circunspecto, Iano en la equi-
valencia, Argos en la verificacion.
Mejor Momo huviera echado
menos
los ojos en las manos, que la venta-
nilla en el pecho.
223. No ser muy individuado, ò por
afectar, ò por no
advertir: tienen al-
gunos notable
individuacion, con
acciones de mania, que son mas de-
fectos , que diferencias; y assi como
algunos son bien
conocidos por al-
guna singular fealdad en el
rostro,
assi estos por algun excesso en el por-
te. No sirve el individuarse sino de
nota, con una impertinente
especia-
lidad, que commueve alternativa-
mente en unos la risa, en otros el en-
fado.
224. Saber tomar las cosas nunca al re-
pelo, aunque vengan. Todas tienen
haz, y embes;
la mejor, y mas fa-
[p.154] vorable, si se toma por el corte, la-
stima;
al contrario, la mas repu-
gnante, defiende,
si por la empuña-
dura: muchas fueron de
pena, que si
se consideràran las conveniencias,
fueran de contento; en
todo ay
convenientes, y inconvenientes, la
destreza està en saber
topar con la
comodidad: haze muy diferentes vi-
sos una misma cosa, si se mira a di-
ferentes luzes; mirese por la de la fe-
licidad, no se han de trocar los fre-
nos al bien, y al mal: de aqui procede,
que algunos
en todo hallan el con-
tento, y otros el pesar:
gran reparo
contra los reveses de la fortuna, y
gran regla del vivir para
todo tiem-
po, y para todo empleo.
225. Conocer su defecto Rey. Nin-
guno vive sin el contrapelo de la
prenda relevante, y si le
favorece la
inclinacion, apoderase a lo tirano⟨:⟩,
comience a hazerle la
guerra, publi-
cando el cuidado contra él, y el
pri-
mer passo sea el manifiesto, que en
siendo conocido, serà vencido, y
mas si el interessado haze el concepto
[p.155] dèl como los que notan; para ser
señor de si, es
menester ir sobre si;
rendido este cabo de imperfeccio-
nes, acabaràn todas.
226. Atencion a obligar. Los mas no
hablan, ni
obran como quien son,
sino como les
obligan,⟨;⟩ para persu-
dir lo malo,
qualquiera sobra, por-
que lo malo es muy
creido, aun que
talvez increible: lo mas, y lo me-
jor que tenemos, depende de respe-
to ageno: contentanse algunos con
tener la razon de su parte;
pero no
basta, que es menester ayudarla con
la diligencia. Cuesta a vezes
muy po-
co el obligar, y vale mucho, con pa-
labras se conpran obras; no ay al-
haja tan vil en esta gran casa del uni-
verso, que una vez al año no sea me-
nester, y aunque valga poco, harà
gran
falta; cada uno habla del obje-
to, segun su
afecto.
227. No ser de primera impression. Ca-
sanse algunos con la primera infor-
macion, de suerte que las demas son
concubinas, y como se adelanta siempre
la mentira, no queda lugar des-
[p.156] pues para la verdad;
ni la voluntad
con el primer objeto, ni el entendi-
miento con la primera proposicion se
han de llenar, que es
cortedad de
fondo; tienen algunos la capacidad
de vasija nueva, que el
primer olor
la ocupa, tanto del mal licor, como
del bueno. Quando esta
cortedad
llega a conocida, es perniciosa, que dà
pie a la maliciosa
industria, previe-
nense los mal intencionados a
teñir
de su color la credulidad, quede
siempre lugar a la revista;
guarde
Alexandro la otra oreja para la otra
parte: quede lugar para la
segunda
y tercera informacion, arguye inca-
pacidad el impresionarse, y està cer-
ca del
apassionarse.
228. No tener voz de mala voz. Mu-
cho menos tener tal opinion, que es
tener
fama de contrafamas; no sea
ingenioso a costa agena, que es mas
odioso,
que dificultoso; venganse
todos dèl, diziendo mal todos dèl,
y como es
solo, y ellos muchos, mas
presto serà èl vencido, que conven-
cidos ellos; lo malo nunca ha de con-
[p.157] tentar, pero ni
comentarse: es el
murmurador para siempre aborreci-
do, y aunque a vezes personages
grandes atraviessen con él,
serà mas
por gusto de su fisga, que por estima-
cion de su cordura, y el que dize mal
siempre oye peor.
229. Saber repartir su vida a lo discre-
to, no como se vienen las ocasiones,
sino
por providencia, y delecto. Es
penosa sin descansos, como jornada
larga
sin mesones, hazela dichosa la
variedad erudita.
Gastese la prime-
ra estancia del bello vivir,
en hablar
con los muertos; nacemos para sa-
ber, y sabernos, y los libros con fi-
delidad nos hazen personas. La se-
gunda jornada se emplee con los vi-
vos, ver, y registrar todo lo bueno
del mundo, no todas las
cosas se hal-
lan en una tierra; repartiò los
dotes
el padre universal, y a vezes enrique-
ciò mas la fea. La tercera jornada
sea toda para si, ultima
felicidad el fi-
losofar.
230. Abrir los ojos con tiempo: no to-
dos los que vèn han abierto los ojos,
[p.158] ni todos los que miran vèn. Dar en
la cuenta tarde,
no sirve de remedio,
sino de pesar; comiençan a ver
algunos quando no ay,
que deshi-
zieron sus casas, y sus cosas an-
tes de hazerse ellos. Es dificultoso
dar
entendimiento a quien no tiene
voluntad, y mas dar voluntad a quien
no
tiene entendimiento; juegan con
ellos los que les van al rededor, co-
mo con ciegos con risa de los demas;
y
porque son sordos para oir, no
abren los ojos para ver; pero no fal-
ta quien fomenta esta insensibilidad,
que
consiste su ser en que ellos no
sean; infeliz cavallo, cuyo amo no
tiene
ojos, mal engordarà.
231. Nunca permitir a medio hazer las
cosas,
gozense en su perfeccion. To-
dos los principios
son informes, y
queda despues la imaginacion de
aquella deformidad,⟨;⟩ la
memoria de
avello visto imperfecto, no lo dexa
lograr acabado; gozar de un
golpe
el objeto grande, aunque embaraça
el juizio de las partes, de por si
ade-
qua el gusto; antes de ser todo es na-
[p.159] da, y en el començar
a ser se està aun
muy dentro de su nada: el ver⟨⸥⟩guisar
el manjar mas regalado sirve antes de
asco, que de apetito: recatese pues
todo gran Maestro de que le vean sus
obras en embrion, aprenda de la na-
turaleza a no
exponerlas, hasta que
puedan parecer.
232. Tener un punto de negociante.
No todo sea
especulacion, aya tam-
bien accion: Los muy sabios
son fa-
ciles de engañar, porque aunque sa-
ben lo extraordinario, ignoran lo or-
dinario del vivir, que es mas preci-
so; la contemplacion de las cosas sub-
limes no les da lugar para las ma-
nuales; y como ignoran lo primero
que avian
de saber, y en que todos
parten un cabello, ò son admirados,
ò son tenidos
por ignorantes del vul-
go superficial; procure
pues el varon
sabio tener algo de negociante, lo
que baste para no ser
engañado, y
aun reido, sea hombre de lo agible
que aunque no es lo
superior, es lo
mas preciso del vivir: de que sirve el
saber, si no es
platico? y el saber
[p.160] vivir es oy el verdadero
saber?
233. No errarle el golpe al gusto; que
es hazer
un pesar por un plazer. Con
lo que pientan obligar algunos, en-
fadan, por no comprehender los ge-
nios; obras ay, que para unos son
lisonja,
y para otros ofensa; y el que
se creyò ser vicio, fue agravio; costò
a vezes mas el dar
disgusto, que hu-
viera costado el hazer plazer:
pier-
den el agradecimiento,y el don, por-
que perdieron el norte del agradar:
si no
se sabe el genio ageno, mal se le
podrà satisfazer: de aqui es, que al-
gunos pensaron dezir un elogio, y
dixeron
un vituperio, que fue bien
merecido castigo; piensan otros en-
tretener con su eloquencia , y apor-
rean el alma con su loquacidad.
234. Nunca fiar reputacion sin prendas
de honra
agena. Hase de ir a la par-
te del
provecho en el silencio, del da-
ño en la
facilidad. En intereses de
honra, siempre ha de ser el trato de
compañia:
de suerte que la propia re-
putacion ha de cuidar
de la agena.
Nunca se ha de fiar; pero si alguna
[p.161] vez, sea con tal arte, que pueda ce-
der la
prudencia a la cautela. Sea el
riesgo comun, y reciproca la causa,
para
que no se le convierta en testi-
go, el que se
reconoce participe.
235. Saber pedir. No ay cosa mas di-
ficultosa para algunos, ni mas facil
para
otros. Ay unos, que no saben
negar, con estos no es menester gan-
zua. Ay otros, que el no es su pri-
mera palabra a todas horas; con estos
es
menester la industria, y con todos
la sazon: un coger los espiritus ale-
gres, ò por el pasto antecedente del
cuerpo, ò por el del animo: si ya la
atencion del reflexo que atiende, no
previene la sutileza en el que intenta:
los dias del gozo, son los del
favor
que redunda del interior a lo exterior.
No se ha de llegar, quando
se vè ne-
gar a otro, que està perdido el mie-
do al no. Sobre tristeza no ay buen
lancen.
El obligar de antemano, es
cambio, donde no corresponde la vil-
lania.
236. Hazer obligacion antes de lo que
avia de
ser premio despues; es de-
[p.162] streza de grandes politicos, favores
antes de meritos, son prueva
de hom-
bres de obligacion. El favor a si an-
ticipado, tiene dos eminencias, que
con lo
pronto del que dà, obliga mas
al que recibe: un mismo don, si des-
pues es deuda, antes es empeño. Su-
til modo de transformar obligacio-
nes, que la que avia de estar en el fu-
perior para premiar, recae en el obli-
gado para satisfazer. Esto se entien-
de con gente de obligaciones, que
para
hombres viles, mas seria poner
freno, que espuela, anticipando la
paga del
honor.
237. Nunca partir secretos con mayo-
res. Pensarà partir peras, y
partirà
piedras: perecieron muchos de con-
fidentes: son estos como cuchar de
pan, que corre el mismo riesgo des-
pues. No es favor del Principe, si-
no pecho el comunicarlo. Quiebran
muchos el
espejo, porque les acuer-
da la fealdad, no puede
ver al que le
pudo ver; ni es bien visto el que viò
mal. A ninguno se ha
de tener muy
obligado, y al poderoso menos; sea
[p.163]
antes con beneficios hechos, que
con favores recebidos, sobre todo
son
peligrosas consianças de ami-
stad. El que
comunicò sus secretos a
otro, hizose esclavo dèl, y en sobe-
ranos es violencia, que no puede
durar:
desean bolver a redimir la li-
bertad perdida, y
para esto atropel-
laràn con todo, hasta la razon;
los
secretos pues, ni oírlos, ni dezirlos.
238. Conocer la pieza que le falta. Fue-
ran muchos muy personas, si no les
faltara
un algo, sin el qual nunca lle-
gan al colmo del
perfecto ser; nota-
se en algunos, que pudieran
ser mu-
cho, si reparàran en bien poco, ha-
zeles falta la seriedad, con que des-
luzen grandes prendas, a otros la
suavidad
de la condicion, que es fal-
ta que los familiares
echan presto
menos, y mas en personas de puesto;
en algunos se desea lo
executivo, y
en otros lo reportado: todos estos
desaires, si se
advirtiessen, se podrian
suplir con facilidad, que el cuidado
puede hazer
de la costumbre segun-
da naturaleza.
239. No ser reagudo, mas importa prud-
dencial; saber mas de lo que convie-
ne, es despuntar, porque las sutile-
zas comunmente quiebran: mas se-
gura es la verdad assentada; bueno es
tener
entendimiento, pero no bachil-
leria; el mucho
discurrir, ramo es
question: mejor es un buen juizio
sustancial, que no
discurre mas de lo
que importa.
240. Saber usar de la necedad. El ma-
yor sabio juega tal vez desta pieza, y
ay tales
ocasiones, que el mejor saber
consiste en mostrar no saber; no se
ha de
ignorar, pero si afectar que se
ignora; con los necios
poco impor-
ta ser sabio, y con los locos
cuerdo:
hasele de hablar a cada uno en su len-
guaje; no es necio el que afecta la
necedad, sino el que la
padece; la
sencilla lo es, que no la doble, que
ha esto llega el
artificio: para ser
bien quisto, el unico
medio vestirse
la piel del mas simple de los brutos.
241. Las burlas sufrirlas; pero no usar-
las: aquello es especie de galanteria,
esto
de empeño; el que en la fiesta se
[p.165] desazona, mucho tiene de bestia, y
muestra mas: es
gustosa la burla so-
brada, saberla sufrir es
argumento
de capacidad: dà pie el que se pica,
a que le repique, a lo
mejor se han de
dexar, y lo mas seguro es no levan-
tarlas: las mayores veras nacieron
siempre de las burlas: no ay
cosa que
pida mas atencion, y destreza, an-
tes de començar se ha de saber, hasta
que punto de sufrir llegarà el
genio
del sugeto.
242. Seguir los alcances. Todo se les
và a
algunos en començar, y nada
acaban; inventan, poco no prosiguen,
instabilidad de genio, nunca consi-
guen alabança,
porque nada prosi-
guen, todo para en parar, si
bien
nace en otros de impaciencia de ani-
mo,
tacha de Españoles, assi como
la paciencia es ventaja de los Belgas;
estos
acaban las cosas, aquellos aca-
ban con ellas,
hasta vencer la difi-
cultad sudan, y contentanse
con el
vencer: no saben llevar al cabo la vi-
toria, pruevan que pueden, mas no
quieren, pero siempre es defeto de
[p.166] impossibilidad, ò liviandad; si la
obra es buena
porque no se acaba?
y si es mala, porque se començò? Ma-
te pues el sagaz la caça, no se le vaya
todo en levantarla.
243. No ser todo columbino, alternen-
se las calidez de la serpiente, con la
candidez de la paloma. No ay cosa
mas facil, que engañar a un hombre
de
bien. Cree mucho el que nunca
miente, y confia mucho el que nun-
ca engaña. No siempre procede de
necio el
ser engañado, que tal vez de
bueno: dos generos de personas pre-
vienen mucho los daños; los escar-
mentados, que es muy a su costa; y
los
astutos, que es muy a la agena.
Muestrese tan estremada la sagacidad
para
el rezelo, como la asutcia para
el enredo, y no quiera uno ser tan
hombre
de bien, que ocasione al
otro serlo de mal; sea uno mixto de
paloma, y de
serpiente, no mon-
struo, fino prodigio.
244. Saber obligar. Transforman al-
gunos el favor propio en ageno, y
parece, ò
dan a entender, que ha-
[p.167] zen merced quando la reciben: ay
hombres tan advertidos, que hon-
ran pidiendo, y truecan el provecho
suyo en
honra del otro; de tal suerte
traçan las cosas, que parezca que los
otros
les hazen servicio quando les
dan, trastrocando con extravagante
politica
el orden del obligar, por lo
menos ponen en duda quien haze fa-
vor a quien, compran a precio de
alabanças
lo mejor, y del mostrar
gusto de una cosa, hazen honra, y,
lisonja:
empeñan la cortesia, hazien-
do deuda de lo que
avia de ser su
agradecimiento; desta suerte true-
can la obligacion de passiva en acti-
va, mejores políticos, que Gramatri-
cos; gran sutileza esta, pero mayor
lo seria el entendersela,
destrocan-
do la necedad, bolviendoles su
hon-
ra, y cobrando cada uno su prove-
cho.
245. Discurrir tal vez a lo singular y
fuera de lo
comun, arguye superio-
ridad de caudal:
no ha se estimar al
que nunca se le opone, que no es se-
ñal de amor que le tenga, sino del
[p.168]
que èl se tiene: no se dexe engañar
de la lisonja, pagandola, sino con-
denandola: tambien tenga por cre-
dito el ser murmurado de algunos, y
mas de aquellos que de
todos los
buenos dizen mal: pesele de que sus
cosas agraden a todos,
que es señal
de no ser buenas, que es de pocos lo
perfecto.
246. Nunca dar satisfacion a quien no
la pedia,⟨;⟩ y
aunque se pida, es espe-
cie de delito, si es
sobrada: el escu-
sarse antes de ocasion, es
culparse,
y el sangrarse en salud, es hazer del
ojo al mal, y a
la malicia; la escu-
sa anticipada despierta el
recelo que
dormia; ni se ha de dar
el cuerdo
por entendido de la sospecha agena,
que es salir a buscar el
agravio, en-
tonces la ha de procurar
desmentir
con la entereza de su proceder.
247. Saber un poco mas, y vivir un
poco menos: otros
discurren al con-
trario; mas vale el buen
ocio, que
el negocio, no tenemos cosa nuestra,
sino el tiempo,
donde vive quien no
tiene lugar: igual infelicidad es ga-
[p.169] star la preciosa vida en tareas meca-
nicas, que en demasia de las subli-
mes, ni se ha de cargar de ocupacio-
nes, ni de invidia: es atropellar el
vivir,
y ahogar el animo, algunos
lo estienden al saber, pero no se vive
si no se
fabe.
248. No se le lleve el ultimo. Ay hom-
bres de ultima informacion, que va
por extremos la impertinencia,
tie-
nen el sentir y el querer de cera;
el
ultimo sella, y borra los demas: estos
nunca estan ganados, porque con
la
misma facilidad se pierden, cada
uno los tiñe de su color, son
malos
para confidentes, niños de toda la
vida, y assi con variedad en los
jui-
zios, y afectos, andan fluctuando,
siempre coxos de voluntad, y de
juizio, inclinandose a una y otra
parte.
249. No començar a vivir por donde se
ha de
acabar. Algunos toman el des-
canso al
principio, y dexan la fatiga
para el fin; primero ha de ser lo essen-
cial, y despues, si quedare lugar, lo
accessorio: quieren otros triunfar
[p.170] antes de pelear;
algunos comiençan
a saber por lo que menos importa, y
los estudios de
credito, y utilidad,
dexan para quando se les acaba el vi-
vir: no ha començado a hazer for-
tuna el otro, quando ya se desvanece;
es
essencial el metodo, para saber, y
poder vivir.
250. Quando se ha de discurrir al reves?
quando nos
hablan a la malicia, con
algunos todo ha de ir al encontrado,
el si,
es no, y el no es si: el dezir mal
de una cosa, se tiene por estimaci on
della, que el que la quiere para si, la
desacredita para los otros. No
todo
alabar es dezir bien,
que algunos por
no alabar los buenos, alaban tam-
bien los malos, y para quien ninguno
es malo, ninguno serà
bueno.
251. Hanse de procurar los medios hu-
manos, como si no huviesse divinos,
y
los divinos, como si no huviesse hu-
manos; regla de gran maestro, no ay
que añadir comento.
252. Ni todo suyo, ni todo ageno: es
una
vulgar tirania. Del quererse to-
do para si, se
sigue luego querer to-
[p.171] das las cosas para si, no saben estos
ceder en la mas minima, ni perder
un punto de su comodidad: obligan
poco, fianse de su fortuna, y suele
falsearles el arrimo: conviene tal vez
ser de otros, para que los otros
sean
dèl, y quien tiene empleo comun,
ha de ser esclavo comun, ò
renuncie
el cargo con la carga, dirà la vieja a
Adriano. Al contrario,
otros todos
son agenos, que la necedad siempre
và por demasias, y aqui
infeliz, no
tienen dia, ni aun hora suya, con tal
excesso de agenos, que
alguno fue
llamado el de todos: aun en el enten-
dimiento, que para todos saben, y
para si ignoran; entienda el
atento,
que nadie le busca a èl, sino su interes
en èl, y por èl.
253. No allanarse sobrado en el con-
cepto. Los mas no estiman lo que
entienden, y lo
que no perciben lo
veneran: las cosas para que se esti-
men, han de costar, serà celebrado,
quando no fuere entendido: siem-
pre se
ha de mostrar uno mas sabio,
y prudente, de lo que requiere aquel
[p.172] con quien trata, para el concepto,
pero con
proporcion, mas que ex-
cesso; y si bien con los entendidos
vale
mucho el seso en todo: para los
mas es necessario el remonte, no se
les ha de dar lugar a la censura, ocu-
pandolos en el entender: alaban mu-
chos lo
que preguntados no saben
dar razon: porque? todo lo recon-
dito veneran por misterio, y lo cele-
bran, porque oyen celebrarlo.
254. No despreciar el mal por poco,
que nunca
viene uno solo, andan en-
cadenados, assi como las
felicidades:
van la dicha y la desdicha de ordi-
nario adonde mas ay, y es que todos
huyen del desdichado, y se
arriman
al venturoso, hasta las palomas con
toda su sencillez acuden al
omenage
mas blanco. Todo le viene a faltar a
un desdichado, èl mismo a si
mismo,
el discurso, y el conorte. No se ha
de despertar la desdicha,
quando
duerme; poco es un deslizar, pero
siguese aquel fatal despeño, sin
saber
donde se vendrà a parar, que assi co-
mo ningun bien fue del todo cumpli-
[p.173] do, assi ningun mal del todo acaba-
do. Para el que viene del Cielo es la
paciencia, para el que
del suelo la pru-
dencia.
255. Saber hazer el bien, poco, y mu-
chas vezes: nunca ha de exceder el
empeño a
la possibilidad; quien dà
mucho, no dà, sino que vende. No
se ha de apurar
el agradecimiento,
que en viendose impossibilitado, que-
brarà la correspondencia. No es me-
nester mas para perder a muchos, que
obligarlos con demasia, por no pa-
gar se retiran, y dan en enemigos de
obligados. El idolo nunca querria
ver delante al escultor, que lo labrò;
ni el empañado su bien hechor al ojo.
Gran sutileza del dar, que cueste po-
co, y se desee mucho, para que se esti-
me mas.
256. Ir siempre prevenido15217 contra
los
descorteses, porfiados, presumidos,
y todo genero de necios:
encuen-
transe muchos, y la cordura
està en
no encontrarse con ellos. Armese ca-
da dia de propositos, al espejo de su-
atencion, y assi vencerà los lances de
[p.174] la necedad; vaya sobre el caso, y no
expodrà a
vulgares
contingencias
su reputacion: varon prevenido de
cordura, no
serà combatido de im-
pertinencia. Es
dificultoso el rumbo
del humano trato, por estar lleno de
escollos del
descredito. El desviarse
es lo seguro,consultando a Vlises de
astucia.
Vale aqui mucho el artifi-
cioso desliz;
sobre todo eche por la
galanteria, que es el unico atajo de
los
empeños.
257. Nunca llegar a rompimiento, que
siempre
sale dèl descalabrada la repu-
tacion. Qualquiera vale
para enemi-
go, no assi para amigo. Pocos
pue-
den hazer bien, y casi todos mal.
No
anida segura el Aguila en el mismo
seno de Iupiter, el dia
que rompe
con un escaravajo; con la çarpa del
declarado irritan los
dissimulados el
fuego, que estavan a la espera de la
ocasion: de los
amigos maleados salen
los peores enemigos. Cargan con de-
fectos agenos el propio en su aficion
de los que miran, cada uno habla co-
como siente, y siente como desea: con-
[p.175] denando todos, ò en
los principios
de falta de providencia, ò en los fi-
nes de espera, y siempre de cordura,
si fuere inevitable el
desvio, sea es-
cusable: antes con tibieza de
favor,
que con violencia de furor, y aqui
viene bien aquello de una bella
reti-
rada.
258. Buscar quien le ayude a llevar las
infelicidades. Nunca serà solo, y me-
nos en los riesgos, que seria cargar-
se con
todo el odio; piensan algu-
nos alçarse con toda
la superinten-
dencia, y alçarse con toda la
mur-
muracion: desta suerte tendrà quien
le escuse, ò quien le ayude a llevar
el mal: no se arreven tan facilmente
a dos, ni la fortuna, ni la vulgari-
dad, y aun
por esso el Medico sagaz,
ya que errò la cura, no yerra en bus-
car quien a titulo de consulta le ayu-
de a llevar el ataud; repartese el pe-
so, y el pesar, que la desdicha a solas,
se
redobla para intolerable.
259. Prevenir las injurias, y hazer del-
las favores, mas sagacidad es evitar-
las, que vengarlas. Es gran destre-
[p.176] za hazer confidente
del que avia de
ser emulo: convertir en reparos de
su repuracion, los que
la amenaza-
van tiros; mucho vale el saber obli-
gar, quita el tiempo para el agravio,
el
que lo ocupò con el agradecimi-
ento, y es saber
vivir, convertir en
plazeres, los que avian de ser pesares:
hagase
confidencia de la misma male-
volencia.
260. Ni serà, ni tendrà a ninguno to-
do por suyo: no son bastantes la san-
gre, ni la amistad, ni la
obligacion
mas apretante, que và grande dife-
rencia de entregar el pecho, ò la vo-
luntad: la
mayor union admite ex-
cepcion, ni por esso se
ofenden las
leyes de la fineza, siempre se reserva
algun secreto para si
el amigo, y se
recata en algo el mismo hijo de su pa-
dre: de unas cosas se zelan con unos,
que comunican a otros, y
al contra-
rio; con que se viene uno a
conceder
todo, y negar todo, distinguiendo
los de la correspondencia.
261. No proseguir la necedad. Hazen
algunos
empeño del desacierte, y
[p.177] porque començaron a errar,
les pa-
rece que es constancia el proseguir,
acusan en el foro interno su yerro, y
en el externo lo escusan, con que si
quando començaron la necedad fue-
ron notados de
inadvertidos, al pro-
seguirla son confirmados en
necios,
ni la promessa inconsiderada, ni la
resolucion errada inducen
obliga-
cion; desta suerte continuan
algunos
su primera groseria, y llevan adelan-
te su cortedad, quieren ser constantes
impertinentes.
262. Saber olvidar, mas es dicha que
arte. Las
cosas que son mas para ol-
vidadas, son las mas
acordadas, no
solo es villana la memoria para fal-
tar quando mas fue menester, pero
necia para acudir quando no
conven-
dria; en lo que ha de dar pena es
pro-
lixa, y en lo que avia de dar gusto,
es descuidada; consiste a vezes el re-
medio del
mal en olvidarlo, y olvi-
dase el remedio;
conviene, pues, ha-
zerla a tan comodas
costumbres,
porque basta a dar felicidad, ò infier-
no: exceptuanse los satisfechos, que
[p.178]
en el estado de su inocencia gozan de
su simple felicidad.
263. Muchas cosas de gusto no se han
de posser en
propiedad. Mas se
goza dellas, agenas, que propias;
el
primer dia es lo bueno para su
dueño, los demas para los estraños:
gozanse
las cosas agenas con dobla-
da fruicion, esto es
sin el riesgo del
daño, y con el gusto de la novedad,
sabe todo mejor a
privacion, hasta
el agua agena se miente nectar; el te-
ner las cosas, a mas de que desminuye
la fruicion, aumenta el
enfado tanto
de prestallas, como de no prestallas,
no sirve sino de
mantenellas para
otros, y son mas los enemigos que se
cobran, que los
agradecidos.
264. No tenga dias de descuido; gusta
la
suerte de pegar una burla, y atro-
pellara todas
las contingencias para
coger desapercebido; siempre han de
estar a prueva,
el ingenio, la cor-
dura, y el valor, hasta la
belleza, por-
que el día de su confiança sera el
de
su descredito, quando mas fue mene-
ster
el cuidado, faltò siempre, que
[p.179] el no pensar es la
çancadilla del pere-
cer; tambien suelen ser estratagema
de la agena
atencion, coger al des-
cuido las perfecciones
para el riguro-
so examen del apreciar. Sabense
yà
los dias de la ostentacion, y perdo-
nales
la astucia; pero el dia que me-
nos se esperava,
esse escoge para la
tentativa del valer.
265. Saber empeñar los dependientes.
Vn empeño en su
ocasion, hizo per-
sonas a muchos, assi como
un aho-
go saca nadadores; desta suerte des-
cubrieron muchos el valor, y aun
el saber, que quedàra sepultado en
su encogimiento, si no se huviera
ofrecido la ocasion: son los aprietos
lances de reputacion, y pueísto el no-
ble en contingencias de honra, obra
por
mil. Supo con eminencia esta li-
cion de empeñar
la Catolica Reina
Isabela, assi como todas las demas,
y a este politico
favor deviò el Gran
Capitan su renombre, y otros mu-
chos su eterna fama, hizo grandes
hombres con esta
sutileza.
266. No ser malo de puro bueno. es lo
[p.180] el que nunca se enoja: tienen poco
qe personas los
insensibles, no nace
siempre de indolencia, sino de inca-
pacidad: un sentimiento en su oca-
sion, es acto personal, burlanse lue-
go las
aves de las apariencias de bul-
tos. Alternar lo
agrio con lo dul-
ce, es prueva de buen gusto;
sola la dul-
çura es para niños y necios;
gran
mal es perderse de puro bueno en este
sentido de insensibidad.
267. Palabras de seda, con suavidad de
condicion; atraviessan el
cuerpo las
jaras, pero las malas palabras el al-
ma una buena pasta haze que hue-
la bien la boca; gran sutileza del vi-
vir, saber vender el aire; lo mas se
paga con palabras, y
bastan ella a
desempeñar una impossibilidad: ne-
gociase en el aire con el aire, y alien-
ta mucho el aliento soberano: siem-
pre se ha de llevar la boca llena de
açucar para confitar palabras, que
saben bien a los mismos enemigos:
es el unico medio para
ser amable, el
ser apacible.
268. Haga al principio el cuerdo, lo
[p.181] que el necio al fin. Lo mismo obra
el
uno, que el otro; solo se diferen-
cia en los
tiempos, aquel en su sazon,
y este sin ella. El que
se calçò al prin-
cipio el entendimiento al
reves, en
todo lo demas prosigue desse modo,
lleva entre pies lo
que avia de poner
sobre su cabeça, haze siniestra de la
diestra, y assi;
es tan s⟨z⟩urdo en todo su
proceder: solo ay un buen caer en
la
cuenta, hazen por fuerça, lo que pu-
dieran de grado: pero el discreto lue-
go vè lo
que se ha de hazer, tarde, ò
temprano, y executalo con gusto, y
con
reputacion.
269. Valgase de su novedad, que mien-
tras fuere nuevo, serà estimado.
Aplaze la
novedad por la variedad
universalmente, refrescase el gusto,
y estimase
mas una mediania flaman-
te, que un extremo
acostumbrado.
Rozanse las eminencias, y vienense a
embejecer: y advierta
que durara po-
co esta gloria de novedad, a
quatro
dias le perderan el respeto; sepa, pues
valerse dessas primicias de
la estim-
cion, y saque en la fuga del
agradar
[p.182] todo lo que pudiera pretender, por-
que si se passa el calor de lo reciente,
resfriaràse la passion, y trocarse ha el
agrado de nuevo en enfado de aco-
stumbrado, y crea que todo tuvo
tambien su
vez, y que passo.
270. No condenar solo lo que a mu-
chos agrada. Algo ay bueno, pues
satisfaze a tantos,
y aunque no se ex-
plica, se goza: la singularidad
siem-
pre es odiosa, y quando erronea, ri-
dicula, antes desacreditarà su mal
concepto, que el objeto, quedarse
ha solo con su mal gusto; si no sabe
topar con lo bueno, dissimule su cor-
tedad, y no
condene a bulto; que el
mal gusto ordinariamente nace de la
ignorancia: lo
que todos dizen, ò es,
ò quiere ser.
271. El que supiere poco, tengase siem-
pre a lo mas seguro en toda profes-
sion que aunque no le tengan por
sutil, le
tendràn por fundamental.
El que sabe puede empeñarse, y obrar
de fantasia;
pero saber poco, y ar-
riesgarse, es voluntario
precipicio;
tengase siempre a la mano derecha,
[p.183]
que no puede faltar lo assentado, à
poco saber camino real, y a toda ley
tanto del saber, como del ignorar,
es mas cuerda la seguridad, que la sin-
gularidad.
272. Vender las cosas a precio de cor-
tesia, que es obligar mas; nunca
lle-
garà el pedir del interesado al dar
del generoso obligado: la cortesia
no da, sino que empeña, y es la ga-
lanteria la mayor obligacion; no ay
cosa
mas cara para el hombre de
bien, que la que se le da, es vendel-
la dos vezes, y a dos precios, del va-
lor, y de la cortesia. Verdad es, que
para
el ruin es algaravia la galanteria,
porque no entiende los terminos del
buen termino.
273. Comprehension de los genios con
quien
trata. Para conocer los inten-
tos,
conocida bien la causa, se cono-
ce el efeto,
antes en ella, y despues
en su motivo. El
melancolico siem-
pre aguera infelicidades, y
el maldi-
ciente culpas, todo lo peor se les
ofre-
ce, y no percibiendo el bien
presen-
te, anuncian el possible mal: el
apas-
sionado
[p.184]
siempre habla con otro len-
guaje diferente de lo
que las cosas
son, habla en èl la passion, no la ra-
zon, y cada uno segun su afecto, ò
su humor, y todos muy
lejos de la
verdad, sepa descifrar
un semblante,
y de
letrear el alma en los señales;
conozca al que siempre rie
por falto,
y al que nunca por falso, recatese del
preguntador, ò por
facil, ò por no
tante: espere poco bueno del de mal
gesto, que suelen vengarse de la
na-
turaleza estos, y assi como ella los
honrò poco à ellos, la honran poco a
ella: Tanta suele ser la necedad,
quanta fuere la hermosura.
274. Tener la atractiva, que es un he-
chizo politicamente cortès, sirva el
garavato galante mas para atraer vo-
luntades, que
utilidades, ò para
todo, no bastan meritos, si no se
valen del agrado, que
es el que da la
plausibilidad; el mas platico instru-
mento de la soberania, un caer en
picadura es fuerte, pero
socorrese
del artificio, que donde ay gran na-
tural, assienta mejor lo artificial; de
[p.185] aqui se
origina la pia aficion, hasta
conseguir la gracia universal.
275. Corriente, pero no indecente. No
estè
siempre de figura, y de enfado,
es ramo de galanteria, hase de ceder
en
algo al decoro, para ganar la
aficion comun, alguna vez puede paf-
far por donde los mas; pero sin in-
decencia: que quien es tenido por
necio en
publico, no serà tenido por
cuerdo en secreto: mas se pierde en
un dia
genial, que se ganò en toda la
seriedad; pero no se ha de estar siem-
pre de excepcion; el fer singular, es
condenar a los otros, menos afectar
melindres, dexense para su sexo, aun
los espirituales son ridiculos; lo me-
jor de un
hombre es parecerlo, que
la muger puede afectar
con perfec-
cion lo varonil, y no al
contrario.
276. Saber renovar el genio con la na-
turaleza y con el arte; de siete
en
siete años dizen que se muda la con-
dicion, sea para mejorar, y realçar
el gusto: a los primeros siete entra
la razon, entre despues a cada lustro
una nueva perfeccion, observe
esta
[p.186] variedad natural para ayudarla, y
esperar tambien de los otros la mejo-
ria; de aqui
es, que muchos muda-
ron de porte, ò con el
estado, ò con
el empleo; y à vezes no se advierte,
hasta que se vè el
excesso de la mudan-
ça; a los veinte años serà Pabon, a
los
treinta Leon, a los quarenta Ca-
mello, a los
cinquenta Serpiente, a
los sesenta Perro, a los setenta Mo-
na, y a los ochenta nada.
277. Hombre de ostentacion. Es el lu-
cimiento de las prendas. Ay vez pa-
ra cada una: logrese, que no serà ca-
da día el de su triunfo. Ay sujetos vi-
zarros, en quienes lo poco luze mu-
cho, y lo mucho halta admirar. Quan-
do la ostentativa se junta con la emi-
nencia passa por prodigio. Ay na-
ciones ostentosas, y la Española lo
es con
superioridad. Fue la luz pron-
to lucimiento de
todo lo criado, lle-
na mucho el ostentar, suple
mucho,
y dà un segundo sera todo, y mas
quando la realidad se afiança. El
Cie-
lo que dà la perfeccion, previene la
ostentacion, que qualquiera a solas
[p.187] fuera violenta,
es menester arte en el
ostentar. Aun lo muy excelente depen-
de de circunstancias, y no tiene siempre
vez. Saliò mal la ostentativa, quando
le faltò su sazon, ningun realce pide
ser
menos afectado, y perece siempre de-
ste
aire, porque està muy al canto
de la vanidad, y esta del desprecio:
ha de
ser muy templada, porque no
dè en vulgar, y con los cuerdos està al-
go desacreditada su demasia. Consi-
ste a vezes mas en una eloquencia
muda, en
un mostrar la perfeccion al
descuido, que el sabio dissimulo es el
mas
plausible alarde, porque aquel-
la misma privacion
pica en lo mas vi-
vo a la curiosidad. Gran
destreza su-
ya, no descubrir toda la
perfeccion
de una vez, sino por bruxula irla pin-
tando, y siempre adelantando. Que
un realce sea empeño de otro
mayor,
y el applauso del primero, nueva ex-
pectacion de los demas.
278. Huir la
nota en todo: que en sien-
do
notados, seràn defectos los mis-
mos realces. Nace
esto de singulari-
dad, que siempre fue censurada:
que-
[p.188] dase sola⟨o⟩ el singular. Aun lo lindo, si
sobresale, es descredito, en
haziendo
reparar, ofende, y mucho mas sin-
gularidades desautorizadas. Pero en
los mismos vicios quieren
algunos
ser conocidos, buscando novedad en
la ruindad, para conseguir tan
infa-
me fama. Hasta en lo entendido, lo
sobrado degenera en bachilleria.
279. No
dezir al contradezir. Es me-
nester diferenciar, quando procede
de astucia, ò vulgaridad. No
siem-
pre es porfia, que tal vez es
artificio.
Atencion pues a no empeñarse en la
una, ni despeñarse en la
otra. No
ay cuidado mas logrado,
que en
espias: y contra la ganzua
de los ani-
mos, no ay mejor
contratreta, que
el dexar por dentro la llave del re-
cato.
280. Hombre
de ley. Està acabado el
buen proceder: andan
desmentidas
las obligaciones: ay pocas corre-
spondencias buenas, al mejor servi-
cio, el peor
galardon; a uso ya de
todo el mundo. Ay naciones ente-
ras proclibes al mal trato; de unas se
[p.189] teme siempre la traicion, de otras la
inconstancia, y de otras el
engaño:
sirva pues la mala correspondencia
agena, no para la imitacion,
sino pa-
ra la cautela. Es el riesgo de desqui-
ciar la entereza, a vista del ruin pro-
ceder: pero el varon de ley nunca
se olvida de quien es,
por lo que los
otros son.
281. Gracia de los
entendidos. Mas se
estima el tibio si de un varon
singular,
que todo un aplauso comun: porque
regueldos de aristas
no alientan, los
sabios hablan con el entendimiento,
y assi su alabança
causa una ⟨im⟩mortal sa-
tisfacion. Reduxo el juizioso Anti-
gono todo el teatro de su fama a solo
Zenon, y llamava Platon toda su
escuela a Aristoteles. Atienden algu-
nos a solo llenar el estomago, aun-
que sea de broza vulgar. Hasta los
soberanos han menester a los que
escriven, y teman mas sus plumas, que
las
feas los pinceles.
282. Vsar la
ausencia, ò para el re-
speto, ò para la estimacion. Si la
presencia desminuye la fama, la au-
[p.190] sencia la
aumenta. El que ausente fue
tenido por Leon,
presente fue ridi-
culo parto de los
montes; deslustran-
se las prendas, si se
rozan: porque
se vè antes la
corteza del exterior,
que la mucha sustancia del
animo,
Adelantase mas la imaginacion que
la vista, y
el engaño, que entra de
ordinario por el oido, viene a salir
por los
ojos; el que se conserva en el
centro de su opinion, conserva la re-
putacion, que aun la Fenix se vale del
retiro para el decoro,
y del deseo pa-
ra el aprecio.
283. Hombre de inventiva a lo cuerdo.
Arguye excesso de ingenio, pero
qual sera sin el grano de
demencia,⟨?⟩ la
inventiva es de ingeniosos: la buena
eleccion de prudentes. Es tambien
de gracia, y mas rara; porque el ele-
gir bien lo consiguieron muchos;⟨,⟩ el
inventar bien, pocos:⟨,⟩ y los
primeros
en excelencia, y en tiempo. Es li-
songera la novedad, y si feliz da⟨⸥⟩dos
realces a lo bueno. En los assuntos
del
juizio es peligrosa por lo para-
doxo, en los del
ingenio loable, y
[p.191] si acertadas una, y otra
plausibles.
284. No sea
entremetido, y no serà des-
airado. Estimese, si quisiere que le
estimen. Sea antes
avaro, que pro-
digo de si. Llegue deseado, y
serà
bien recebido. Nunca venga si no
llamado, ni vaya si no
embiado. El
que se empeña por si, si sale mal, se
carga todo el odio sobre
si, y si sale
bien, no consigue el agradecimien-
to. Es el entremetido terrero de des-
precios, y por lo mismo que se intro-
duce con desverguença, es tripula-
do en confusion.
285. No perecer de desdicha
agena.
Conozca al que està en el lodo, y note
que le reclamarà para hazer
consuelo
del reciproco mal. Buscan quien les
ayude a llevar la desdicha: y
los que
en la prosperidad le davan espaldas,
aora la mano. Es
menester gran
tiento con los que se ahogan, para
acudir al remedio sin
peligro
286. No dexarse obligar del todo, ni
de todos,
que seria ser esclavo, y co
mun. Nacieron unos mas dichosos
que otros:
aquellos para hazer bien,
[p.192] y estos para recibille.
Mas preciosa
es la libertad, que la dadiva, porque
se pierde. Guste mas⟨menos⟩18 que dependan
del muchos, que no depender èl
de
uno. No tiene otra comodidad el
mando, si no el poder hazer mas
bien. Sobre todo no tenga por favor
la obligacion en que se mete, y las
mas vezes la diligenciarà la astucia
agena, para prevenirle.
287. Nunca obrar apassionado⟨:⟩ todo lo
errarà. No obre por si, quien
no
està en si, y la passion siempre des-
tierra la razon. Sustituya entonces
un tercero prudente, que lo
serà, si
desapassionado. Siempre ven mas los
que miran, que los que
juegan, por-
que no se apassionan. En conocien-
dose alterado, toque a retirar la cor-
dura; porque no acabe de encen-
dersele la sangre, que todo lo execu-
tarà sangriento, y en poco rato dara
materia para muchos dias de confu-
sion suya, y
murmuracion agena.
288. Vivir a
la ocasion. El governar, el
discurrir, todo ha de ser al
cabo. Que-
rer quando se puede, que la
sazon,
[p.193] y el tiempo a nadie aguardan. No va-
ya por generalidades en el vivir, si yà
no
fuere en favor de la virtud: ni in-
time leyes
precisas al querer, que avrà
de bever mañana del agua que despre-
cia oy. Ay algunos tan paradoxamen-
te impertinentes, que pretenden, que
todas
las circunstancias del acierto se
ajusten a su mania, y no al contrario:
Mas el sabio sabe, que el norte de la
prudencia consiste en portarse a la
ocasion.
289. El mayor desdoro de un hombre,
es dar muestras de que es
hombre,
dexanle de tener por divino, el dia
que le vèn muy humano.
La livian-
dad es el mayor contraste de la
re-
putacion. Assi como el varon
recata-
do es tenido por mas que hombre,
assi
el liviano por menos que hombre. No
ay vicio que mas desautorize,
por-
que la liviandad se opone frente a
frente a la gravedad. Hombre livia-
no no puede ser de sustancia, y
mas si
fuere anciano, donde la edad
le obliga a la cordura: y con ser
este
desdoro tan de muchos, no le quita
[p.194] el
estar singularmente desautorizado.
290. Es felicidad juntar el aprecio con
el
afecto, no ser muy amado, para
conservar el respeto: mas atrevido
es
el amor, que el odio; aficion, y ve-
neracion, no se⟨⸥⟩jun⟨=⟩ tan bien; y aun-
que no ha de ser uno muy temido, ni
muy querido. El amor
introduze la
llaneza, y al passo que esta entra, sale
la estimacion.
Sea amado antes apre-
ciativamente, que
afectativamente,
que es amor muy de personas.
291. Saber hazer la tentativa. Conpita
la
atencion del juizioso, con la de-
tencion del
recatado. Gran juizio se
requiere para medir el ageno. Mas
importa conocer
los genios, y las
propiedades de las personas, que de
las yervas, y
piedras. Accion es esta
de las mas sutiles de la vida: por el
sonido se
conocen los metales, y por
el habla las perfonas; las palabras
muestran la
entereza ; pero mucho
mas las obras. Aqui es menester el
extravagante
reparo, la observacion
profunda, la sutil nota, y la juiziosa
Crisi.
292. Venza el natural las obligaciones
del empleo, y no
al contrario. Por
grande que sea el puesto, ha de mo-
strar que es mayor la persona. Vn
caudal con
ensanches, vase dilatan-
do, y ostentando mas con
los em-
pleos. Facilmente le cogeran el co-
raçon al que le tiene estrecho, y al
cabo
viene a quebrar con obligacion,
y reputacion.
Preciavase el grande
Augusto de ser mayor hombre, que
Principe;
aqui vale la alteza de animo,
y aun aprovecha la confiança
cuerda de si.
293. De la madurez. Resplandeze en el
exterior, pero mas en las costum-
bres; la gravedad material haze pre-
cioso al oro, y la moral a la persona;
es
el decoro de las prendas, causan-
do veneracion.
La compostura del
hombre es la fachada del alma. No es
necedad con poco
meneo, como
quiere la ligereza, sino una autori-
dad muy sossegada; habla por sen-
tencias, obra con aciertos. Supone
un hombre muy hecho; porque tan-
to tiene de persona, quanto de ma
[p.196] durez: en dexando de ser niño, co-
miença a ser grava, y autorizado.
294. Moderarse en el sentir. Cada uno
haze concepto segun su
conveniencia:
y abunda de razones en su aprehen-
sion.
Cede en los mas el dictamen al
afecto. Acontece el encontrarse
dos
contraditoriamente, y cada uno pre-
sume de su parte la razon: mas ella
fiel, nunca supo hazer dos
caras. Pro-
ceda el sabio con reflexa en tan
delica-
do punto; y assi el rezelo propio
re-
formarà la calificacion de proceder
ageno. Pongase talvez de la otra
parte: examinele al contrario los mo-
tivos, con esto; ni le condenarà a el,
ni
se justificarà a si tan a lo desalum-
brado.
295. No hazañero, sino hazañoso. Ha-
zen muy de los hazendados los que
menos
tienen para que. Todo lo ha-
zen misterio, con
mayor frialdad.
Camaleones del aplauso, dando a
todos hartazgos de risa.
Siempre fue
enfadosa la vanidad, a qui reida. An-
dan mendigando hazañas las ormi-
guillas del honor. Afecte menos sus
[p.197] mayores
eminencias. Contentese con
bazer, y dexe para otros el dezir.
Dè las
hazañas, no las venda: ni se
han de alquilar plumas de oro, pa-
ra que escrivan lodo, con asco de la
cordura. Aspire antes a ser Heroico,
que a solo parecerlo.
296. Varon de prendas, y magestuo-
sas. Las primeras hazen los prime-
ros hombres, equivale una sola a
toda una
mediana pluralidad. Gu-
stava aquel, que todas sus
cosas fues-
sen grandes, hasta las usuales alha-
jas: quanto mejor el varon grande
deve
procurar que las prendas de su
animo lo sean. En Dios todo es in-
finito, todo inmenso; assi en un He-
roe todo ha de ser grande, y mage-
stuoso; de suerte que todas sus ac-
ciones, y aun razones vayan revesti-
das de una transcendente grandiosa
magestad.
297. Obrar siempre como a vista. Aquel
es
varon remirado, que mira que le
miran, ò que le miraràn. Sabe
que las
paredes oyen, y que lo mal
hecho rebienta por salir. Aun quan-
[p.198] do solo, obra como a
vista de todo
el mundo; porque sabe que todo se
sabrà; ya mira como a
testigos ao-
ra, a los que por la noticia lo
seran
despues; no se recatava de que le po-
dian registrar en su casa desde las
agenas, el que deseava que todo el
mundo le viesse.
298. Tres cosas hazen un prodigio, y
son el
don maximo de la suma li-
beralidad, ingenio
fecundo, juizio
profundo, y gusto relevantemente
jocundo. Gran ventaja
concebir
bien; pero mayor discurrir bien. En-
tendimiento del bueno. El ingenio
no ha de estar en el espinazo, que se-
ria mas laborioso que agudo. Pen-
sar bien, es el fruto de la raciona-
lidad. A los veinte años reina la vo-
luntad, a los treinta el ingenio, a
los
quarenta el juizio. Ay entendi-
mientos, que
arrojan de si luz, co-
mo los ojos del lince, y en
la ma-
yor obscuridad discurren mas. Ay
los
de ocasion, que siempre topan con
lo mas a proposito: ofreceseles mu-
cho, y bien: felicissima fecundidad.
[p.199] Pero un buen gusto sazona toda la
vida.
299. Dexar
con hambre: hase de dexar
en los labios aun con el nectar.
Es el
desea⟨o⟩ medida de la estimacion, hasta
la material sed es treta de buen
gusto,
picarla, pero no acabarla; lo bueno,
si poco, dos vezes bueno7419 . Es gran-
de la baxa de la
segunda vez; har taz-
gos de agrado, son peligrosos, que
ocasionan desprecio a la mas eterna
eminencia. Vnica regla de agradar,
coger el apetito picado en el ham-
bre con que
quedò. Si se ha de irritar,
sean antes por impaciencia del deseo,
que por
enfado de la fruicion; gusta-
se al doble de la
felicidad penada.
300. En una palabra santo, que es de-
zirlo todo de una vez. Es la virtud
cadena
de todas las perfecciones,
centro de las felicidades. Ella haze un
sugeto
prudente, atento, sagaz, cuer-
do, sabio,
valeroso, reportado, en-
tero, feliz, plausible,
verdadero, y
universal Heroe. Tres eses hazen di-
choso, santo, sano, y sabio: la virtud
es Sol del mundo menor,
y tiene por
[p.200] emisferio la buena conciencia. Es
tan hermosa, que se lleva la gracia de
Dios, y de las gentes. No ay cosa
amable sino la virtud, ni aborrecible
sino el vicio: la virtud es cosa de ve-
ras, todo lo demas es de burlas: la ca-
pacidad, y grandeza se ha de medir
por la
virtud, no por la fortuna. El-
la sola se basta a
su misma: vivo el hom-
bre le haze amable, y
muerto memorable.
[empty]
[p.202]Nadie se escarmienta en cabezza agena. (mi l'ha dicho el General Santander)20
p. 191No perecer de desdicha agena, y mucho menos de necedad y ruindad agena21
[p.203][empty]
[p.204][Contains some numbers]
[p.205][doodles of faces on the flyleaves]22